Capitulo 5: Recuerdos de ti

161 21 3
                                        

Sábado 5 de mayo

Hoy desperté como aquel día, como aquel día en que desperté sin noción alguna de que ya no estarías allí para mí nunca más, o por lo menos no físicamente.

Me encontraba feliz porque te vería, estaba dispuesta a ponerme en pie para correr hacia tu habitación para darte los buenos días, por darte un abrazo, un beso y preguntarte qué harías durante tú día, mientras yo estaría atenta a tu posible respuesta.

Mire hacía el techo de mi habitación, agobiada, confundida, aturdida, con una opresión en el pecho y con ganas suficientes de gritar y llorar.

Han pasado casi dos años y medio desde que no estás y yo sigo aquí sin hacerme a la idea de tú partida, creo que es algo que jamás haré. ¡Porque es algo que me niego rotundamente a hacer!

Sé que quizás me hago un daño, pero es un daño con el que pienso lidiar si eso me hace sentirte cerca.

Quedaron tantas cosas por decir, tantas cosas por hacer, tantas cosas por conocer.

Este barco sigue navegando a diestra y siniestra por todo el Atlántico sin tripulación. No hay nadie quien se atreva a subir sobre él, pues bien saben que, en ese barco solo se navegan pesares. ¿Quién estaría dispuesto a navegar sobre pesares sin rumbo? ¿Quién estaría dispuesto a tomar el timón de la nave? ¡Nadie! ¡Nadie es lo suficientemente valiente para hacer tal cosa!

Mientras tanto, intento llegar hasta una costa a la que cada vez veo más lejana.

Veo como se trunca todo, pues tú eras esa persona que me ayudaba a sostener ese timón que pesa tanto, tú me ayudabas día con día sin protestar y con buen sentido del humor con ese pesado timón.

Recuerdo el aspecto del barco cuando tú estabas sobre él, en esos momentos no estábamos solas, ¿recuerdas? En esos tiempos teníamos tanta tripulación a bordo que creíamos que, si subía alguien más nos desbordaríamos. Hacíamos fiestas con frecuencia por todo lo feliz que éramos, bailábamos a más no poder y nos reíamos hasta que ya no alcanzamos respiración y nuestras caras se ponían tan rojas que resultaban graciosas al verlas.

Sin previo aviso, sin esperar el momento, desperté una mañana y tú... ya no estabas abordo, ni tampoco lo estaban los demás tripulantes.

Fue tan agobiante, me sentía desesperada, no dejaste ni una nota, no sabía a dónde habías ido.

Yo ya no pude bajar de la nave. En ese momento solté el timón, no tenía caso que intentara tomarlo ya que de lo pesado que era no podría cargarlo y solo deje que la corriente me llevara.

Quizás estas en otro barco intentando tomar el timón, esperando pacientemente por mi llegada para que juntas podamos tripular.

Espero que en el lugar que te encuentres estés bien, estés mirándome y cuidándome mientras me regalas unas de esas sonrisas tan hermosas que cautivan a cualquiera.

Siempre estarás presente en mi corazón, pues eres lo que más amo en este mundo y a quien amare hasta el final de mis días.

PD: esperaré paciente por estar un día de nuevo junto a ti. ¡Te amo!

A ti...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora