cαpítulσ cαtσrcє

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El primer puñetazo no lo vio venir, y esa fue la razón por la que impactó contra su cara, de pleno, dejándole por unos segundos en total estado de shock.

Por suerte, el siguiente pudo al menos esquivarlo, y tan solo le golpeó en el hombro. Un tercero no llegó, pues en cuanto aquel tío alto y musculado alzó el brazo, Ricky le apartó de un empujón, gritándole como un energúmeno. Y es que Ricky era pacífico, de verdad que lo era, pero ver a alguien haciendo daño a Agoney, era algo por lo que ni de coña pasaba.

-¿Qué cojones haces, imbécil? Tira para adentro antes de que te suelte dos hostias y te deje la cara de pegatina contra la pared, anda.

El alto y musculado tardó unos segundos en hacer lo que Ricky le había dicho, no sin antes hacerle último escáner al rostro algo ensangrentado de Agoney, guardándose aquella imagen en la cabeza, dando a entender al moreno, que se volverían a ver.

Pero Agoney no estaba precisamente para pensar en esos momentos. Todo le daba vueltas, y ya no sabía si era consecuencia del puñetazo, o de la sustancia que había causado aquel altercado: el MDMA.

En su vida había probado alguna droga exceptuando el alcohol o el tabaco, y por eso el golpe que aquella sustancia le había dado esa noche, fue demasiado fuerte. No sentía dolor por el pómulo hinchado y la nariz sangrante, y le costaba mantener la mirada fija en el rostro borroso de Ricky, que le miraba con una visible preocupación.

Ni siquiera tenía idea alguna de la hora que era, pero sabía que justo antes de poner aquella pastilla bajo su lengua, el reloj acababa de marcar las tres de la madrugada.

Durante el transcurso de la fiesta, había perdido a todos sus acompañantes, incluido Ricky, y aunque eso casi nunca le suponía un problema, aquel día derivó en algo bastante inusual. Agoney se aproximó a un grupo de chavales, que bebían divertidos apoyados en la barra, en el rincón más alejado del bar. Se presentó con su habitual labia y su característica prepotencia, y en seguida logró dos chupitos y una pequeña bolsa con cocaína.

No se avergonzaba de no consumir, por lo que no tuvo reparo alguno en rechazar aquel obsequio, pues sabía que probablemente la liaría al intentar esnifarla. Sin embargo, no tuvo pega alguna cuando Javi, así se llamaba el tío alto y musculado, le puso en la mano una pequeña pastilla naranja. El moreno ni siquiera preguntó su nombre, tal y como el chico le explicó, puso aquella pequeña pastilla bajo su lengua y dejó que se disolviera con su saliva.

Las consecuencias de aquel acto llegaron pronto, al principio con un sudor frío que le recorría la espalda a pesar de que la discoteca estaba abarrotada. Más tarde, el canario tenía los ojos achinados para poder ver con claridad, ya que si los abría del todo, las luces de colores del local le cegaban por completo. Y por último, estaba metiéndole mano a ese tal Javi, hasta que le sacó a la fuerza del bar. Y a la fuerza, es a la fuerza, prácticamente se llevaba a tirones a un Agoney que apenas se mantenía en pie, para después estamparle contra la pared, y, a diferencia del resto de veces que había estado en esa misma posición, la cosa no terminó con un polvo rápido, sino con el puñetazo de ese tío en toda su cara, dejándole completamente desorientado.

Hasta que llegó Ricky, su ángel de la guarda, que no paraba de hacer aspavientos con las manos para que el canario de una vez fijara la mirada en su rostro y dejara de tenerla perdida en a saber qué.

Cuando al fin logró situar los ojos en la cara del mallorquín, este relajó visiblemente sus facciones, agarrando entre sus manos las mejillas de Agoney, que ni sentía el dolor de sus dedos en el pómulo amoratado.

-¿Se puede saber que coño ha pasado?

-Yo que sé, Ricky, ese tío, no tengo ni idea. - El moreno apenas podía controlar las carcajadas alteradas que salían de su garganta y que lograban cabrear aún más al chico que tenía en frente, que se controlaba por no dejarle el otro lado de la cara igual de herido que el izquierdo.- Solo sé que primero estaba tocándole la polla y de repente tenía su mano contra mi cara.

ɴᴏ ᴍᴇ ᴀᴄᴏsᴛᴜᴍʙʀᴏ ᴀ ᴘᴇʀᴅᴇʀ (#Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora