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- No me gusta esa chaqueta, ponte la otra.

- Joder con la niña, cómo se nota que ha salido a su madre. - Bufó Agoney, obedeciendo a la pequeña de cabello rizado y cogiendo la chaqueta negra.

- ¿A cual de las dos? - Preguntó otro niño, entrando por la puerta de la habitación, seguido de Raoul, que se masajeaba las sienes, algo estresado.

- A Nerea, que es la que más me toca los coj-

- ¡Agoney, tío! No digas esas cosas delante de ellos.

- ¡Ay, pero qué dramática estás! - Se quejó el moreno, arrancando una carcajada a la pareja de niños. - Que ganas de que vuestras madres vuelvan ya.

Raoul casi fulminó a su novio con la mirada e iba a hablar, pero el sonido del timbre le distrajo.

- ¡Al fin! - Suspiró, llevándose una mano a la frente.

Los dos niños salieron a carreras de la habitación que durante unos días había sido de Raoul y Agoney y se dirigieron a la puerta.

El rubio iba a salir, pero la voz de Agoney le interrumpió.

- Ven, bésame.

Una sonrisa se abrió en sus labios, pero eso Agoney no lo sabía, porque el catalán estaba de espaldas a él. Mordiéndose el labio para no darle el gusto de ver cómo le había gustado aquello, se giró.

- No, que soy una dramática.

Agoney abrió la boca, sorprendido por aquel pequeño ataque y asintió. Comenzó a caminar hacia la puerta y cuando pasó por el lado de Raoul, éste agarró su brazo suavemente, girando su cuerpo hacia el propio.

- Ven, que te beso.

Y ahí por mucho que quisiera hacerse el duro, Agoney no pudo negarse a la presión que hizo el catalán sobre él para pegar sus cuerpos y terminar uniendo sus labios en un beso que al principio comenzó sutil, pero que poco a poco fue cobrando intensidad.

Ignoraron los grititos de las dos chicas que habían vuelto al piso mientras abrazaban a sus hijos. Raoul pegó el cuerpo del moreno contra la pared, y se abrió paso entre sus piernas para no dejar espacio a sus caderas, que se juntaron de golpe.

Un jadeo abandonó los labios del canario y chocó contra la boca ajena mientras sus manos se aferraban a la camiseta del catalán, con fuerza.

- Bueno, qué, cinco minutos solos y casi folláis en la habitación de invitados.

La vocecita de Nerea arrancó una pequeña risa frustrada a los dos chicos que aún continuaban pegados. Raoul apartó el rostro primero y después se separó por completo de Agoney, que reposó la cabeza contra la pared mientras se recolocaba los pantalones, algo más ajustados en la zona de la entrepierna.

- Si llegáis a tardar un día más, voy yo a Holanda y os traigo de los pelos.

- ¡¡Dramática!! - Dijeron Nerea y Agoney, al unísono.

La sonrisa de la rubia no tardó en aparecer y en seguida se lanzó en brazos de sus dos amigos.

- Jo, os he echado de menos. Muchas gracias por ocuparos de los niños, de verdad. Sois geniales.

- Sí que lo somos. - Contestó Raoul, sacándole la lengua a su amiga. - ¿Y Aitana?

- Está posando la maleta.

El rubio asintió y tras darle un último beso en el pelo a Nerea, se dirigió a la habitación de la pareja. Se encontró a Aitana agachada frente a la maleta, y a los dos niños tumbados en la cama de matrimonio, boca abajo, observando como su madre sacaba las prendas poco a poco.

ɴᴏ ᴍᴇ ᴀᴄᴏsᴛᴜᴍʙʀᴏ ᴀ ᴘᴇʀᴅᴇʀ (#Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora