"Mi guardián"

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ELSA

  Estaba asustada por cómo iba a reaccionar. No sabía lo que iba a pasar, ni en qué condiciones lo encontraría. Mientras recorría los pasillos del castillo a paso lento por su falta de energías, no dejaba de pensar una y otra vez sobre cómo lo había tratado anteriormente, la posible enemistad que había creado por algo que ni siquiera pudo controlar.

  Llegó a la puerta de la habitación donde sabía gracias a su hermana que él se encontraba, deteniéndose unos segundos frente a ella temerosa. Respiró una, dos, tres veces de manera lenta y pausada, intentando calmar los nervios que dominaban su cuerpo, de callar la voz en su cabeza que le decía una y otra vez que se largara y lo dejara en paz. Como una marioneta controlada por un titiritero, levantó el brazo gracias a una especie de hilo invisible que tiró de él, sus extremidades, afortunadamente, parecían estar escuchando el lado lógico de su mente, que intentaba calmar su inexplicable miedo. Golpeó la madera con suavidad, cuestionándose constantemente por qué había ido allí.

  -¿Quién anda ahí?- mientras escuchaba la pregunta proveniente del interior del cuarto, ella tomó la llave que Jack le había dado unos minutos atrás, y la introdujo en la cerradura- ¿Hola? ¿Alguien me escucha? ¿Sos el chico de an...?

  Lance quedó mudo apenas vio el cuerpo de Elsa entrar, su expresión de confusión que al principio se plasmaba en su rostro, cambió a la de terror y sorpresa al distinguir que de ella se trataba.

  -¡Oh por Dios!- exclamó, saltando del sillón donde se encontraba sentado al suelo, para después arrastrarse hacia la ventana, alejándose lo más posible de ella.

  -Lance, escúchame, por favor...- comenzó la reina, intentó acercarse al hombre asustado que seguía retrocediendo.

  -¡NO TE ME ACERQUES!

  "Soy un monstruo" no pudo evitar pensar al ver esos ojos que la miraban llenos de aberración.

  -Por favor, Lance, simplemente déjame explicártelo todo, nunca fue mi intención congelarte, yo...yo...- ella se arrojó al suelo, cayendo de rodillas, lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos. Las palabras se atragantaban en su garganta, impidiéndole hablar con fluidez- Lo lamento tanto, no pude evitarlo... sé que debería haber sabido cómo hacerlo, pero no fue así... no lo fue, y perdón... Perdí el control y te lastimé...entiendo que estés enfadado conmigo, pero jamás me odiarás como ya lo hago yo por haberte hecho eso, podría... podría haberte matado.

  Ella bajó la mirada a sus manos, que retorcían entre sus delgados dedos parte del vestido roto que llevaba puesto, doblando y estirando la tela repetidas veces en un intento fallido de ocultar su nerviosismo, contando las diferentes cicatrices que se le habían formado. El silencio reinó la habitación de tal manera que casi pudo escuchar la pequeña gota de agua salada golpear contra su mano izquierda.

  -¿Sabés qué fue lo peor?- prosiguió con una pregunta cargada de asco hacia sí misma, aunque, sin esperar respuesta alguna, agregó:- No me quedé para arreglarlo. Huí, te dejé solo, no pude ayudarte. Fui una cobarde, Lance, merezco que me llamen así, merezco tu odio. Pero hoy estoy acá, para poder remediarlo. Yo... nunca quise que eso te sucediera, hice lo posible por remediarlo, te lo juro. Pongo toda mi voluntad para que podamos superar esto... pero entiendo si vos no querés que suceda.

  La reina volvió a levantar la vista, nublada por las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas, sintió el sabor salado de ellas en la boca, y se encontró con la mirada atenta y comprensiva de su amigo, mirándola desde una distancia más corta que la última vez, su rostro tenía una mueca extraña.

 "¿Está...sonriendo?" se cuestionó alarmada. Una expresión simple y discreta, pero al mismo tiempo cargada de emoción.

  -¿Por qué sonreís?

Los guardianes del invierno (Jelsa Fanfic) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora