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Cada voto y cada comentario cuentan :)   

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Era un local grande, con varias mesas para jugar al billar, sillas en las que sentarse a beber y... ¿eso era una barra de striptease?

Caminé lentamente y sentí la mano de Kevin posándose en mi culo de lleno, pero no tuve agallas para apartársela y darle el bofetón que se merecía. No en ese momento.

Todos los miembros del club nos miraban, extrañados y curiosos.

Un pensamiento absurdo me asaltó, de pronto sentí que podían oler que era policía.

Los ojos de esos hombres parecían poder reconocerme, casi esperaba que alguien gritara "¡La pasma!" y todos se abalanzaran sobre mí para acabar conmigo. Pero en lugar de eso sólo un hombre de unos cuarenta años se adelantó y se plantó frente a nosotros. Tenía una gran cicatriz que le recorría el rostro, desde los labios hasta la ceja izquierda. Sus ojos eran pequeños y negros, astutos.

-¿Dónde te has metido, Kevin? Hemos tenido una reunión importante y tú no estabas aquí, tu voto ha quedado inútil.

Kevin actuó con total tranquilidad, se acercó al hombre y lo estrechó brevemente entre sus brazos, palmeándole la espalda.

-Estaba con ella, Angus -dijo sonriendo mientras me señalaba-. Me hace perder el sentido del tiempo.

Angus se aclaró la garganta con autoridad y, en ese preciso momento supe que él era el jefe del club. Toda la información se agolpó en mi mente, sí, lo conocía: Angus Carter, uno de los delincuentes más buscados de EEUU, tenía la suerte de salir absuelto de todos los juicios por falta de pruebas.

-Conoces las reglas, Kevin: "El club es más importante que cualquier mujer".

La voz de Angus sonó enfadada, furiosa. Los dos hombres se miraron a los ojos durante unos segundos hasta que, finalmente, Angus cedió y se relajó poco a poco. Colocó la mano derecha sobre el hombro de Kevin en un gesto de familiaridad.

-No importa, chico. Déjalo, yo también he tenido veintidós años y las mujeres... son una perdición.

Kevin sonrió y se acercó a mí, volvió a colocar su mano en mi culo y me miró mientras lo hacía. Como disfrutando de que yo no pudiera hacer nada; pero mi mirada le advirtió que un segundo más sin apartarse y lo pagaría caro después.

Por suerte, captó el mensaje y subió la mano hacia mi espalda, un lugar más seguro.

-Os presento a Lana -murmuró en público-. Va a pasar un tiempo con nosotros, lo nuestro va en serio.

Algunos miembros del club se rieron al oír eso. Me llamó la atención que todos compartían el mismo chaleco de cuero negro con letras rojas y el dibujo de un tigre entre llamas.

-¿De dónde eres? -me preguntó uno de los chicos más jóvenes, en cuyo chaleco se leía "Matt".

-Del norte -musité-. De muy al norte.

Me mordí el labio, aún más nerviosa, y Kevin pudo sentirlo.

-Ve a la barra y toma algo, necesitas relajarte -me susurró.

Yo asentí con la cabeza, casi como un robot, y él me atrajo hacia él y me dio un beso en la mejilla.

Podría haber sido un gesto normal, suave y sencillo, pero él lo hizo ver como algo más intenso, casi como si fuera sexual.

¿Qué contenido sexual podía tener un beso en la mejilla? Kevin conseguía aportárselo.

Me dirigí a la barra con pasos suaves y comedidos, sabiendo que absolutamente todo el mundo se estaba fijando en mí en ese momento. Kevin se acercó a un grupito de hombres y mujeres para charlar y reír, como cualquier grupo de amigos. Sólo que ellos no eran cualquier persona, sino delincuentes, traficantes, asesinos...

Tras la barra se encontraba una chica pelirroja, me sorprendió mucho su juventud, estaba segura de que era más joven que yo. Sus ojos verdes eran penetrantes y sus cejas eran espesas, aportándole aún más seriedad a su rostro. Aunque no podía negar que era guapísima.

Me senté en un taburete y la miré, intentando decidir qué podría pedir, pero ella me interrumpió antes de que pudiera decir nada.

-Con que del norte, ¿no?


Peligro (#1 Trilogía MC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora