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En multimedia os dejo un montaje preciosísimo de Dylan y Kevin que me ha hecho ToxicSky *OO* Espero que os guste tanto como a mí, porque es muuuuy apropiado para este capítulo <3

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Para mi sorpresa, antes del picnic, nos dedicamos a hacer una caminata de varios km en mitad de la nada.

Éramos muchísimos, todos los miembros de Los Tigres de L.A. y sus familias.

Agradecí completamente poder llevar deportivas por primera vez en todos esos días, aunque aun así iba con un pantalón vaquero que apenas me cubría las nalgas y una camiseta algo más larga. Eso era lo mejor que podría conseguir en esos momentos.

Adoraba la naturaleza. Las piedras y los árboles de esa zona de California eran frondosos y muy verdes; el camino no era muy ancho, tan sólo cabíamos dos o tres personas.

A la cabeza del grupo nos encontrábamos Nessie y yo, algunos niños y niñas venían con nosotros, agarrando cada roca colorida que se encontraban a nuestros pies, o luchando con ramas de madera como si fueran espadas.

Detrás de nosotras caminaban algunos adolescentes, que reían ruidosamente, y distinguí el cabello rubio de Kevin charlando con Martin animadamente mientras los más mayores hablaban con tranquilidad mientras andaban a buen ritmo.
No pude contener una carcajada al divisar a Tracy, caminando la última del grupo y hundiéndose a cada momento en el barro con sus altos tacones.

—Recemos porque se caiga por algún barranco de estos —dijo Nessie, señalando a nuestro alrededor—, y tengan que venir los guardias forestales a desengancharla de un árbol.

Reí fuerte, estaba completamente de acuerdo con Nessie. Incluso llegué a pensar durante un momento si, así, Kevin se quedaría en la habitación conmigo todas las noches.

Kevin… Kevin era todo un misterio para mí; no entendía nada de él, por mucho que lo intentara.

De pronto sentí la necesidad de saber algo más, y allí tenía a mi amiga, que podría responder mis dudas casi mejor que nadie.

—Nessie… perdón si te molesta, pero… —dudé, aunque terminé por decirlo—. ¿Podrías contarme algo más de Dylan?

Ella me miró, curiosa, y finalmente sonrió tristemente, siguió caminando mientras miraba al suelo.

—Era… bueno, es difícil de describirlo —rió con suavidad—. Tenía exactamente los mismo ojos que Kevin, pero su pelo era oscuro.

Se apartó un mechón de cabello pelirrojo de la cara.

—Era guapo, y lo sabía. Kevin me recuerda a él en ese aspecto, los dos podrían haber sido felices simplemente con un espejo y su voz para recordarles lo hermosísimos que son.

Sonreí, la verdad es que eso encajaba bastante con Kevin… en algunas ocasiones.

—¿Cómo comenzasteis a salir?

—Mi padre es un tigre… aunque lleva en la cárcel casi desde que yo tengo memoria.

Mi mente trabajó rápidamente. ¿Un tigre que llevara más de diez años seguidos encerrado? Fácil: J.D. Sumter. Asesinato en primer grado y tráfico de drogas.
Y su hija era Nessie, una estudiante de derecho con una curiosa concepción del alcohol. Muy interesante…

—Vaya, lo siento —musité, fingiendo no saber nada.

Nessie se encogió de hombros, como diciendo “es lo que hay”. Siguió hablando.

—Cuando era pequeña estaba perdidamente enamorada de Dylan, jugábamos a ser novios y hasta nos besábamos en los labios. Fuimos creciendo y nos distanciamos un poco… hasta que, con dieciséis años, mi madre murió y Winston terminó siendo mi tutor legal. Tuve que mudarme junto a Kevin y Dylan y… simplemente, surgió.

La miré, intentando transmitirle ánimos. Sus ojos estaban completamente húmedos y enrojecidos.

—No tienes por qué hablar de esto si no quieres…—dije.

—Quiero hacerlo, no te preocupes. Dylan merece que lo recuerde, que le hable de él a la novia de su hermano —respondió—. Lo nuestro, simplemente surgió… un día me dijo que yo era lo más importante que nunca había tenido y que quería estar conmigo más que nada en el mundo.

Su voz se quebró y una lágrima corrió por su mejilla, pero Nessie no dejó de mirarme a los ojos.

—No puedo explicar lo que siento —dijo, con dificultad, entre gemidos—. Cada vez que miro a Kevin a los ojos y veo a Dylan.

Me arrepentí de haberle preguntado. Estaba claro que, por mucho que Nessie hablara de Dylan y pensara en él, no podía hacerlo sin derrumbarse. En esos momentos la imagen que ofrecía, débil y llorosa, era muy distinta de la que yo estaba acostumbrada a ver cada vez que ella aparecía con un vaso cargado de (inserte bebida alcohólica y peligrosa para la vida humana) y me lo ofrecía con una gran sonrisa.

Egoístamente pensé que, ya que le había comenzado a preguntar, más me valía terminar…

—Nessie… —dije, agarrándola de la mano con suavidad—. ¿Cómo murió Dylan?

Sus enormes ojos verdes se clavaron en mí y se quedó pensando un segundo, pensando cómo decírmelo. Abrió la boca para comenzar a explicarse, pero la cerró al instante. Después volvió a abrir los labios.

—Dylan estaba…

Pero algo la interrumpió.

—¡Nessie! Estoy muy cansada, ¿podemos volver ya?

Una niña de unos cinco años le tiró a mi amiga del pantalón vaquero. Era rubia, con pequitas y los ojos oscuros.
Nessie se limpió las lágrimas rápidamente con las manos y sonrió ampliamente, como si estuviera transmitiendo la mayor felicidad del mundo. De pronto me pregunté cuántas veces haría eso al día.

—Aún no, Nora. ¡No hemos terminado la excursión!

La niña hizo un puchero.

—Pero me duelen las piernas…

Yo me agaché suavemente y miré a la niña.

—¿Quieres que te lleve en brazos? —le propuse.

Ella enrojeció profundamente y se escondió por detrás de Nessie, sin atreverse a mirarme. Yo reí.

—¡Es verdad! Aún no nos conocemos —mi voz fue suave—. Me llamo Lana.

Su cabecita rubia salió por detrás de los vaqueros de Nessie, que nos miraba, curiosa.

—¿Eres la novia del tío Kevin?

No me extrañó que lo llamara tío, sabía que en el club todos eran como hermanos. Si no me equivocaba, Nora era la hija de Lindsay Starton, la otra mujer de Los Tigres, aparte de Tracy.

—Sí.

—La tía Tracy dice que todas las novias del tío Kevin son feas y están operadas.

Reí.

—¿Lana también es fea? —le preguntó Nessie a la niña.

Nora negó con la cabeza enérgicamente y por fin se acercó a mí. Alzó los brazos para que la cogiera y yo la coloqué sobre mis caderas.

Durante el resto de la caminata sólo pude pensar en que yo iba  a ser quien llevara a los padres de niñas como Nora a la cárcel. Un gran vacío se abrió en mi pecho al imaginarme cómo sería para ellos crecer solos…

Y, ante todo, no conseguí despejar mi enorme duda. ¿Qué le había pasado a Dylan?

Peligro (#1 Trilogía MC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora