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17.
Me desperté temprano. No sabía qué hora era exactamente, pero me dolía la cabeza, estaba cansada y me sentía extrañamente incómoda, así que seguramente serían las ocho de la mañana.
En cuanto abrí los ojos mi cerebro se mostró confuso, convencido de que debería despertarme en ese cómodo sofá de cuero negro en el que había dormido todos esos días. Pero en su lugar me encontraba en la cama de Kevin.
Me incorporé poco a poco, estirándome y pasándome la mano por mi espeso cabello, cuya trenza había desaparecido en algún momento de la noche.
¿Habría vuelto Kevin finalmente?
Recordé el malestar general con el que me había dormido la noche anterior, y la imagen de Tracy volvió a aposentarse en mi cabeza.
Qué poco me gustaba esa mujer…Me levanté de la cama. Ya era hora de ponerme a trabajar; me ducharía y arreglaría, llamaría a Evan Red, uno de mis compañeros en el caso, y le informaría de todo lo que estaba ocurriendo en la guarida de Los Tigres.
Me quedé parada en mitad de la habitación cuando algo llamó mi atención: Kevin se encontraba acostado en el sofá.
Era sorprendente la paz y la tranquilidad que desprendía su cuerpo dormido: sus ojos cerrados con suavidad, sus labios ligeramente entreabiertos, un mechón de cabello rubio cayendo descuidadamente sobre su mejilla… Tuve la momentánea tentación de apartárselo de la cara, pero me frené en seco al comprobar que el respaldo del sofá me tapaba la visión de la mitad inferior de su cuerpo… aunque lo que sí me dejaba ver era un pecho poderoso, musculado y con definidos abdominales que parecían hechos de chocolate blanco.Me mordí el labio mientras lo miraba. No podía culparme a mí, ¡yo tenía veinte años! ¿Cómo iba a poder mirar a otra parte?
Aunque, por supuesto, nada tenía que ver que Kevin fuera extremadamente atractivo físicamente con que eso fuera a interferir en mi método de trabajo y mi moralidad. Él seguía siendo un delincuente y yo una policía.Decidí acercarme sólo un poquito más, apenas unos pasos para poder contemplarlo mejor. Mis pies descalzos no hicieron ningún tipo de ruido pero, misteriosamente, Kevin abrió sus ojos azules. De repente.
Se quedó mirándome durante unos segundos, sin terminar de entender qué hacía allí y después, como un acto reflejo, bajó la mirada hacia su propio cuerpo.
Yo hice lo mismo, siguiendo sus ojos y… ¡horror!Me había acercado demasiado, ¡demasiado!
Desde el primer momento había pensado que su pecho y su torso estaban al descubierto, pero que Kevin dormiría con pantalones, o al menos con calzoncillos.Pero no.
Ante mis ojos y mi atónita sorpresa, Kevin Gerdam se encontraba completamente desnudo tumbado en ese sofá.
Y no sólo eso, sino que me había pillado observándole.Me quedé estática, completamente quieta. El rubor en mi rostro era tan fuerte que la cabeza volvió a dolerme, con mayor intensidad. Se estaba convirtiendo en una costumbre muy fea sufrir bochornos como ese.
—Yo… —balbuceé, siendo consciente de que parecía una morbosa.
Y, ante mi gran sorpresa, en el rostro de Kevin se dibujó una enorme sonrisa blanca.
—¿Qué pasa? —preguntó sin dejar de sonreír.
¿Podía ser peor la situación? No, en absoluto.
Le señalé con el dedo.
—¡Eres un cerdo! ¿Cómo se te ocurre dormir desnudo aquí?
Me di la vuelta, no quería (no quería querer) seguir mirándolo, especialmente cuando él no dejaba de reírse.
Oí cómo se levantaba del sofá y se dirigía al baño. Unos segundos después volvió y se plantó delante de mí, con una toalla anudada en la cadera.
Maldije por lo bajo, aun así seguía estando extremadamente sexy.Hay hombres que, simplemente, nunca deberían llevar ropa.
—Yo siempre duermo desnudo —se excusó.
—¿Y qué? Sabes que yo también duermo aquí, ¡que podría verte! —mi voz era extremadamente nerviosa—. ¿Qué pasa si a mí se me ocurre dormir desnuda en esta habitación sabiendo que tú vas a entrar y mirarme?
Su sonrisa se hizo más grande. Odié a Kevin Gerdam.
—Venga, Lana. Ni que nunca hubieras visto a un hombre desnudo… —se quedó pensando un segundo—. Aunque por cómo me mirabas…
Le golpeé en el brazo, pero mi mano impactó con sus fuertes músculos y él ni siquiera pareció notarlo.
—Eres un engreído, de verdad que no te soporto.
Sus ojos brillaron y se quedó mirándome unos segundos.
—Te comportas como una niña —su tono de voz era serio—. Pierdes los nervios por cualquier tontería…
—¿Cualquier tontería? —le recriminé—. ¿Dónde estuviste anoche?
Él frunció el ceño.
—¿Ahora eres mi madre? O peor, ¿eres mi esposa?
Enarqué una ceja. Se estaba poniendo a la defensiva, y eso no me gustaba en absoluto. ¿Qué habría estado haciendo?
Parece que no terminaba de entender que debía informarme de todo, TODO lo que ocurriera. No podíamos permitirnos un solo fallo o era posible que los dos acabáramos muertos.—No, Kevin, soy la agente de policía Lana Silday y estoy en una misión de la cual dependen tu vida y la mía —me puse seria de verdad y entonces pregunté—. ¿Estabas con Tracy?
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Peligro (#1 Trilogía MC)
ActionPRIMER LIBRO DE LA TRILOGÍA MC. NO HACE FALTA LEER LOS OTROS PARA ENTENDER ESTE. // Seguido por "Desafío". Kevin es un delincuente terriblemente sexy y magnético, y Lana es una joven policía recién salida de la academia. Después de un suceso mi...