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—¿Quieres un sándwich?

Me giré y vi a Kevin acercándose a mí. Yo me encontraba sentada junto a la orilla del río, el resto del club se hallaba a unos cuantos metros, bajo un enorme árbol. Me había ido allí para poder pensar mejor en lo que me había dicho Nessie.

Era horrible; cada vez me costaba más poder diferenciar entre mi vida personal y mi vida en el club. Desde que había oído hablar de Dylan por primera vez, estaba descubriendo un nuevo Kevin que me gustaba aún más que el anterior. Y eso casi me asustaba.

—No, gracias —decliné la oferta.

Ya había comido hacía un rato, junto a los demás.

Kevin pareció dudar un segundo si irse por donde había venido, pero yo le hice un gesto con la mano para que se acercara a mí.
Se sentó a mi lado, dejando la bolsa con el sándwich frente a él.

—¿Cómo estás? —le dije.

Él frunció el ceño.

—He tenido momentos mejores.

Asentí lentamente y lo miré. No podía creerme lo mucho que había cambiado desde que llegué allí. El Kevin Gerdam con el que me había cruzado al principio era un salvaje que me metía mano delante de los demás miembros del club y que me provocaba cuando estábamos a solas en la habitación, prometiéndome todo tipo de maldades con sus palabras. Y ahora, desde hacía semanas, Kevin Gerdam, simplemente, no me hablaba. Incluso había dejado de pasear desnudo por la habitación.

—Me gustaría saber en qué piensas —dijo.

Sonreí suavemente.

—En cómo han cambiado las cosas entre nosotros.

Me arrepentí de haberlo dicho, pero de veras, necesitaba exteriorizarlo.

—¿Y eso te disgusta? —me tanteó.

¿Sería capaz de responder afirmativamente? Me lo demostré a mí misma asintiendo con la cabeza.

Para mi sorpresa, él rió de forma más bien amarga.

—Pensé que querías que fuera correcto contigo.

Yo también lo creía.

—Tú no eres así. Siento que te fuerzo a cada instante a fingir ser algo que no eres.

Él me miró, inquisitivo.

—¿No es eso lo que tú haces aquí en el club? —preguntó.

Supe que no lo decía con malicia, sino con ganas de saberlo.

—En cierto modo sí. Contigo no finjo ser otra persona. Ni con Nessie… al menos no del todo. Me gustaría volver a verte siendo tú mismo.

Su respiración se tornó un poco pesada y simplemente me miró.

—Si fuera yo mismo, ahora te estaría besando.

Dejé de respirar, el aire no entraba en mis pulmones.

—Y de forma nada decorosa —la voz de Kevin fue grave al añadir esto.

Reuní todo mi valor para mirarlo en ese momento, intenté no ruborizarme, por lo que tuve que respirar de forma trabajosa.

—¿Aunque no sea lo correcto? —logré articular.

—Nunca en mi vida he hecho algo correcto.

De pronto estábamos cerca, muy cerca.
La tensión danzaba entre nosotros, sus ojos estaban encendidos de nuevo, ya no era el Kevin que había estado viendo estos días.

Con una sonrisa torcida, pasó su mano por mi mandíbula y besó mis labios. Bueno, la palabra correcta sería “devorar”. Sus manos me acariciaban todo el cuerpo, despertando partes de mi anatomía que creía dormidas.
El contacto con su piel quemaba.

Su lengua acarició la mía y sus labios y los míos pelearon con fuerza. Ni siquiera me di cuenta de cómo había sucedido, pero, de pronto, Kevin estaba sobre mi cuerpo y yo me enroscaba contra el suyo de manera muy muy indecorosa.
Su olor estaba en todas partes, y sus fuertes músculos presionaban los míos, provocándome cierto dolor placentero. Su entrepierna me rozaba, haciendo crecer la excitación bajo mi vientre. Tanto calor iba a matarme.

Cuando sus labios pasaron a explorar mi cuello yo gemí, metiendo las manos por dentro de su camiseta negra. El negro le quedaba tan bien… le hacía parecer sexy y peligroso.

No quería pensar, de hecho no iba a hacerlo. Simplemente disfrutaría de ese momento y de los labios de Kevin poseyéndome violentamente.

Al cabo de unos minutos intentando controlar nuestros ruidos para no atraer la atención de los demás, Kevin se apartó un segundo y esbozó una nueva sonrisa, alegre. Sus ojos chispearon cuando volvió a besarme, esta vez con suavidad. Lentamente, sus labios recorrieron los míos, deleitándose y provocándome mil escalofríos cada segundo.

Yo aún seguía con los ojos cerrados cuando él se apartó y, al abrirlos, su mirada azul estaba clavada en la mía. Esos ojos eran… Dios mío, mi corazón bombeó aún más fuerte cuando Kevin sonrió y se acercó a mi oído.

—Sé que vas a ser mi puta perdición —me susurró—. Y aun así no voy a hacer nada por evitarlo.

Peligro (#1 Trilogía MC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora