Peligro (#1 Trilogía MC)

5.

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5-

Terminé de repasar algunos informes de la policía y finalmente me levanté de la cama con lentitud. Sabía que no podía alargarlo más, debía bajar a cenar con Kevin y los tigres… ¡pero me daban miedo!

¿Cómo podía estar atemorizada de esa manera? Me dirigí al espejo y me miré a mí misma durante unos segundos. Tenía los ojos azules un poco rojos debido a no haber dormido bien esa noche, había estado demasiado nerviosa.

Decidí maquillarme un poco para así seguir matando el tiempo, pero tarde o temprano debería bajar si no quería arruinarlo todo.

—Soy Lana Silday —susurré, intentando darme ánimos a mí misma—. Soy policía, la mejor agente de la academia. Puedo hacerlo.

El espejo me devolvía el reflejo de alguien más mayor que yo, ¿realmente parecía una bailarina de club nocturno? Sí, definitivamente sí. Me recogí el pelo en una coleta alta, dejando mi cuello pálido al descubierto.
Pensé en cuánto me gustaría quitarme esas botas de cuero tan incómodas, pero eso no podía ser. Ese era mi trabajo en esos momentos.

Suspiré y me encaminé a la puerta de la habitación, apartando la maleta que Kevin me había traído un par de horas antes.
Pasé por el pasillo y bajé las escaleras, llegando a la sala del bar, donde el club hablaba en voz muy alta.

Antes de abrir la puerta para hacer acto de presencia, una voz llegó a mis oídos. Agucé mis sentidos para escuchar la conversación.

—Espero que la conozcas bien, Kevin. No puedes meter a la primera tía que te tires en un bar aquí, el club es algo serio —era la voz de un chico que no conocía, pero ya sabía que hablaba con Kevin.

—Está todo controlado, ella no se enterará de nada. ¡Es sólo una stripper, Martin! —esta vez era Kevin quien hablaba.

—Sabes que te quiero como un hermano, pero hay algo en ella que no me ha terminado de convencer. ¿Estás seguro de que es quien parece?

—Martin, sé lo que hago. No te preocupes por nada.

Esperé unos segundos para abrir la puerta, y de inmediato fingí que no había oído nada. Alcé la cabeza y sonreí amigablemente al entrar en la sala.

Todos me miraron y Kevin se acercó a mí con rápidez, pasando su brazo por mis hombros en un gesto posesivo.

—Hola, agente —me susurró.

Yo lo aparté con disimulo. ¿Por qué se permitía el lujo de ponerme nerviosa en esa ocasión?

Miré hacia la mesa en la que se encontraban todos los miembros del club, unos doce hombres y dos mujeres. Reconocí los rostros de todos y cada uno, los había visto mil veces en los informes.

Conocía a Martin, un joven castaño con unos enormes ojos marrones que había estado en la cárcel dos veces por robo.
También vi a Trevor Smith, a quien había investigado en una ocasión por tráfico de drogas.
Junto a él se encontraba sentada Lindsay Starton, acusada de asesinar a un hombre cuando apenas tenía veintiún años…

Presidiendo la mesa se encontraba Angus, el jefe de los tigres. Sentí sus ojos pequeños y calculadores clavándose en mí profundamente. Un escalofrío me recorrió y, instintivamente, me acerqué un poco a Kevin.

Me sobresalté al sentir su cuerpo cálido pegándose al mío y me aparté de pronto, mientras él me miraba con curiosidad.

Decidí respirar y tomar las riendas de la situación, por lo que alcé la cabeza de nuevo y disimulé que estaba ruborizada rápidamente.

Y yo, policía encargada del caso “Los tigres de L.A.”, me senté en una de las sillas, dispuesta a cenar con el club haciéndome pasar por una stripper del norte.