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Me encontraba tendido en mi litera, con los ojos cerrados, intentando dormir... o al menos dejar de aburrirme.
Allí dentro, todos los días eran iguales; cada segundo era similar al anterior.

Nathan Miller, mi compañero de celda, entró sin que lo oyera y me tocó el hombro.

—Kevin, ¡despierta!

Abrí los ojos de inmediato y lo miré.

—¿Qué pasa? —pregunté con cara de pocos amigos.

Era un chico de mi edad, con el cabello negro y la piel bronceada. En el año y medio que llevaba ahí nos habíamos hecho bastante amigos. Nathan había acabado en la cárcel por un crimen que no había cometido, por lo que sus ganas de salir de ahí eran muy superiores a las mías.

De hecho, yo me preguntaba si no sería mejor quedarme allí. La verdad era que no me quedaba nada fuera…

—Jackman te está buscando —dijo Nathan.

Jackman era uno de los guardias de la cárcel.

—¿Para qué?

—No ha tenido el detalle de informarme.

Le hice una mueca burlona a Nathan y me apeé de la litera, saliendo de la celda. Al menos durante unas horas al día, prácticamente podíamos hacer lo que quisiéramos dentro de esa cárcel.

No me costó mucho localizar a Jackman, sentado en el puesto de vigilancia, en el piso de abajo. El hombre se encontraba comiéndose un enorme donut mientras ojeaba un períodico.

Bajé las escaleras que llevaban a las celdas superiores y crucé un pasillo estrecho hasta llegar a su puesto.

—¿Me buscabas? —dije, colocándome frente a él.

Jackman alzó la vista hacia mí, con nulo interés.

—Ha venido alguien a visitarte —anunció.

Habían pasado cuatro días desde que podía empezar a recibir visitas, y, desde entonces, sólo había recibido una: ella.

Ni siquiera había querido verla, simplemente me había negado en cuanto me habían dicho que Lana Silday había venido a visitarme.

Durante meses vi su rostro en las noticias, ¡una brillante carrera para una brillante policía!

Seguramente, en esos momentos Lana ya sería capitana de todo el ejército de los Estados Unidos.

Simplemente no podía verla, el solo hecho de pensar en su olor, o en sus ojos… incluso en su cabello. Sólo eso bastaba para que mil recuerdos me vinieran a la mente.

Llevaba un año y medio completamente incomunicado del mundo. Imaginaba que Angus se las había apañado desde la cárcel para mandar asesinar a mi padre y a mi mejor amigo… me era imposible ver a Lana después de todo lo ocurrido.

Porque… ¿qué pasaría si ella me hablaba y lograba convencerme?
No, simplemente quería mantenerme apartado completamente de ella. No iba a hacerla sufrir más, al igual que tampoco sufriría yo mismo.

Debía aceptar lo que no había sido capaz  de asumir mientras ella estaba infiltrada en el club: Lana y yo no pertenecíamos al mismo mundo, era imposible que estuviéramos juntos.

Su brillante carrera de policía le pagaría a Lana todo lo que yo no habría podido darle nunca.

—No quiero verla —gruñí.

Jackman alzó la vista de su periódico grasiento, mirándome con sus ojillos verdes y acuosos.

—Sé sincero, Gerdam ¿cómo te las apañas para que todas las mujeres que vienen a visitarte estén tan buenas? —preguntó.

Yo lo miré, confundido. ¿Todas?

—¿No es la misma que vino el otro día?

Él negó con la cabeza, mientras sacaba un pequeño cuaderno de cuero y observaba su interior, leyendo atentamente y manchando las páginas de aceite y azúcar. A saber dónde había estado esa mano antes de en el donut.

—La del otro día se llamaba Lana Silday —dijo mientras masticaba—. La de hoy se llama… Vanessa Sumter.

Mi rostro se iluminó de pronto.

—¿A esta tampoco vas a querer verla? —preguntó Jackman, interesado—. Porque si tú no quieres yo me ofrezco a ir en tu lugar.

Ignoré su comentario y me di la vuelta, dirigiéndome corriendo hacia la zona donde se recibían las visitas.

Pasé por unos diez guardias, que me registraron al milímetro antes de dejarme entrar en la enorme sala llena de mesas y gente que estaba recibiendo visitas de sus familiares y amigos.

Tardé exactamente diez segundos en verla y, pese a saber que no podía tocarla, me lancé hacia ella para abrazarla. El guardia que estaba a nuestro lado nos obligó a separarnos inmediatamente, pero yo no dejé de sonreír cuando me senté frente a la muchacha.

—Sabía que vendrías, Nessie.

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¡¡Sólo queda un capítulo más...!!
Os espero el jueves, ¿oki?

¡¡Mil besos y vamos a por las 100.000 visitas!! <3

Peligro (#1 Trilogía MC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora