Al día siguiente de mi pelea con Lucas, todo estaba igual de tenso. Bastaba un comentario de alguno de los dos para que el otro le saltase encima cual tigre a su presa. En una de las clases hablé y me contestó de muy malas formas. Todo había comparado con días anteriores y ya no parecía haber vuelta atrás. Le había perdido.
Bajaba las escaleras tranquilo cuando sentí un impuso detrás. Caí rodando por las escaleras y me hice daño en el brazo. Costosamente me levanté y miré quien había sido. Ahí estaban, Pablo, Rafael y Axel, riéndose con una sonrisa malvada de satisfacción. Aurora me vio y me dijo que nos fuéramos, le hice caso. Estaba indignado y no entendía el sentido de aquel empujón. Mi brazo dolía y se ponía morado. Fui a secretaría, pedí que llamarán a mis padres y me dieron hielo, el cual no hacía mucho efecto. Al cabo de un rato mi madre llegó.
-¡Óscar! ¿Y ese brazo?- preguntó ella preocupada
- Nada, me caí.- contesté.Me llevó en coche al hospital. El médico me dijo que por suerte no era nada grave y que en una o dos semanas estaría bien.
Por la noche, mientras trataba de dormir, mi cerebro seguía pensando en la razón de aquel empujón. Mi cerebro suele ponerse a pensar por la noche y no me deja dormir. A veces me dan ganas de apagarlo. Ojalá pudiese.
* * *
-Vamos Óscar, despierta.- me dijo mi madre al oído suavemente.
Eran ya las siete y media, debía ir rápido o llegaría tarde al instituto.
Al llegar me senté, como de costumbre. Entonces fue cuando vi a Pablo, Rafael y Axel.
- Porfavor, dejadme en paz. -dije levantándome.
- Mírale, ¡El manco de Lepanto!- gritó Axel riéndose.No contesté. Rafael me empujó y caí al suelo, cogí otra vez mi mochila y me fui a otro lado, me siguieron.
-¡Vamos! Que solo ha sido una broma. -dijo Axel.
- Lo del empujón de ayer no fue una broma.Me marché a clase tratando de evitarles, aunque seguía escuchando sus estúpidas risas. Hice como si no me importase, en realidad si lo hacía.
Cuando llegué a mi aula saqué los libros de la primera hora y me senté en la silla. Rafael entró por la puerta y se sentó en mi mesa, mirándome desde arriba.
- Venga manco, solo es una broma, no te enfades.Hice como si no le escuchase.
- Responde. - dijo colocando la mano sobre mi hombro con la misma mueca burlona de antes.
- Solo déjame en paz Rafael. No te he hecho nada, quiero estar tranquilo.
- Vale amigo, no aceptas una broma eh.Lo cierto es que si aceptaba bromas pero no creía que eso lo fuera. La pelea con Lucas todavía era muy reciente, y no tenía ganas de que me estuvieran molestando.
- ¡Vamos estúpido!- me gritó Axel.- ¡Responde!
- Oye, me estáis molestando bastante.
- Oh vaya, te estamos molestando... La verdad, me da igual. - dijo Rafael.Lucas entró a clase y vio como se metían conmigo. Sabía que todo iba a acabar mal, Lucas siempre había sido muy impulsivo. Cuándo le vi me eché la única mano que podía mover a la cabeza. Si quedaba una pizca de la amistad que había entre nosotros, lo más probable sería que los acosadores salieran corriendo de la clase.
- ¡¿Se puede saber qué hacéis ?! ¡Dejádle en paz! ¡Ya le habéis molestado suficiente!
Después de aquel grito comenzaron a discutir. Lucas me defendía, parecía que no le había perdido después de todo. Llegó el profesor y los separó. Mi amigo se sentó en su sitio y hablé con él.
- Creía que estabas enfadado conmigo.
- Y lo estoy, pero no tanto como para dejar que se metan contigo.Miré a Lucas con ojos llorosos y le dije algo que nunca pensé que iba a decirle.
- Lo siento.
- ¿Lo siento por qué?
- Por nuestra pelea del otro día.
- No, lo siento yo. No debería haberme puesto así.Nuestra pelea se había solucionado. Todos los hermanos tienen peleas, ¿no?
ESTÁS LEYENDO
Autolesión
Teen FictionÓscar es un chico de 15 años. Tiene éxito en el instituto y sus amigos le quieren. Sin embargo, su vida cambia cuando todos los problemas pasan por encima de él. ¿Volverá a ser feliz? ¿Podrá controlar sus sentimientos?