6. Sí, claro que sí.

604 29 0
                                    

   Martínez corrió a por mí una vez Héctor le contestó. Alegre y con notable emoción me dio las gracias por convencerle de que arriesgarse es lo mejor. Me sentí bien, aquello hacía que mi autoestima subiera poco a poco.

   No paré de pensar en lo dichoso que me había hecho ayudar a mi compañero. No sabía qué hacer con el desastre de mi vida pero aún así aconsejaba a los demás. Pensaba más en ayudar a los demás que en ayudarme a mí mismo, pero ver contentos a mis amigos me auxiliaba de algún modo.

   Todo me iba bien y por primera vez en bastante tiempo no me sentía del todo triste. Martínez, Héctor, Aurora y yo, caminábamos cerca del gimnasio, al aire libre, en un lugar donde el sol lanza sus rayos con más fuerza que en el desierto y donde encuentran su hogar hormigas y otros insectos. La tranquilidad reinaba y no teníamos nada de lo que preocuparnos...

   - ¿Cómo vais maricas?- dijo Rafael con tono burlesco.
   - Déjanos en paz. - contesté. - No aguanto que os metáis conmigo y menos con mis amigos. ¿Creéis que se fijan más en vosotros por esto? ¿ Os sentís importantes?

   Continúe hablando bajo la mirada atónita de mis acompañantes hasta que Axel pronunció una palabra.

   -Pero...
   - ¡Nada de peros! O nos dejáis, o se lo digo a todos los profesores.
   - ¿Piensas que nos importa idiota? - dijo Pablo.
   - No pregunté si os importa. Vosotros veréis lo que hacéis.

   Se miraron entre ellos y nos fuimos. Pude escuchar como Rafael sugería a Axel parar. Pablo mantenía su odio hacia nosotros. Era cuestión de tiempo que fueran expulsados y estaba en sus manos que eso sucediese o no.

AutolesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora