Cuando llegaba a casa solo quería llorar, gritar, desahogarme de alguna forma. Si no era suficiente solo con acosarme en el instituto, todo seguía por teléfono. No podía más,todo me sobrepasaba y comencé a deprimirme. Pensé que era un un desastre, que todo me salía mal, que no servía para nada y que mi vida no tenía sentido. Mi autoestima pasó a ser muy baja y su hacía algo bien, lo consideraba suerte. Todo me parecía un mundo y siempre estaba cansado. Pasaba las noches llorando y cuando estaba solo me dedicaba a gritar y golpear cosas, necesitaba echarlo todo fuera de alguna forma.
Después de una dura discusión en casa, fui corriendo a mí habitación. Ahí estaban. Mirándome y pidiéndome que las cogiera. Mis tijeras.
El dolor me invadía y mis lágrimas caían sobre el suelo. Me resistí a hacerlo. Nada se iba a solucionar con eso y yo lo sabía. No podía hacerlo... Mi cerebro le suplicó a mi corazón que no se dejase llevar. Sabía que una vez lo hiciera, no había vuelta atrás.
- No... No lo hagas- me dije en voz baja sin darme cuenta de que ya había colocado las tijeras en mi muñeca. - Óscar porfavor...- volví a decirme.Las solté y volví a dejarlas en la mesa. Tenía que contenerme. Pero entonces encendí el móvil y leí aquel mensaje.
"Perdedor"
No importaba quién lo hubiera mandado, eso me hizo explotar. Coloqué las tijeras en mi muñeca e hice presión. La sangre se juntaba con mis lágrimas. Escocía, pero la tristeza hacía que solo notase el frío metal. Después de un rato paré de llorar. Me desinfecté las heridas y me coloqué algunas tiritas. Me puse a hacer deberes. No paraba de mirarme la muñeca. ¿Que había hecho ? Yo no quería... ¡Pero no pude controlarlo, fue un impulso!
Un gran sentimiento de culpabilidad reemplazó al de dolor. No se lo conté a nadie, solo a Aurora.
Sus mensajes hacían mi móvil vibrar como aquellos ofensivos que se clavaban en mi alma. Me pidió que no lo volviera a hacer, que lo hablara con alguien y dijo que con eso nada se soluciona. Es curioso, yo ya sabía eso. En cambio no pude parar aquel impulso. No deseaba volverlo a hacer, no quería autolesionarme.
-No puedo más.- escribí con lágrimas en los ojos.
- Sí puedes, eres fuerte y sabes que con eso nada va a mejorar.- me respondió ella.Solo contesté con emoticonos. Aquella conversación duró hasta que me fui a dormir... En realidad ni si quiera dormí, solo lloré. Me rendí por completo. Los problemas por la noche cogían fuerza y yo cada vez me hacía más débil.
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Autolesión
Teen FictionÓscar es un chico de 15 años. Tiene éxito en el instituto y sus amigos le quieren. Sin embargo, su vida cambia cuando todos los problemas pasan por encima de él. ¿Volverá a ser feliz? ¿Podrá controlar sus sentimientos?