3. Martínez y Héctor.

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   Otra semana más en el instituto. Seguían metiéndose conmigo. Mi brazo ya estaba bien. Lo único que me motivaba era ver a Aurora. Solía verla cinco minutos antes de las clases. A pesar de su cara de dormida, para mí seguía siendo la más bella. De no ser porque no tenía alas, hubiera pensado que era un ángel. Aquellos ojos de café no me dejaban dormir y sus cabellos, los cuales hasta las ninfas  hijas de Zeus envidiaban, eran capaces de enamorar a cualquier dios. Al menos así sucedió conmigo. Me enamoró.
  
   Todo estaba bien pero en el recreo, Rafa y su pandilla volvieron a por mí. Mi vida era una pesadilla desde hacía una semana y ya estaba rindiendome, no aguantaba más, no podía luchar más.
  
   Después del recreo vi a Martínez. Iba hablando con Héctor. Nunca les había visto juntos pero parecían ser muy buenos amigos. Incluso algo más que amigos.
  
   Entramos al aula, Martínez estaba feliz y en sus ojos vi la misma mirada que cuando yo acababa de ver a Aurora. Elisa y yo nos miramos y le preguntamos.
  
   -¿Y esa cara Martínez?- preguntó Elisa.
   - ¡Pareces emamorado!
   - ¡¿Qué!? ¡¿Yo?! Eso te lo dejo a ti Óscar. - dijo él con una sonrisa vergonzosa.
   - ¡Se nota que si lo estás!- gritó Elisa.
   -Vale... Sí lo estoy.
   -¡Martínez se nos enamoró!
   -¿De quién?- preguntó Elisa con curiosidad.
   - De Héctor.
   - ¡Genial!
   - Es que no sé si le gusto a él... Tengo miedo de que reaccione mal.
  
    El profesor entró y pidió silencio. Martínez estaba enamorado de Héctor y estaba feliz. Me alegraba mucho que lo estuviese, sea con quien sea todos debemos ser felices. Amemos a una persona de nuestro mismo género o a una persona del sexo contrario. Todos debemos encontrar nuestra felicidad.

AutolesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora