14capitulo

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...Porque la realidad duele tanto que para protegerse la propia mente  huye de ella... 

Me removí en el pecho de Cal e intente reprimir el sollozo, pero como siempre fue imposible. Estaba cansada de que siempre me usaran, de que me vieran la cara de idiota y me utilizaran como se les venia en gana, principalmente como objeto sexual. Recordé aquellas chicas que fueron violadas por sus parientes, vecinos, desconocidos,  y como habían caído (prácticamente) en inestabilidad mental, la mayoría temían de los hombres y algunas preferían convertirse en lesbianas, ya que al estar con el otro sexo opuesto pensaban que les haría el mismo daño que el anterior. Otras se agredían así mismas, ya que se sentían sucias de que aquel hombre las fuera tocado, y peor dejara su esencia en ellas. Tenia miedo...de que yo también cayera en lo mismo. Busque entre mis pensamientos porque había pasado eso,  por qué me habían abusado, nunca hice nada malo.

Es nuestro género el que nos convierte en víctimas y no nada de lo que hagamos...

Había encontrado una respuesta, y eso hacia que me odiara cada vez más, odiaba ser mujer, odiaba este cuerpo, odiaba mi personalidad, odiaba ser débil...y aunque tratara de ser fuerte, siempre iba a estar la misma idiota y frágil en el fondo, así que era insignificante el intentarlo.

No sabia porque no odiaba a Cal, tal vez porque fue el único ser que me mostró algo de apoyo en medio del dolor, y tan débil era mi mente que acepto cualquier muestra de afecto, sin importarle cuanto nos lastimo. Mi cuerpo...o mas bien este cuerpo, porque odiaba esta cosa que ni siquiera pedí,  se dejaba tocar, acariciar y que lo hiciera suyo sin forcejeo u oposición, tal vez porque el también se encontraba cansado de que lo obligaran hacer cosas que no quería y lo mejor era mentalizarse de que ya no había escapatoria, que nada malo pasaría si accedía a Cal, pero si seria lastimado si no lo hacía. Y creo que mi mente también pensaba lo mismo, pero esta prefería convertir a Cal en algo que le gustaba.

—¿En que piensas?—preguntó el pelinegro mientras acariciaba mi mejilla. 

 —En nada importante...—respondí con simpleza y me senté en los pieceros de la cama. Me sentía extraña, como si estuviera ida y cada cosa que veía me resultara interesante, como ahora lo era el piso.

Los brazos de Cal rodeándome me sacaron del trance y cerré los ojos, recibiendo de manera complaciente el calor que emanaba su cuerpo. De a poco me fue recostando en la cama, hasta quedar acostada bajo su cuerpo, lleve una mano hasta su mejilla y acomode algunos mechones de cabello, estaba algo largo, pero me gustaba como se veía, lucia menos intimidante que cuando lo tenia corto y algo desordenado arriba. Sus labios se movieron con lentitud sobre los míos, y correspondí luego de unos segundos, se sentían cálidos y tiernos. Al separarse para tomar aire mordió levemente mi labio inferior y se sentó a mi lado.

—Y ahora, ¿en que piensas?—preguntó nuevamente y toque mis labios con los dedos.

—En que besas bien—conteste con voz suave y con un ligero sonrojo en las mejillas, me levante y camine hasta la puerta, observando con el rabillo como sonreía de manera victoriosa. 

—Objetivo logrado...—susurró y solo negué con un atisbo de risa para después salir de la habitación. 

Baje por las escaleras y camine hasta la cocina, al llegar fui hasta las alacenas y revise donde se encontraba mi cereal, pero al desviar la mirada di con la barra, donde se encontraban varios vinos y algunos tragos. Con un leve suspiro, me senté en uno de los bancos y serví un poco whisky en un pequeño vaso de vidrio. Creo que a Cal no le molestaría que bebiera un poco. Al beber el liquido en un solo trago, hice una mueca de asco y agarre mi garganta, quemaba. 

Se me hacia difícil asimilar que apenas estaba en ultimo año y ya pasaba por tantos problemas, ¿donde estaba ese Dios del que todos hablaban cuando lo necesitaba?...realmente no sabia si existía Dios o no, o tal vez si lo hacia, pero para mi Dios era eso que nos había creado, no era justo, ni totalmente bueno, para mi era intermediario del bien y el mal, por culpa de él la humanidad hacia lo que quería, por culpa de él teníamos la decisión de ser buenos o malos, por culpa de él había nacido...no me sentía para nada agradecida, ni nada de esa estupidez, por su culpa solo había venido a la humanidad a sufrir, a ser utilizada por hombres. 

Hermanos con derechosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora