Había llegado el invierno, este traía consigo un ambiente mucho más nostálgico para alguien que había perdido recientemente a la única persona que lo amaba. El chico con los ojos inyectados en sangre de tanto llorar, bebía vaso tras otro lleno de alcohol. Estaba inmerso en su pena, repitiéndose seguidamente el "si lo hubiera hecho", pero ya no había vuelta atrás. Había pasado un mes desde la muerte de Silver, sus cenizas habían sido esparcidas en un hermoso rió al que esta prometió ir algún día y ahora no quedaba nada de ella.
Su perro Skip, también murió extrañamente luego de una semana, al parecer entendió lo que había sucedido con su dueña y no aguanto la tristeza, muriendo de un paro respiratorio, pensaban Scoot y Michael. Estos chicos, en especial Michael guardaba rencor contra él que ahora lloraba, no podía sacar de su mente que la muerte de su amiga había sido provocada por Cal luego de leer un pequeño diario que esta guardaba en su apartamento, en él encontró escritos de recuerdos, recuerdos que le hicieron odiar por primera vez a alguien, y más las dos palabras que Silver dejaba al final "Te perdono". Por otro lado, se encontraba Scoot, siempre había sido alguien callado, solo era capaz de mostrarse abierto ante Michael y antes, también ante Silver. Cada día pensaba en ella con los ojos llenos de lágrimas, preguntándose a donde había parado. Solo esperaba que cuando muriera pudieran reencontrarse, para reprocharle haberse ido tan repentinamente y sin despedirse.
Soltando un suspiro, Cal tomo una hoja y un lápiz. Y así comenzó a escribir en medio de su embriaguez. Aunque caía nieve afuera y adentro estaba bien abrigado, él sentía frió, y no el frió común, era un frió en su pecho, un vació que quisó expresar a través de estas letras:
Nuestra historia finalizo realmente mal. Durante el tiempo que me alejé de ti, creí que me olvidarías, que conseguirías a alguien que te llevaría a la luna y no al infierno como lo hice yo, pero mi maldito egoísmo hizo que nos encontráramos otra vez. Verte interesada por saber dónde estaba me lleno de vida, me negué a aceptarte porque a pesar de que quería estar contigo, sabía que te haría mal; sin embargo, fue en vano, ya que nos terminamos besando, y no, no me arrepiento de ese beso, pero si desgarra mi alma saber que fue el último.
Nuestras vidas se separaron definitivamente, y es triste, porque creo que el final de una mala historia de amor, merece que al final los recuerdos rompan el alma y que la única solución que queramos sea regresar a los brazos de la persona que los causo para reconstruirla, pero ahora no puedo pensar en si quiera hacer eso, porque sé que has desaparecido y no volverás.
Sé que pedirte perdón por el daño que te cause no servirá de nada, mucho menos ahora que estas muerta, aun así, lo quiero hacer, quiero pedirte perdón por todo, perdón por irrumpir en tu vida y llevarte a que ahora solo seas cenizas perdidas en el rio. Hubieras sido una mujer feliz, una chica con una relación sana, tal vez en un futuro hubieras tenido hijos, hubieras sido realmente feliz si yo no hubiera intervenido. Ahora, la culpabilidad no me deja dormir, si quiera vivir.
He decidido acabar, si tú no pudiste vivir una feliz vida por mi culpa, yo no merezco vivir una. Te amo...y si es que existe otra vida, espero ser aquel hombre que muera de alguna forma antes de encontrarme contigo, y sí es que existe un cielo y un infierno, espero ir a pudrirme en el segundo...
Así concluyo aquellas líneas, luego se levantó del suelo y con una tristeza que ya no se expresaba en lágrimas, busco el arma que tenía en esa vieja cabaña donde se había quedado el último año. Se sentó nuevamente frente a la pequeña mesita donde yacía la carta y ubico la boca del arma bajo su barbilla, en una buena posición para que no hubiera una segunda oportunidad. Obviamente el miedo lo amordazaba, pero más fuerte era la impotencia que sentía consigo mismo, así que finalmente tiro del gatillo.
Porque lo que puede ser una razón para vivir, también puede ser una razón para morir...