CAPITULO 24.

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Cuando regresé en la oscuridad de la noche a las tierras del anciano, Lara me esperaba sentada con el ceño fruncido sobre la cama.

Ya era bastante tarde y sabía que no descansaría hasta hablar conmigo, pero oh señor…

Esos pantalones…

 Si supiera que esos pantaloncitos tan finos de pijama dejaban ver la perfecta V de su sexo no se los pondría tan a menudo. Y qué decir de ese ceño fruncido tan salvaje y rebelde que hacía que mi polla palpitara de emoción al verla.

Cuando se da cuenta de que estoy en el marco de la puerta se pone en pié de un salto. Levanta los brazos hacia mí.

-Antes de que empieces a recriminarme y a gritarme solo quiero decir que necesitaba saber lo que estaba pasando ahí abajo. Escuché gritos cuando salí del baño y simplemente bajé a ver lo que pasaba cuando os vi allí con ese, ese…

-Con ese caído. –Termino la frase por ella y me acerco caminando despacio.-¿Te cuesta tanto obedecer una órden tan simple?

Cruza sus brazos y eleva la barbilla cuando estoy lo suficientemente cerca. Ese gesto me pone muy caliente.

-No me gusta que me den órdenes. Creo que ya lo sabes de sobra.

-Pero si te gusta cuando te ordeno que me abras las piernas. En eso no opones resistencia.

Obtengo un precioso sonrojo y el silencio más dulce. Sonrío satisfecho de su reacción. -¿Cómo me obedeces en eso y en lo otro no?

-Pues…-Empieza a hablar cuando doy un paso hacia ella que retrocede ruborizada frunciendo sus pequeñas cejas. -Pues porque quiero saber lo que está pasando, imbécil.

-¿Imbécil?

-Te estás olvidando de que yo también estoy metida en toda esta mierda y que necesito saber las cosas que suceden. No sé si te has olvidado de eso, Arcángel.

Dice secamente mientras despliega sus brazos apretando las palmas en puños. Ese gesto me hace mucha gracia y no puedo evitar sonreir. –Sabes más cosas de las que deberías, muñeca. A veces es mejor dejarse cosas en el tintero. Como lo que has visto antes en el salón. ¿No crees?

Resopla. -Es injusto, así nunca voy a saber lo que pasa, siempre estáis con la misma historia y yo que pensé…

Se queda en silencio unos segundos. -¿Qué pensaste?. –Me acerco más.

-Pensé que…da igual. -Niega con la cabeza y camina bordeandome hacia la puerta.

-¡Ah! joder, ¡no hagas eso! -Se lleva una mano al pecho al verme aparecer. –Déjame pasar.

-¿Dónde vas?

-Al baño. -Se niega a mirarme y todo esto me resulta muy divertido.

Me quedo quieto, observando sus frondosas pestañas como comienzan a levantarse molestas hasta que finalmente me mira.

-Quítate.-Exige y yo ladeo una sonrisa.

-¿Si no qué?

En el silencio que se crea me inclino un poco hacia ella y casualmente no retrocede. Al reves, y encima se muerde el labio inferior...Tengo que retener en mi pecho un gruñido apunto de asomarse a devorarla y en esa confusión me quedo observandola de cerca.

Tenía dos opciones. Uno, dejarla ir a donde quiera que fuese, y dos, intentar solucionar esta pequeña discusión.

Así que viendo en el estado en que se encontraba mi polla opté por arreglar la situación. Aunque más tarde se lamentaría mi gran amiga.–Vamos, ven aquí. -La rodeé con un brazo y la llevé en un segundo sobre la cama.

SORTILEGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora