SORTILEGIO

CAPITULO 26.

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Un pasillo oscuro me da la bienvenida hacia una puerta. Sin querer, ya tengo los dedos rozando el pomo y con el pecho encogido la empujo y observo el lugar...

El olor a sangre y a tierra húmeda se cuela por mi nariz. Miles de hombres luchan cuerpo a cuerpo causando gritos, mutilaciones y dolor a su paso.

Caos, dolor, sangre...

Siento como mi estomago se encoge. A lo lejos, unas luces se reflejan sin parar. Van y vienen del cielo a la tierra. Navegan como si fuesen luciérnagas relucientes flotando por el cielo...oh no, pero que digo joder. No son luciérnagas

Son Arcángeles…

Todos ellos se lanzan chorros de luz sin parar. Los que se escapan explosionan contra la tierra creando un sonido sordo e impetuoso, como si de relámpagos se tratara.

Es impresionante...

Doy un paso y siento como mis pies desnudos tocan el filo de la puerta. Miro hacia abajo y vuelvo la mirada de nuevo hacia delante. Un cálido aire me envuelve y cuando cierro los ojos caigo sobre el terreno.

Con temor miro hacia arriba, viendo como la puerta por donde he entrado se cierra quedandose todo mi mundo oscuro.

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La piel de Lara en esa mañana era especialmente pálida, hacia que el verde de sus ojos reluciera como esmeraldas. Había sudor a lo largo de la línea de su cabello y su cuerpo estaba tenso. Más tenso que de costumbre. No se dió cuenta ni siquiera de que la observaba. Me acerqué a su espalda silencioso y deslicé mis manos por su cintura. -Buenos días muñeca.

-Ay! Yoel... casi se me cae la taza.

-¿Chocolate?

-Eso és, necesito azúcar.

Me apoyo contra la encimera dejandole espacio y la examino por unos segundos en silencio.

-¿Por qué me miras así?. –Da un sorbo a la taza recelosa y la deja sobre la encimera.

Sonrío.

-Me apetecía mirarte, ¿qué pasa? ¿no puedo mirarte?. -Pone una de sus graciosas muecas y acercandome un poco más a ella estiro la mano y paso ese mechón rebelde por su oreja.- ¿Te encuentras bien?

Levanta una ceja. -¿Tu preguntándome si estoy bien?

-Si, ¿tanto te extraña?-Se queda en silencio, pensativa, y aprovecho ese momento para dejarle un suave beso en los labios.

Cuando lo hago, su respiración cae en mi boca y joder... tengo que controlarme. Lara sabía dulce.Tan dulce y tan salvaje que hasta recién levantada tenía un olor y un sabor imposibles para ser un humano.

Era irresistible.

Finalmente frunce una sonrisa y el color de sus mejillas mejora. La rodeo con mis brazos dandole calor a ese pequeño cuerpo y respiro entre su pelo. 

-Hace mal día.

-Si..-Contesto observando por la ventana el cielo gris que amenaza con lluvia, pero mi mirada viaja rápido hasta mis hombres.

 -¿Siguen allí esos caídos?

Sonrío. -¿Lo has visto verdad?

-No no, no he querido ver nada...