CAPITULO 33.

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Mis cumpleaños no es que fueran especiales, pero en cierta manera lo eran. Mama siempre preparaba una enorme tarta y Daniel nada más verla untaba el dedo en la nata y me la restregaba por la nariz. Esa solía ser siempre la primera foto de tantas que venían después.

Este año, no esperaba tener una descomunal tarta de las aquellas ni ver a mama y a Daniel por ningún sitio, pero tenía a un Arcángel sentado a mi lado y una extraña sensación que me subía y bajaba por el estomago que era muy muy inquietante.

-Ya hemos llegado.-Escucho la puerta abrirse a mi lado.

-¿Hace falta tener los ojos vendados aún?

-Sí. –Tira de mi mano ayudándome a salir del coche y me da un suave beso en los labios una vez que me pongo en pié.

Me coge la mano con suavidad y comenzamos a andar por un suelo duro. Me siento desorientada, y con la mano suelta me la llevo al pecho sintiendo mi corazón palpitar.

-¿Está muy lejos ese sitio?

-No, ya casi hemos llegado. -Se detiene y yo con él. –Déjame un pié.

-¿Un pié?

-Te voy a quitar los zapatos, así caminarás mejor.

Me quedo quieta pensando en donde demonios estamos. Llevo más de media hora en el coche con los ojos vendados y tengo algo que me come por dentro y está a punto de hacerme estallar. Supuestamente íbamos a cenar y a dar una vuelta por la costa para celebrar que hoy es mi cumpleaños pero todo este misterio es desquiciante,

 Ya no puedo más.

-Eh no no. Quieta, las manos aquí.-Coge mis muñecas y me las lleva a las caderas de nuevo. Resoplo.-No te la quites aun, espera.

-Llevo esperando casi una hora...

-Por esperar cinco minutos más no te vas a morir, ¿o sí?-Siento su aliento soplar en mis labios y no puedo evitar revolverme en mi sitio.

-Está bien…

Levanto un pié decidida y noto como se agacha muy despacio deslizando una mano por mi espalda, llegando a la parte baja y pasandola por mi trasero. Mi espalda se tensa cuando desliza sus manos por la parte interna de mis rodillas y con mucha suavidad me quita el zapato hasta descalzarme de ambos.

-Hay un escalón justo delante. Cuidado.

Levanto una mano en el aire porque la otra esta aferrada a su mano y antes de hacer algún movimiento me coge de la cintura para bajarme el mismo. Cuando mis pies tocan el suelo se hunden. Es algo suave y fresco. Mis dedos juegan y enseguida reconozco esta sensación.

Estamos en una playa.

-Ven…

Tira de mi mano y doy unos pasos inestables por esa fría arena. Enseguida me llega el sonido de las olas y el olor del mar fresco. Me dejo llevar por el viento y respiro profundamente mientras sigo caminando. Me rodeo la cintura con mi brazo libre por el frío que se cuela a través de la fina chaqueta que llevo, pero rapidamente Yoel pasa el brazo acurrucándome a su lado.

-¿Puedes adivinar dónde estamos?

-Pues…debería de ser una playa.

-Debería.-Escucho su sonrisa.-Es una playa, pero no una cualquiera...

Me inquieta. -¿Puedo ver ya?

-No aun no.

-Ohhh…

SORTILEGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora