Hazme Tuya

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Un mes después

—¿Qué está pasando? —pregunta Max.

—Shssss, es una sorpresa —responde Tiffany entre risitas— ¡Taran! —quitándole las dos manos de su vista.

—Ohhh Tiffany, ¿lo hiciste tú?

—Sí —sonrojándose—, bueno casi —ríe levemente— ¿Te gusta?

—Es preciso, mi amor. Ven acá —dándole un beso apasionado.

El cuarto de ella estaba decorado con muchos globos que se suspendían en el techo y un camino de velas iluminaba la recámara donde al fondo resaltaba la palabra: Te amo.

—¿Pero a qué se debe esto? —preguntó con curiosidad.

—Es lo mejor que puedo hacer por todo lo que has hecho por mí —dijo—. Además, mis padres no están —guiñándole un ojo.

—Eres todo un caso —expresó negando entre risas.

Ella lo llevo a la cama que la cubría pétalos rojos y comenzaron a besarse, primero sutilmente, luego con más pasión. Ella comenzó a quitarle su sweater, toco el torso tonificado de Max, y con suma delicadeza deslizó su mano hasta su entrepierna, su miembro palpitaba igual que su respiración. Él le sujeto la mano y le hizo una señal para que fueran despacio, y así sucedió. Él puso la mano de ella sobre su cabeza, le quito la blusa y el sostén y a continuación se hundió sobre sus senos duros y firmes. Mordidas y roses de lengua era lo que Max le propinaba, ella se retorcía, jamás la habían explorado como él lo estaba haciendo, y fue así hasta que bajo hasta su vagina que estaba húmeda y chorreante. Nuevamente su lengua hacía el trabajo metiendo, sacándola y masajeando su clítoris. Era una ola de sensación que Tiffany jamás había sentido, fue entonces que supo que ella estaba lista, y se detuvo dejándola para salir en búsqueda dentro de su mochila.

—¿Qué haces? —preguntó ella casi sin respiración.

—Busco un preservativo.

—Deja eso, hoy quiero sentirte.

—Pero si sales...

—Shuuu, no busques excusas, hace un mes me estoy cuidado. Ven, hazme sentir mujer —dijo finalmente.

Y él lo hizo. Terminó de quitarse el jean y la penetró, de primero lento, después todo completo. El movimiento de su cadera era como el vaivén de las olas, cada estocada era un gemido que sus bocas expresaban, ya no había pudor ni nada que los detuviera. El desenfreno, la pasión y el amor se manifestaba en aquella habitación como dos enamorados bajo el resplandor de la luna.

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Un Capítulo algo Largo pero tenía subir la llama 🌋
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Chuxamia

Dibujando Aquel CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora