Debería felicitarme por haber logrado sobrevivir una semana en esta escuela, siendo una persona invisible todo el tiempo. Mi rutina siempre era la misma: no hablaba con nadie y me mantenía lejos de la cafetería y las zonas concurridas. Había preferido evitar a las personas para que nadie descubriera mi secreto. Hasta el momento, lo estaba haciendo bien, aunque en ocasiones me había cruzado con algunos compañeros, solo había intercambiado un par de palabras para no levantar sospechas y perderme en el inmenso campus.
Pero algo que no pude evitar fue toparme en varias ocasiones con los chicos del equipo de fútbol, incluyendo a Dorian, el chico que conocí en el restaurante. Me resultaba difícil evitarlos, ya que compartíamos algunas clases, y siempre parecían tan amigables y dispuestos a entablar una conversación. Cada vez que me encontraba con Dorian, mi corazón se aceleraba y me sentía incómodo por dentro. A pesar de que él me veía como Nicolás, sentía que había algo en su mirada que me traspasaba, como si pudiera percibir algo diferente en mí.
Una tarde, después de una larga jornada de clases, me encontraba caminando por el campus hacia mi casa, cuando pasé frente a un parque donde los niños jugaban en los columpios. Me quedé observándolos por un momento, y de repente, un recuerdo de mi infancia vino a mi mente.
Era un cálido día de verano, y yo tenía unos seis años. Mi madre y yo visitábamos el mismo parque, y ella me empujaba en el columpio mientras cantaba dulces melodías para mí. Su sonrisa iluminaba mi mundo, y en ese momento, me sentía amada y aceptada tal como era. No había secretos, ni máscaras, solo era yo misma frente a mi madre.
Pero entonces, el recuerdo cambió. En mi mente, vi a mi padre observándonos desde lejos, con una expresión de disgusto en su rostro. Había sido uno de esos raros momentos en que mi padre se encontraba en casa, y nos había seguido discretamente hasta el parque. Cuando regresamos a casa, él me reprendió por jugar en los columpios como una niña "débil" y me advirtió que debía comportarme como un hombre, sin mostrar debilidad ni fragilidad.
Sacudí la cabeza para alejar esos recuerdos. Aquellos recuerdos dolorosos eran la razón por la que me escondía detrás de la fachada de Nicolás. Pero también me di cuenta de que, a pesar de todo, yo seguía siendo la misma persona que aquel niño en el parque, deseando ser aceptada y amada por quien era en realidad.
El encuentro con aquellos recuerdos me hizo cuestionar mi situación actual. ¿Hasta cuándo podría mantener esta doble vida? ¿Qué tan lejos llegaría para complacer las expectativas de mi padre? Era agotador vivir bajo la presión de ser alguien que no era, pero también temía las consecuencias si me mostraba tal como era.
En la siguiente clase, el profesor nos anunció que tendríamos que trabajar en equipos para un importante proyecto final. Mis compañeros comenzaron a formar grupos rápidamente, pero yo me mantuve en silencio, tratando de pasar desapercibido y esperando que alguien más se acercara a mí.
Fue entonces cuando Dorian se acercó con dos chicas a su lado. Me miró con una sonrisa amistosa y dijo: "Nicolas, ¿te gustaría unirte a nuestro equipo? Creo que sería genial trabajar juntos en este proyecto".
Mi corazón se aceleró ante la idea de trabajar en equipo con Dorian y dos chicas que parecían amigables. Por un lado, la idea de ser aceptado y tener la oportunidad de ser yo mismo frente a ellos era tentadora. Pero por otro lado, el miedo y la inseguridad seguían acechando en mi mente. ¿Qué pasaría si descubrían mi verdadera identidad? ¿Qué pensaría Dorian si supiera que yo era Julieta?
Tomé un momento para pensarlo, mirando a cada uno de ellos mientras sopesaba las posibilidades y los riesgos. Finalmente, decidí aceptar la oferta de Dorian, aunque con una pequeña reserva.
--Está bien, trabajaré con ustedes en el proyecto-- respondí, tratando de sonar lo más seguro posible. --Pero solo quiero que sepan que soy alguien que prefiere trabajar individualmente. No me molesto con los demás, solo tengo un enfoque diferente cuando se trata de proyectos.
Dorian asintió comprensivamente y las chicas sonrieron, aceptando mi condición. Parecía que entendían y respetaban mi deseo
de mantener cierta distancia.
--¡Genial! No te preocupes, respetaremos tu espacio-- dijo una de las chicas.
--Aunque sería divertido trabajar juntos-- agregó Dorian con una sonrisa.
Agradecí su comprensión y continuamos con la clase. Mientras lo hacíamos, no pude evitar sentirme intrigado por la idea de trabajar con Dorian y las chicas. Parecían ser personas genuinas y amables, y la perspectiva de poder ser yo mismo, aunque solo un poco, me llenaba de esperanza.
Sin embargo, a medida que el día avanzaba, mi mente seguía divagando sobre la idea. Pensé en la reunión que tendríamos que realizar para planificar el proyecto, y la sola idea de estar en un espacio tan cercano con ellos me hacía sentir ansioso.
"Estaré bien, lo puedo hacer", me dije a mí mismo, tratando de convencerme de que podía manejar la situación.
Pero, por otro lado, una voz en mi interior seguía cuestionándome: "¿Y si te descubren? ¿Y si no puedes ocultar tu verdadera identidad por mucho tiempo?".
La indecisión y la incertidumbre me abrumaban. Mi doble vida se había vuelto aún más complicada con esta situación, y no sabía qué decisión tomar. Quizás la reunión no sería tan mala después de todo, pero también existía el riesgo de que todo se desmoronara si alguien descubría mi secreto.
En medio de mis pensamientos, una pregunta persistente se hizo presente: ¿hasta cuándo podría mantener este juego? Era momento de enfrentar la verdad y tomar una decisión, pero ¿sería capaz de hacerlo?
El proyecto se convirtió en un símbolo de la lucha interna que enfrentaba cada día, y sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar las consecuencias de mis acciones.
Continuará...
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Prisionera de mi misma(Prisioner of her myself)
Teen FictionEn un mundo donde las expectativas sociales y el deseo de proteger a su madre han llevado a Julieta a vivir una mentira desde su infancia, se ve atrapada en una vida de fingir ser un chico para cumplir los deseos de su progenitor. Pero todo cambia c...