Una tarde soleada, después de haber compartido el secreto de mi verdadera identidad con Carolina, me sentí más liberada y cercana a ella. Caminábamos juntas por el parque, disfrutando del cálido sol que acariciaba nuestras mejillas.
Carolina me miró con atención, demostrando que estaba lista para escucharme.
—La verdad es que, en realidad, yo no soy Nicholas, soy Julieta —le confesé, sintiendo cómo el nudo en mi garganta se deshacía al liberar mi secreto.
Carolina me miró sorprendida y en silencio durante unos momentos. Luego, una sonrisa suave se dibujó en su rostro.
—Eres Julieta... —dijo en un susurro—. No puedo creerlo.
—Sí, lo siento mucho por no habértelo dicho antes, pero tenía miedo de cómo reaccionarías. He estado ocultando mi verdadera identidad por mucho tiempo, pero quiero ser honesta contigo y compartir este secreto contigo —expliqué, sintiendo un alivio inmenso por finalmente revelar la verdad.
Carolina asintió, procesando la información. Aunque estaba sorprendida, su expresión seguía siendo amable y comprensiva.
—Caro, necesito que sepas por qué he mantenido este secreto durante tanto tiempo —comencé a explicar, sintiendo la necesidad de compartir más detalles con mi amiga—. Mi padre siempre deseó tener un hijo varón, y cuando nací como una niña, él se sintió decepcionado. Desde entonces, me obligó a actuar como un chico para mantener la fachada que él quería mostrar al mundo.
Carolina me escuchaba atentamente, demostrando comprensión y empatía.
—Entiendo, Nicky. Debe haber sido muy difícil para ti vivir con esa presión y ocultar tu verdadera identidad —dijo, tocando suavemente mi hombro en señal de apoyo.
Asentí con tristeza, recordando los años en los que fingí ser Nicholas para complacer a mi padre y proteger a mi madre. Sentía que tenía que guardar el secreto para proteger a quienes amaba y evitar conflictos familiares.
—Sí, ha sido un desafío constante mantener esta farsa, pero no quería que mi padre sufriera o que mi madre enfrentara más problemas por mí —confesé, sintiendo cómo la emoción se apoderaba de mí.
Carolina me sonrió con dulzura.
—Eres valiente, Nicky. Aunque haya sido difícil, entiendo por qué tomaste esa decisión —dijo con ternura—. Pero recuerda que no tienes que cargar con todo esto tú sola. Estoy aquí para apoyarte, siempre.
Sus palabras me reconfortaron y sentí que había encontrado a alguien en quien podía confiar plenamente. Carolina me brindaba un espacio seguro para ser yo misma, sin importar mi identidad.
—Gracias, Caro. Tu amistad y comprensión significan mucho para mí. Es un alivio saber que no estoy sola en esto —le expresé con gratitud.
Carolina asintió con una cálida sonrisa.
—Nunca estarás sola, Nicky. Estamos juntas en esto y te apoyaré en cada paso de tu camino hacia la autenticidad —aseguró.
—Por cierto, mi cumpleaños está próximo y seguro vendrá mi abuela a celebrarlo. Pensaba festejar en mi lugar favorito. ¿Te gustaría pasar la tarde conmigo? Seguro nos divertiremos mucho —le mencioné con entusiasmo.
Carolina sonrió emocionada y aceptó con gusto mi invitación.
—¡Claro que sí, Nicky! Será un placer acompañarte en tu cumpleaños. Estoy segura de que pasaremos un día increíble juntas —dijo, con una chispa de alegría en sus ojos.
Pasamos la tarde juntas por la plaza, disfrutando de cada momento. Reímos, compartimos secretos y nos divertimos como nunca antes lo habíamos hecho. Visitamos una tienda de videojuegos, donde reímos al recordar viejas historias.
De regreso, nos encontramos con los chicos, quienes nos insinuaron en tono de broma que estábamos teniendo una cita. Carolina rápidamente aclaró que solo éramos amigos y que me apreciaba mucho, pero que no era su tipo. Los chicos, todavía convencidos de que yo era Nicolas, siguieron bromeando y provocando risas.
Sin embargo, pude notar una tristeza en los ojos de Carolina mientras decía esas palabras. No pude evitar preocuparme por ella. Decidí llevarla a un lugar más tranquilo para hablar.
—Caro, ¿estás bien? —le pregunté con sinceridad—. Parecías un poco triste cuando dijiste eso.
Ella suspiró y me miró con franqueza.
—Lo siento, Julieta —dijo suavemente.
—Sé que te gustaba, incluso lo noté en la fiesta. Pero ahora sé que soy una chica y me gustan los chicos, así que sé que nunca podríamos ser más que amigos.
—Julieta, yo también lo siento —respondió con sinceridad.
—En algún momento, por estar en este papel de Nicolás, mis sentimientos eran un desastre y me sentí confundida. No te pido que lo entiendas ahora, pero quiero que nuestra amistad no se arruine por esto.
Ella me miró con una mezcla de sorpresa y tristeza.
—Yo también quiero seguir siendo tu amiga —dijo con honestidad—. Y si en algún momento sientes algo por mí o por alguien más, dímelo. No quiero vivir de esperanzas.
Asentí con gratitud por su comprensión y sinceridad.
—Gracias por ser tan comprensiva, Caro. También quiero seguir siendo tu amiga, y si alguna vez siento algo por ti o por alguien más, te lo diré sin dudarlo —le aseguré.
Así, nuestra amistad se fortaleció aún más en medio de la confusión y los sentimientos encontrados. Sabía que había encontrado una amiga especial en Carolina, alguien en quien podía confiar plenamente y compartir mis pensamientos más profundos.
La tarde continuó con risas y complicidad, pero ahora con una confianza aún más sólida entre nosotras. Ambas sabíamos que nuestras vidas estaban llenas de incertidumbres, pero también de una amistad genuina que nos brindaba el apoyo y la comprensión necesarios para seguir adelante en el camino hacia la autenticidad.
Continuara...
ESTÁS LEYENDO
Prisionera de mi misma(Prisioner of her myself)
Teen FictionEn un mundo donde las expectativas sociales y el deseo de proteger a su madre han llevado a Julieta a vivir una mentira desde su infancia, se ve atrapada en una vida de fingir ser un chico para cumplir los deseos de su progenitor. Pero todo cambia c...