Beautiful Mess III → Bellamy Blake

ix.

Abrió los ojos con la respiración agitada. Pestañeó varias veces, dándose vuelta para mirar el techo gris mientras alejaba la transpiración de su frente. Frunció el ceño. ¿Por qué estaba observando el techo de Arcadia?

Los recuerdos volvieron a ella al instante, pero la cama estaba vacía. Bellamy se había ido. Se sentó, esperando encontrarlo de pie en la habitación, aunque estaba sola. Suspiró, preguntándose qué había pasado. Recordaba haber ido a dormir con Bellamy junto a ella y en cuanto su cabeza tocó la almohada se hundió en un sueño profundo. No oyó ni sintió a Bellamy ponerse de pie durante toda la noche.

Giró la cabeza hacia la ventanilla que ocupaba la parte superior de la pared. El sol irradiaba con gran intensidad a través de las nubes grises. ¿Cuánto tiempo había estado durmiendo? ¿De verdad necesitaba con tanta ferocidad una cama?

Se puso de pie para tomar una ducha y, una vez lista, salió de la habitación sabiendo que aquel día habría un funeral por todas las vidas que fueron perdidas la noche anterior. Aún oía el sonido de la explosión tapando sus oídos, el dolor de su espalda al chocar contra el césped y la voz de Raven comunicándose con Bellamy entre sollozos...

Sacudió la cabeza antes de ingresar en silencio al taller, donde se estaba llevando a cabo el funeral. Se mantuvo detrás de las filas de sillas colocadas frente a una mesa donde había objetos, los cuales seguramente pertenecían a los fallecidos.

No recordaba la última vez que había asistido a un funeral. En Walden, no sucedían seguido. No porque no hubiera muertes, sino porque la sociedad estaba demasiado ocupada con otras cuestiones como para honrar el fallecimiento de un ciudadano; además, allí cada uno se preocupaba por cuidar lo suyo sin importar quién estaba viviendo del otro lado de la fina pared. Alex lo había comprendido desde pequeña, cuando ninguno de los vecinos llamaron a la policía la primera vez que su padre golpeó a su madre y cada vez que salían del departamento, sus conocidos miraban hacia otro lado.

Nadie en su familia pasó por un funeral. Villard fue flotado y Sienna... Sienna había muerto en la nave Éxodo. No existía noche que Alex no se preguntara qué hubiera pasado si su madre hubiera sobrevivido. ¿Se sentiría como ahora teniendo el apoyo de Sienna? Seguramente no.

Volvió al presente cuando oyó el acercamiento de un grupo de guardias. Todos los presentes voltearon a verlos e incluso Abby y Kane, de pie detrás de la mesa, estaban sorprendidos.

—Hay terrestres allí fuera —anunció uno, causando un revoloteo en la multitud que se había puesto de pie corriendo las sillas.

Alex vio a Lincoln pasar delante de ella, pero no le prestó atención. Ambos estaban muy atentos a lo que estaba pasando.

—Debe haber trescientos al menos. Listos para atacar —continuó el mismo que había comenzado a hablar.

Le llamó la atención que estuviera dirigiéndose específicamente a Pike, incluso cuando Abby y Kane se acercaron para averiguar qué era lo que estaba pasando.

—¡Cálmense! —gritó Kane logrando que todos lo miraran en silencio—. Ese ejército está aquí para protegernos —añadió con el mismo tono de voz.

Frunció el ceño, sin comprender qué era lo que estaba pasando. ¿Protegerlos de qué? ¿De los mismos terrestres que habían atacado Monte Weather por la noche, matando a cientos de su gente?

Su mirada divagó por el lugar, encontrándose con Lincoln, quien la estaba observando de pie a un costado. Alex sintió cómo el ambiente comenzaba a caldearse y se acercó a él, pretendiendo averiguar qué estaba pasando realmente.