xvii.

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—¿A dónde fueron Octavia y Monty? —preguntó Alex en cuanto cruzó la puerta, viendo a Bellamy de pie frente a la terrestre, a quien apenas miró. Podía notarlo a leguas que no estaba cómoda con tanta gente del cielo a su alrededor.

—En busca de un electroimán a Arcadia.

Alex giró la cabeza, era Sinclair quien le contestó. Estaba sentado frente a una larga mesa trabajando en la forma de quemar lo que fuera que habitaba la mente de Raven.

Sonrió agradecida antes de volver su vista a Bellamy.

—¿Podemos hablar? —preguntó al notar que estaba distante. Sintió un cosquilleo en su estómago cuando la miró pero no dijo nada antes de observar a Sinclair, quien asintió.

Bellamy le señaló con la cabeza que la siguiera. Llevaba de vuelta su rifle entre sus manos. Ambos caminaron a una distancia prudente hasta una habitación contigua, donde corrieron la cortina para ingresar y se encontraron con lo que parecía ser un depósito. Si los cálculos de Alex no fallaban, aquello además de ser una casa, era un negocio y en esta habitación guardaban los productos.

Caminó entre los estantes y objetos que rebalsaban entre las paredes, apenas dejando lugar para la puerta y una ventana donde podía observar el bosque oscuro y silencioso a través del vidrio sucio.

—¿Qué pasó? —preguntó Bellamy.

Giró sobre sus talones, en su tono escuchó lo reacio que estaba ante estar allí a solas con ella y también cierto control por ordenar sus sentimientos. Había visto lo que pasó fuera con Jasper.

Alex había decidido temprano que no huiría más de sus sentimientos. Tras el intento del beso de Jasper y ver a Bellamy de pie en la puerta de la casa, tuvo más que claro qué pasaba por su cabeza. Lo mismo que vivió casi seis meses atrás no había cambiado.

—Jasper intentó besarme —soltó sin rodeos. Si iba a empezar por aceptar lo que sentía, entonces debía sincerarse.

Bellamy la observó en silencio unos segundos. Era difícil saber lo que estaba pensando cuando no podía leer sus expresiones debido a la escasa luz de la habitación.

—Sí, lo vi —replicó, a pesar de su respuesta corta algo en su tono de voz la hizo sonreír.

Dio unos pasos hacia delante, acortando la distancia. Debió subir la cabeza para mirarlo a los ojos. Bellamy no se movió de lugar pero notó cierto brillo especial en sus ojos más oscuros que el cielo.

—Es un amigo —repuso, arrancándole una sonrisa a Bellamy, quien desvió la mirada antes de responder.

—Eso dijiste un tiempo atrás.

Una risa se escapó de sus labios, recordando el mismo momento en el campamento cuando le asignaron el viaje de un día. Por la mañana, Jasper y Alex abrazados fueron sorprendidos por la mirada celosa de Bellamy. En aquel entonces, nada había pasado entre ellos pero ahora era una historia diferente.

—No puedo creer que lo recuerdes —comentó en voz baja.

Se encogió de hombros.

—Pasamos por muchas cosas —replicó, mirándola a los ojos.

Alex sostuvo su mirada por unos segundos, en silencio. Luchando por no perderse en su color marrón oscuro e intentó no concentrarse demasiado en los rulos rebeldes que caían sobre su frente ni la forma en que la observaba, como si estuviera esperando el mínimo movimiento para declarar el siguiente paso.

Antes de que pudiera hacer algo, oyeron un estruendo proveniente del negocio. Ambos se apuraron en salir de la habitación, rompiendo el hechizo, para encontrarse con Clarke avanzando delante de la mesa con la mano en su rostro. Se había quitado el saco que traía, llevaba una fina remera negra como todo su conjunto. Allí dentro hacía mucho calor debido al fuego que habían encendido en la chimenea.

Beautiful Mess III → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora