xiv.

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Allí dentro la única noción de tiempo que tenía era la pequeña ventana a un costado de la sala. Aún no había salido el sol, pero parecía que llevaba una eternidad encerrada en la soledad. Tenía frío, hambre y estaba cansada de llorar. Las lágrimas se secaron en sus mejillas, apenas tenía fuerzas para mantener los párpados abiertos y varias veces se encontró con su cuerpo en Monte Weather para despertarse minutos después en Arcadia. Eran pequeños lapsos de sueño, pero nunca había sentido las pesadillas tan vívidas.

Había dejado de luchar contra los precintos cuando notó que sus heridas ardían y nadie iría a curarlas. Seguramente nadie se había enterado de que Pike le tenía encerrada o si lo sabían, no les importaba. Alex no aportaba a la comunidad y ahora estaba siendo tratada como traidora, así que, ¿por qué se preocuparían?

Oyó la puerta abrirse, pero no levantó la mirada ver quién era. No había tenido ninguna visita desde Pike por lo que supuso sería él. No tenía información para darle, si quería torturarla, adelante. Pero a Jasper no le tocaba un pelo. De hacerlo, lo mataría allí mismo sin dudarlo.

—¿Alex?

Abrió los ojos, pestañeando varias veces para asegurarse de que no estaba alucinando.

Bellamy apoyó una mano en la barbilla de Alex para levantar la cabeza delicadamente, llevando un vaso de agua a su boca. Alex bebió sin objetar. Estaba sedienta.

Tosió para que Bellamy dejara el vaso a un lado. Recobró todos los sentidos al instante. Lo miró con el ceño fruncido.

—Ya le dije a Pike todo lo que sabía —susurró. Su pecho bajando y subiendo debido a la lucha por el aire. Un dolor punzante recorría cada uno de sus huesos, pero no iba a demostrarlo. Bellamy era parte del equipo de Pike y se había equivocado en creer que podía protegerlo.

—No estoy aquí por Pike —replicó incrédulo.

Se quedó en silencio, esperando que añadiera algo más. Bellamy, aún agachado frente a ella, bajó la mirada y presionó los dedos en su frente, como si estuviera debatiéndose entre hablar o no. Finalmente, levantó la mirada pero le costó sostenerla mientras mordía su labio inferior.

—Te sacaré de aquí —soltó, sus facciones suavizadas. El Bellamy ante ella era completamente diferente al que había visto en las afueras del muro.

Sin embargo, no se fiaba. Y le dolía el corazón al reconocer cuánto se habían alejado de lo que solían ser.

—Lo digo en serio, Alex —añadió como si hubiera leído su mente.

Escudriñó su rostro, buscando algún indicio de mentira pero no halló ninguno. Se sorprendió al encontrar ciertas similitudes en su actitud como la vez en que habían ido de viaje por los suministros que el Arca les había señalado desde el espacio. Aquella noche donde Bellamy casi fue asesinado por Dax de no ser porque Alex le disparó. Suspiró, pestañeando varias veces. Había mucha sangre en sus manos.

—¿Por qué? —cuestionó, ladeando la cabeza. Removió sus brazos pero gimió en cuanto sintió su piel arder.

Bellamy frunció el ceño, buscando la razón por su dolor. Se puso de pie para examinar sus muñecas detrás de ella. Sintió el tacto de sus dedos sobre su piel, erizándosela.

—Trata de no moverte —susurró, a pesar de la tensión que se sentía en el aire. Volvió a agacharse ante ella.

—¿Por qué no me liberas en lugar de tenerme aquí sentada? —inquirió, ignorando cada fibra de su piel rindiéndose ante Bellamy, quien no desvió la mirada de la suya.

Beautiful Mess III → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora