xxiv.

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Suspiró, aún mirando el techo. No sabía por seguro cuánto tiempo estuvo así, solo que había despertado y el sueño se disipó al instante. Era de noche cuando abrió los ojos por primera vez, de eso estaba segura. Habría dormitado minutos más, pero el sueño profundo no había llegado. Lo agradeció. Dormir significaba hundirse en sus temores más grandes sin importa qué persona estuviera acompañándola del otro lado de la cama.

Volteó a mirar a Jasper, quien seguía durmiendo. Luego de una conversación exhausta donde Jasper le contó cada detalle sobre Maya, cerró los ojos y se durmió al instante. Durante la charla, Alex deseó haberla conocido tanto como deseaba que Jasper hubiera conocido a su madre.

Al menos vivían en sus memorias.

Acomodó su cabello detrás de la oreja, el sol comenzaba a salir y rayos tenues ingresaban a la habitación. Se planteó salir de allí antes de que el resto del grupo despertara, pero luego recordó que no tenía nada de ocultar. Jasper era un amigo, lo quería como tal. Además, hacía mucho tiempo que no lo veía de esa forma: en calma.

Como si Jasper hubiera intuido la mirada de Alex sobre él, abrió los ojos y sonrió al verla antes de estirar los brazos mirando al techo.

—No vuelvas a mirarme mientras duermo —dijo con voz ronca.

—Estaba cuidando tus sueños —repuso ella con una sonrisa.

Jasper soltó una carcajada antes de darse la vuelta para mirarla.

—Tampoco vuelvas a decirme eso. —Alex rió. Jasper se quedó en silencio unos segundos antes de añadir en una voz más suave—: Gracias por quedarte conmigo.

—¿Para qué son los amigos? —preguntó, alzando el menique entre ambos para que él lo tomara. Lo hizo sin decir nada, tal y como hacían en el Arca cuando se encontraban fuera de sus celdas.

—¿Qué prometemos ahora? —inquirió sin soltarla.

Alex contempló la pregunta.

—¿Amigos por siempre?

Jasper puso los ojos en blanco, logrando que Alex soltara una risa.

—Estás corta de ideas hoy, ¿no? —cuestionó. Su tono sonaba más alegre y espontáneo, Alex casi había olvidado la felicidad que Jasper podía emanar con solo abrir la boca—. Eso no hay que prometerlo —continuó en un tono más serio—, ya es un hecho.

Sonrió, soltando el menique de Jasper para simplemente tomar su mano.

—Entonces, no hay nada que prometer —repuso.

Jasper asintió, contemplando la idea en silencio antes de sentarse en la cama.

Alex lo observó unos segundos hasta decidir que era momento de dejarlo solo. Quería encontrarse con Luna para preguntarle cuándo sería el entrenamiento aquel día, si era en el mismo horario que el día anterior entonces debía desayunar ahora. Se puso de pie, acomodando su ropa con las palmas de las manos.

—¿Vendrás a desayunar? —preguntó, dándose la vuelta. Jasper le daba la espalda con los pies apoyados en el suelo, erguido ligeramente hacia delante.

—Claro —repuso sin mirarla.

Alex sonrió, saliendo de la habitación.

En el pasillo ya había movimiento, pero ningún rostro se le hacía conocido. Vagó hasta la habitación de Bellamy, donde ingresó sin tocar. Se detuvo cuando vio a Bellamy de pie, poniéndose la chaqueta.

—Hola —saludó ella, cerrando la puerta detrás. Se encaminó hacia la ropa de entrenamiento.

—Creí que estarías en el comedor —comentó, aunque no había ningún rastro de segunda intención en su voz, Alex sabía que le llamaba la atención su entrada en ropa para dormir.

Beautiful Mess III → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora