xvi.

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Se inclinó hacia delante, apoyando las manos en sus rodillas y buscando llenar sus pulmones de aire a través de grandes bocanas. Cerró sus ojos, los cuales dolían debido a las lágrimas.

El encuentro con Raven había sido más intenso de lo que había planeado. Al principio creyó que podía mantener la calma pero fue mucho peor.

Se irguió, secándose las lágrimas.

En la oscuridad de la noche, avanzó, alejándose, y se sentó delante de un árbol, apoyando su espalda en este y mirando hacia el lado contrario de la casa. Cerró los ojos unos segundos, mientras más lágrimas manchaban su rostro.

No había pensado qué tan profundo en el pozo estaba hasta ese momento. Lo que dijo Raven no era del todo verdad, pero sus acciones mostraban todo lo contrario. Su mente trabajó día y noche luego de Monte Weather recordándole todo lo vivido, incluso la muerte de su madre. A quien tanto anhelaba. Si ella estuviera allí, nada de esto hubiera pasado.

—¿Puedo sentarme?

Levantó la mirada, encontrándose con Bellamy de pie junto a ella. Bajo la luz de la luna, notó que no llevaba el arma.

Asintió.

Para su sorpresa, se sentó delante de ella. Lo observó en silencio mientras se acomodaba. Abrazó sus piernas, como si así pudiera protegerse de sus sentimientos, pero la realidad era que su mente era un desastre.

Se mordió el labio inferior cuando Bellamy volteó a mirarla, recordando todo lo que Raven había dicho.

—Lo que dijo... —empezó aunque se detuvo cuando un nudo se formó en su garganta.

Bellamy sacudió la cabeza.

—No tenemos por qué hablar de eso —repuso pero Alex no se mostró de acuerdo.

—Sí, tenemos que hablar —replicó. Un recuerdo invadió su mente. Recordaba haber estado en una situación similar cuando el campamento estaba a horas de ser invadido por los terrestres. Bellamy tampoco quería enfrentar una situación, en aquel entonces, sus sentimientos—. Lo que Raven dijo no es verdad —soltó sin pensarlo dos veces.

Bellamy lo observó en silencio de hito a hito. Sus rulos caían sobre su frente, pero una cicatriz en su mejilla ocupaba la atención de Alex, incluso cuando sus ojos brillaban en aquella noche oscura. ¿En qué se habían convertido? ¿Dónde estaban los cien delincuentes que habían trabajado días enteros por la seguridad? ¿Los que estaban listos para pelear contra los terrestres por defender lo suyo?

¿En qué momento se habían perdido?

Alex suspiró. En su mente, una luz se encendió. Era hora de cambiar. Había tocado fondo en aquella habitación con Raven y ya no quería seguir navegando en aguas turbulentas. Sabía que no podría salir de allí sola, pero la persona que tenía ante ella la ayudaría. Siempre lo haría. Porque siempre, todo, se resumía en Bellamy.

Se encogió de hombros cuando soltó una risa que sonó a un sollozo incontrolable. Las palabras se ahogaron en su garganta, pero no podía detenerse ahora. Bellamy estaba allí, dispuesto a dejarlo todo como tantas veces había deseado.

—Necesito ayuda —soltó con lágrimas y asintiendo. Bajó la cabeza, avergonzada de repente. Entonces, en unos segundos que para ella fueron eternos, sintió a Bellamy abrazándola.

Alex apoyó sus manos en la ancha espalda de Bellamy, mientras escondía el rostro en su cuello con los ojos cerrados. Nunca supo cuánto tiempo lo había anhelado hasta entonces.

—Confío en ti, Bellamy —susurró. Él se separó aunque sostuvo los manos de Alex entre las suyas y sonrió con tanta ternura que Alex creyó que se desintegraría en aquel instante.

Beautiful Mess III → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora