¿Por qué lo arruinaste?

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Dije que era un Au. Así que prepárense para lo que viene en este capítulo con Severus Snape. Jajajaja

Severus Snape nunca fue un hombre de grandes palabras. Tampoco de grandes emociones. Difería de todo aquello. Su madre se casó con un ebrio que no hacía más qué golpearla hasta el cansancio, cuando la familia Black llegó a su vida pensó que seria otro problema del cual escapar. Pero Sirius era un buen chico, a pesar de sus fricciones, porque él era muy liberal y él pequeño Snape muy callado. Eso y muchísimo más le impedía asegurar que sería buen amigo de los dos niños Black.

Aún recordaba ha la perfección como la matriarca de la casa le había aceptado con total libertad. Sabía que Walburga Black era temida, respetada, odiada y amada ha partes iguales. Pero era porque la mujer era capaz de hacer tu vida un infierno sí no le caías bien. La prueba viviente de todo ello fueron los mejores sangres pura que habían logrado entrar a su círculo social. No odiaba a los mestizos, no odiaba las amistades de su hijo mayor; Sirius era lo suficientemente hábil para destrozar cuerpos que mancharan el honorable apellido Black con su racismo. Pero Regulus era más inocente, y con él siempre fue como una Leona.

Esa mujer lo adoraba, tanto que luego de la trágica muerte de su madre; que aún le dolía, le adoptó como un hijo más. Nunca se sintió tan intimidado como cuando paso a ser un miembro más de la familia Black gracias a la adopción mágica.

—¡Abajo!—la voz de su Lord le hizo inclinar la cabeza aún lado, el rayo de color rojo paso rozando una de sus mejillas.

—¡Cuida a los niños!—los gritos de los mayores le hicieron caminar más rápido hacia la sala.

Le había sorprendido que le dejaran entrar a la casa. Pero estaba seguro que todo era obra de Black. Él siempre fue bienvenido en su casa. Aún cuando cayó en la depresión de la muerte de la mujer más importante de su vida, aún cuando sus rasgos Prince se asentaron dejando que los de los Black ayudarán un poco en ello.
Porque odiaba que la gente lo viera cuando quitaba su Glamour, porque Walburga Black lo había hecho el hombre derecho que era. Por eso, por más que eso sostuvo la varita y apunto derribando unos cuantos adornos a su paso.

—¿Dónde está Potter?—cuestiono observando a los hombres que se encontraban agachados en medio del campo de batalla.

Se pudo haber reído por la posición tonta en la que se encontraban, pero no lo haría, tal vez no era el maldito momento. Más hechizos salieron volando de un lugar a otro con una precisión estupenda.

—¿Qué mierda?—la voz de Serpens Malfoy le hizo maldecir un poco por lo bajo—¿Cómo llegaste hasta aquí pequeño Sev?

La bilis le subió rápidamente por la garganta y contra todo pronóstico se aguanto las ganas de insultar que le parecían totalmente razonables, pero su sentido común le advertía sobre el riesgo de esto a la mitad de una sala que parece un campo de batalla gracias a los hechizos que eran lanzados unos a otros con la intención de aniquilar a su oponente.

—¡Potter es él que está embarazado!—grito por encima de los sonidos de destrozó, estaba cansado, solo quería ir a casa a tomar una larga y reconfortante siesta—¡Rictusempra!—grito apuntando hacia la pelirroja.

No era un maleficio asesino, mucho menos uno que rompiera huesos como si se tratarán de papel, estaban en casa con un bebé perdido; Draco; y una bruja loca, que se atrevió a robar algo de los Black.

—¡Ya lo sabemos, ve por los niños a la planta alta!—Tom asintió de acuerdo con él rubio mayor—¡Crucio!—la voz potente del hombre fue la señal que necesitaba.

Con trabajo huyó, Lilian Evans era una formidable Inefable, se había ganado con esfuerzo el respeto dentro del mundo mágico gracias a sus encantamientos perfectos. Pero que ahora estuviera luchando por un hombre, sin duda le quitaba todo el encanto que alguna vez logro mirarle.

—Todo es una mierda—con varita en mano movió algunos pequeños adornos destrozados—debí quedarme con Reg y ese chucho pulgoso de su hermano.

Subió todo el camino de las escaleras quejándose de lo mierda que era la situación aún cuando escuchaba a los dos hermanos pelear a bajo. Los golpes de magia sin varita eran excelentes de parte de su Lord; debía aceptarlo, era todo un prodigio. Mientras que las maldiciones de tortura se escuchaban potentes de parte de Serpens. Podía imaginarse que Evans usaba todo el repertorio de hechizos inventados por ella, pero era un fracaso ninguno lograba dar en el blanco.

—James—le llamo por su nombre aún cuando le dió arcadas—¿Dónde estás maldito cornamenta?

Un suave quejido en el baño de la habitación llamo su atención, ¡Por Merlín y Morgana, que no estuviera en labor de parto!, Y gracias que no lo estaba cuando abrió la puerta de una patada. Estaba sentando devolviendo el estómago mientras intentaba abrazar lo que parecía ser el cuerpo de un recién nacido. ¡Maldita sea! Ya no estaba en labor de parto, acaba de dar a luz.

—Tranquilo—uso la voz más amigable que podía en él, pero dudaba que le reconociera aún con todas las pociones de amor encima—, él chucho pulgoso me encargo cuidarte—algún día se iría al infierno por mentiroso.

No recibió quejas cuando le ayudo a levantarse y cuando tomo al pequeño bebé en brazos él castaño señaló a su cama apenas estuvo fuera, ahí, perfectamente recostado estaba Draco. ¿Cómo no se había dado cuenta del chiquillo?, Los dejo en la cuna mientras ayudaba a James a recostarse de igual forma, tal vez pudiera convocar algunas pociones.

—Quedate quieto—lo observo con atención—solo me tomara un segundo.

El encantamiento aturdidor que le golpeó le hizo ver el mundo girar, cayo de espaldas aún con la cabeza mareada y una terrible sensación de ser él quien devuelva la comida en esos instantes.

—¡Por qué no pueden dejarme ser feliz con James!—la voz llorosa le hizo sentir un poco de pena.

Muy poco, pareciera que ni lo sintió hasta que la maldición asesina rebotó en la pelirroja matandola y dejando una pequeña cicatriz en la frente del pequeño Harry Black. Una en forma de un rayo, que de manera inexplicable unía a su Lord con el pequeño chiquillo que movía las manos con estusiasmo hacia él.
Como si esos lindos ojos pudieran ver a través de él, analizarlo, como si su vida ya hubiera sigo vista por ese adorable bebé de mejillas regordetas.

Tal vez no pueda actualizar pronto, tengo un examen importante el domingo y estoy estudiando hasta dejarme el cerebro. Así que no es tan malo.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora