Especial: Percy no es realmente un inocente.

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No sé si escribí bien los nombres de los hechizos. Cualquier error comentarlo. Y aquí tenemos con quién se quedó Percy, porque y de qué forma. Jajajaja Percy es tan inocente para algunas cosas.

Estaba enojado, su trabajo en el ministerio no era lo suficientemente importante como para soportar toda esa mierda. No iba ha vender a su familia por un estúpido puesto que más que hacerlo sentir completo y pleno, le haría sentir un esclavo del sistema. Solo esperaba que el ministro no fuera tan idiota como para cruzarse en su camino en esos preciosos momentos.
Bill estaba detrás suyo siguiéndole como si en cualquier momento fuera a explotar como un idiota insensible.

—¡Qué Merlín me perdone, pero el ministerio es un asco!—siseo deteniéndose ante unas de las filas de las chimeneas.

—Calma Percy—repitió Bill por décima vez en el día desde que su hermano había ido a hablar con el ministro pidiendo permiso para la boda de su hermano.

Su cabello de color rubio caoba se agitó ante lo poco amable que se encontraba él chico. Agitó las manos con movimientos un poco discordantes con lo que realmente quería decir.

Rufus Scrimgeour que Merlín y Morgana se lo permitieran, pero iba a hechizar el asqueroso trasero de ese hombre si no le daba el día. De hecho renunciaría.

—¿Calma?—se agitó más él pecoso buscando su varita—¡Me vale una verga tener calma!

Todos los magos que estaban a su alrededor empezaron a hablar de su falta de decencia con ese lenguaje vulgar. Él menor se dió la vuelta regresando a la oficina de su jefe. Bill negó preocupado mirando ese fuego arder en una pasión que podría destruir a cualquiera si no era domada de la mejor forma. Grandes zancadas con los murmullos de magos que le abrieron paso a un muy enojado Percy Black que sostenía la varita con tal brutalidad que no querías estar en medio del fuego cruzado. Su siempre impecable, perfecto y bien parecido atuendo estaba hecho un desastre, la cara estaba de un rojo intenso, sin saber exactamente sí era por la irá o por el gran esfuerzo que le estaba costando no maldecir a todos lo que se metían en su camino.

Murmullos, algunos sobre la locura Black qué tal vez ya se había apoderado del siempre perfecto Black. Algunos hablaban de que seguro el ministro no había cedido a sus intentos de adulación barata y por eso estaba tan enojado. Pero una mirada de Bill basto para callar a todos.

Interrumpió en una estampida de mágica cruda, fuerte con un ligero olor a ozono. No sé fijo que él señor ministro tenía de visita a Oliver Wood, ese insoportable e idiota obsesionado con el Quidditch.

—¿Percy Weasley?—la voz del de ojos marrones hizo que Bill intentará impedir todo un desastre.

—¿Qué cree que hace señor Percival?—Rufus pregunto desconcertado ante la furia ciega del muchacho.

—¡Estoy hasta la polla de usted!—grito intentando apartarse de su hermani—¡Renunció, maldición, nunca haría lo que me pidió! ¿Usted entiende el concepto de honor familiar?

—Señor Black, debe tomar las cosas con calma—él hombre mayor tomo una postura de superioridad—¿Perdería un excelente puesto en el ministerio solo por su horrible u nada apto sentido de fidelidad?

—¡Sí!—camino hasta el escritorio sin apartar la mirada del hombre—¡Cualquiera puede tener un puesto de trabajo, pero no familia y yo amo a la mía!

—¡Oh, están patético como su madre!—murmuro apenado y triste como si realmente lo fuera—Creo que al final los Black si están locos.

—¿Qué dijo de mi madre?—Bill interrumpió enojado.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora