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Con el cuchillo de plata parto la carne, dejando ver la tierna piel carbonizada, con un ligero tono rosado en el interior, el olor desase la boca dificultando retener la saliva.

Es patético no poder disfrutas del manjar, que yo mismo cosine y dársela al enemigo con mi propia mano.

En esos masticares el jugo carnoso se desliza al costado de su labio.

-Límpialo.

Tambaleándome, subo a la silla intentando acercarme a la altura de su rostro. Él amo no se mueve, ni me voltea a ver, solo espera a que cumpla la orden. Con el pañuelo en la mano acorto las distancias, extrayendo el suculento jugo con la lengua. El sabor articiopelado me acaricia el paladar, saboreando el matiz de las hiervas.

"Delicioso."



Me despierto.

Envuelto en extrema confusión me mantengo acostado. El sentir mi lengua por su piel, con ese deseo e mi interior, parecía tan real que es difícil saber si se trata de un sueño o un recordatorio de lo que paso anoche.

Un sonido atroz causado por mis tripas, despierta a las aves.

"Necesito comer o perderé la cordura."

En cuclillas camino hasta el jardín, el césped es alumbrado luciérnagas mientras los grillos cantan sus sonatas.

"Duraznos y manzanos"

Son los únicos arboles con alimento en este lugar, lo demás es flora. No mucho pero lo suficiente para saciar el hambre.

Arranco la fruta y la devoro una tras otra. Cuando me doy cuenta del peligro de mis acciones, me detengo.

"No me las puedo acabar es un solo día, algo me dice que viviré de esto por un largo tiempo."

Pasan las semanas y no hay día donde no me sienta demacrado, con el primer rayo del sol a la oscuridad de la noche, la sensación de inferioridad y menosprecio incrementa.

Mi "dever" es mantener la casa en orden, ninguna telaraña, plato sucio, o mueble empolvado debe estar al alcance del amo.

Su pasatiempo favorito incluye humillarme o causarme dolor cada vez que fallo en mis tareas, ya sea con su propia mano o con cualquier otra cosa. Cuando se trata de tortura su imaginación parece no tener limites.

Hace poco me ordeno poner los pies en un hormiguero por servir la comida demasiado caliente, también me utiliza de recargo para sus pies, sin olvidar cuando me pidió recoger flores con espinas y ponerlas en cada florero de la casa. Las vendas cubren la mayoría de mis extremidades, tantas heridas en tan poco tiempo.

Las cartas de Henry es lo que mantiene mis sonrisas. Recibo noticias suyas cada catorce o dieciséis días.

Con el tiempo les empece a tomar cariño a las aves, y a notar sus diferencias. La de pico curvado se llama Coronae, el de ojos pequeños es Cancri y el de piernas delgadas es Gama. Les e puesto nombres de estrellas, como recordatorio de enviar mis cartas, por la noche. No quiero que por accidente el amo descubra a mis pequeñas volando en pleno día.

Mi amigo. Por otra parte, me relato la gran mentira de mi  muerte; En nuestro ultimo viaje tuvimos la mala suerte de toparnos con unos bandidos mientras paseábamos por los bosques, obvio como el "gran héroe" que soy, valientemente combatimos a los enmascarados. Golpes por aquí, muelas rotas por haya, todo un espectáculo. Lamentablemente al notar sus armas de fuego me tube que sacrificar por la vida de mi amigo, tomando a los ladrones y empujándolos por el barranco junto con migo. Quien diría que para morir como héroe incluye dramatismo.

Frankenstein-LGBT-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora