Frankenstein-LGBT-

XIV

Escondido atrás de la puerta espero la señal para salir.

Pasos se aproximan, miro que todo esté en posición, con las tres velas prendidas en mi mano temblorosa.

Ha entrado en el cuarto y al ver la cama se le cae lo que trae encima.

Sin que me mire cierro la puerta a sus espaldas.

-Hola.

Nos miramos y aunque fue por unos segundos veo que estaba aliviado de verme.

-La cama se rompió.-Digo sin más.

-Lo noté.  Ven aquí pequeño vamos a cambiar...

-Si das otro paso quemaré el cuarto.

Él sabe que si de alguna forma la flama toca la madera del suelo, será el fin para al menos uno de los dos.

-Perdiste la cabeza pequeño.

"Desde hace tiempo".

-No, sólo quiero que me escuches.

-De acuerdo, te escucho.

Al frente del uno del otro tomo una distancia "segura" y busco entre mi cabeza las palabras que por el estrés las tengo desorganizadas. 

-Prometiste que no me harías daño, ¿lo recuerdas?, prometiste que me tratarías bien y aun así me encerraste aquí abajo.

-¿Te ofende que te mienta?, Desde hace dos años has echo lo mismo.

-Ya no puedes criticarme, no después de todo lo que has echo. Tus actos son igual de malos que los míos.

- Eso jamás, tú eres peor, tú y todos los humanos, seres tan egoístas. El hombre es el animal que más me causa nauseas, pero tú eres el que más odio.

-¡No tanto como yo te odio a ti!.

-¡Tu me creaste!.

-¡No me importa!.

Veo como piensa en levantarse directo a hacerme daño pero solo falta que alce la flema para que se vuelva a sentar.

Intercambiamos miradas, ambos llenos de resentimientos listos para defender nuestras posiciones.

- Yo sé que no soy buena persona, por obvias razones, pero tú también eres capaz de hacer cosas horrible que llegan hasta el punto de destruir vidas.

Muestro mis muñecas marcadas con los lazos como demostración.

-Todo esto lo hago por ti, pensé que ya lo habías entendido.

-No es verdad. Eres despiadado cuando te enojas, lamento decirte amo que aunque yo fui el que te llevo a tener esta personalidad, cada uno toma las desiciones de su propia vida y tu nunca fuiste un ser bondadoso o amable como los hombres de las historias que tanto amas  leer, ¿sabes por qué?....porque tu nunca fuiste uno.

Al dar en el lugar donde más le duele, se acerca a una velocidad inhumana y me agarra del cuello. Con fuerza me arrebata de las velas apagándolas con la fría pared de piedra.

Por unos momentos me concentro en el dolor de la nuca pero casi al instante empiezo a reír, a burlarme de él. Sé muy bien lo que pasa por su cabeza.

-No puedes verdad...matarme. Nunca pudiste, me amenazas con la muerte desde siempre pero solo son palabras.

-Yo te odio.

-No...Tu me amas..

Todo se detiene, el enojo, los insultos nada puede contra la verdad de esas palabras.