"Nos volveremos a ver".

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Capítulo 24: "Nos volveremos a ver".

—¿Por qué has venido aquí? —Pregunté seria.

—El Jefe Younghae me pidió que viniera a Canadá, ya que había unas cajas que solo podía ser distribuidas con mi firma —explicó.

Con mis brazos cruzados analizó su compostura sospechosa.

—Sr. Park Ji Min, hubiera avisado, esto de venir de sorpresa no me gusta nada.

—Srta Park ___, no se moleste con Jimin, al menos vino para visitarme, o no enano —dijo el Sr. Kim juguetón.

«¿Le llamas enano? Creí que era la única», pensé un poco celosa.

—Como sea, no iremos en la mañana —dije mirando desinteresada a otro lado.

—Coman, la comida de aquí es deliciosa —dijo el Sr. Kim.

—Gracias Sr. Kim —agradecí ladeando una sonrisa.

—No es necesario que me hables formal, por favor dígame Jin.

—¿Jin? ¿Wae?..., ¿por qué se hablarían informal en el trabajo? —Reclamó celoso.

—Porque me cae bien —comentó mirándome anonadado.

—Que incómodo —murmuró Jimin.

Reí y empecé a comer.

—¿Cómo te va en Corea ahora? —Preguntó su amigo.

—Bien, extrañaba mi viejo hogar. —Sonrió—. Por cierto, ¿dónde está el secretario YongHwa? —Le preguntó a Jin.

«Yah, ¿qué haces mirándolo a Jin cuándo no tiene idea?», pensé en modo poker face.

—Emm... —me miró sin saber que hacer—. Cierto, Srta. Park.

Suspiró.

—No lo sé, quizás se fue a ver las estrellas —dije irónica, masticando la carne.

Exhalo en un fastidió.

En toda la comida mantuvieron una conversación en la que yo no quería participar porque solo hablaban cosas de chicos.

Suspiró levantándome.

—¿Ya te vas? —Preguntó Jin.

Ye. Me iré a dormir. Buenas noches —dije.

—Déjame que te acompañé a tu cuarto. —Se levantó educado.

Anio, estoy bien —me fui del restaurante y antes de ir a mi cuarto, salgo del hotel para tomar aire fresco.

Veía a parejas y otras personas acompañadas en grupos de amigos.

Flashback.

No está mal sentirse sola —dijo Jimin cambiándose la camisa luego de entrenar en el campo de juego.

Dada vuelta, mirando en el suelo, contestó:

—Nadie de aquí sobrevive estar solo. El que diga que le gusta, miente —expresé segura.

Rio.

—¿Cómo estás tan segura?

—Porque así me sentía.

—¿De verdad? ¿Y qué se siente?

—Un vacío y tristeza —contesté cabizbaja—. No quiero estar sola nunca más —dije dándome vuelta, lo veo en calzoncillo.

Casados por conveniencia | Jimin y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora