Casados por conveniencia | Jimin y tú

"¿Por qué no me lo dices"

Capítulo 41: "¿Por qué no me lo dices?"

—¿Qué te parece el plato de comida que preparé con odi-amor? —ladeo una sonrisa forzosa.

—Está bien —dije sin más, masticando suavemente

—¿No me halagaras?

Levanté el pulgar.

—Leí en una re... —se dio la vuelta aprovechando a escupir el bocado en una servilleta. Lo había preparado horrible, demasiado salado.

Volvió a mirarme, lo que sonreí.

«No sé de qué coño está hablando».

—En fin, creo que prepararle la receta de esa revista a tus padres.

—¿Ah? ¿A los míos? ¿Por qué? —confusa.

—¿Cómo por qué? Me dejaron en trabajar tu empresa.

—Ahh..., pues es mejor que no lo hagas —me levanté de mi asiento yendo a la sala.

—Eh, eh, hoy tengo que ver mis dramas —corrió haciéndome un lado.

—¿Qué haces? Es mi casa, idiota.

—¿Idiota? —rio irónico—. Tú lo serás.

«¿Y a este que le pasa?», pensé enojada.

—Vete, no te dejaré que uses mis cosas —dije.

—¡¿Qué te cuesta compartir?!

—Ve a la casa de tu amiguito, necesito ir a trabajar y tu bien lo sabes.

Se rio en mi cara.

—Tengo que esperar que el otro se desocupe de su trabajo para que me deje entrar a su casa, así que no se podrá.

—Jimin, estás teniendo un actitud insoportable, quién te entiende. En un momento eres amable y en otro este.

—¿Cómo dijiste? Yo estoy bien —se defendió.

—Eres un bipolar. Cómprate una casa, por favor —dije molesta.

—Está bien, me iré de aquí. Ya que nadie me quiere —comentó yéndose ofendido.

Suspiré pesado.

—Necesito una cerveza —dije yendo a la cocina.

Abrí la lata y tomé un sorbo largo.

—¡Ajá! ¡Así te quería pillar! —Estaba Jimin mojado.

Quedé en silencio, atónita.

—Es que está lloviendo —carraspeo nervioso tomando una lata del refrigerador—. ¿Me invitas? —Antes de abrirla.

Me marché de ahí.

—Lo tomaré como un sí —contestó a mis espaldas.

Descanse en el sillón, colocando la canción de spring day.

Se sentó a mi lado y dijo:

—No te preocupes, buscaré un departamento. Ya le he jodido bastante a Jaebum —soltó una pequeña risa.

Suspiré.

—Jimin —nombre mirando a la nada.

—¿Qué?

—Si la mujer a la que amas está lejos, ¿la irías a buscarla aunque tenga que dejar todo?

Ladeo una sonrisa inocente.

—Qué pregunta es esa si lo has visto, ___

«Cierto... cierto, Park Ji Min».

—Espero que esa persona que amas, valga la pena.

—¿Ah? ¿Amar a alguien? —Se hizo el tonto.

Reí.

—Sé que amas a una mujer, ¿la conozco?

Dudoso, respondió;

—Sí.

—¿Y quién es? —Sorprendida.

—No puedes saber mucho, no estoy preparada. Y seguro no te caerá bien a noticia.

Tomé un poco de la lata.

Apoye mi mano en su hombro.

—Yo quiero que seas feliz, Jiminnie.

Rio incrédulo.

—Ninguno de los dos quiere ver el otro feliz —dijo sincero.

—¡No digas eso! No esta cool vivir infeliz, lo digo por experiencia propia —comenté.

—¿Quieres que te diga unos de los mayores secretos que tengo?

Flashback.

—No confíes en los secretos.

—¿Por qué? —pregunté curiosa.

—Porque siempre suelen ser dolorosos y destructivos para la otra persona. No quiero que te caiga una bomba —comentó cerrando su casillero.

—¿Entonces qué? ¿Debería vivir en una mentira?

Rio despeinándome.

—Es lo mejor. Vivir en una bola de cristal que ver la cruda realidad de la infelicidad.

Fin del flashback.

—¡No lo hagas! —contesté rápidamente—. Prefiero que te guardes el secreto —disimule una sonrisa. Tragó fuerte levantándome y despidiéndome de él. 

«Sea lo que sea no me gustaría saber los secretos».

[***]