Primer día de trabajo

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Hoy sería el día en el que el Soldado del Invierno, iniciaría su misión. Todo estaba preparado, tan sólo serían cinco días, como máximo. Había llegado temprano a la escuela, llovía mucho y al no conocer la zona, tuvo que pedir indicaciones para llegar.

Ahora, se encontraba allí, en la sala de profesores, mirando a cada una de las mujeres que ingresaban al lugar, analizando, cual de todas ellas sería su víctima.

El tiempo pasó y el director, los había convocado a todos para presentar al nuevo integrante de cuerpo docente.

-¡Bien, creo que ya están todos!- anunció en voz alta.

-Todos no, director. Aún falta Gaia- indicó un joven entre ellos.

-No me extraña, Curtis siempre llega tarde- expuso irónico -Como les decía, él es Sebastián Jenner, es el...-

El ruido de una puerta, abriéndose, interrumpió al director y un pequeño cuerpo encapuchado, ingresó al lugar hablando sola. El soldado, al fin, conocería a su objetivo.

-¡Por favor! ¡Se está cayendo el cielo allá afuera!-

Ignoró por completo a los presentes sacudiendo su paraguas, causando gracia en algunos y molestias en otros.

-¡Curtis! ¡Llegas tarde!-

Reclamó su superior, pero ella ni se inmutó, colgó su paraguas y volteó lentamente, hasta quedar completamente frente a todos. Aún no quitaba la capucha y no sé podía ver su rostro.

-Lo siento, director. Tenía que llevar a mi hija al jardín. No volverá a pasar-

Quitó la prenda sobre su cabeza, revelando su hermoso rostro con ojos avellana y una cálida sonrisa.

Era ella, la chica de sus sueños, la que veía todas las noches y no sabía quién era. Él soñaba con Gaia Curtís, la Alquimista del Sol.
La miraba atónito, mientras ella lo ignoraba y le hacía señas al joven de antes, que reía al verla. Era tal cual la había soñado y quedaba claro que, sería la misión más difícil de su vida.

-Eso espero. Bien, como les decía, antes de que nos interrumpieran- miró a la recién llegada y ella, quedó inmóvil en su lugar -Él es Sebastián Jenner y será, nuestro nuevo profesor de deportes. Tratenlo bien. Eso es todo-

Salió de allí, dejándolo a merced de sus compañeros que le daban la bienvenida, a excepción de la joven que, mantenía una amistosa charla con su compañero de hace unos instantes.

-¡Marcus!- exclamó feliz -¡Dea te manda saludos!-

-¿De verdad?- preguntó emocionado.

-¡Nah!-

Se burló. Pero él la empujó un poco fuerte, haciéndola caer sobre unas sillas del lugar. Ella gritó por impresión del momento. No la había lastimado, tan sólo, había perdido el equilibrio con sus propios pies.

-¡Gaia! ¡Lo siento, no quería...!-

Se inclinó para ayudarla, pero alguien lo empujó, alejándolo de ella.

-¿¡Qué creés que hacés!?- el nuevo profesor, lo enfrentó, hecho una furia -¿¡Cómo se te ocurre empujarla así!?-

Todo el mundo había quedado estético, mirando el espectáculo frente a ellos. Nadie entendía el porque de esa reacción, hacia esa absurda situación que a ella siempre le pasaba.

-¡Oye! ¡Tú!- se puso de pie frente a él -¿Por qué lo tratas así? ¡Fue un accidente! ¡Estábamos bromeando! ¡No tenías porque empujarlo!- lo miró a los ojos. Esos ojos con los que había soñado tantas veces -¡Estoy bien! ¡Ves!- se señaló a ella misma -Bueno... No tanto... Me sangra la mano, pero ya pasará- miró la palma de su mano y sonrió -Por cierto, bienvenido y todo esta bien entre nosotros, Marcus- miró el reloj en la pared -¡Dioses! ¡Llego tarde!- salió de sala sin mirar atrás.

El Regreso de la Magia y la AlquimiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora