El día había amanecido hermoso en la ciudad de Dublith, aunque el ambiente estaba muy frío. Por esa razón y por otras más, una despeinada alquimista, no quería despertar.
-Gaia- susurró el soldado, mirando el desastre que parecía una mujer, dormida en su cama -Gaia... Amor... Despierta- le apartó el cabello despeinado de su rostro -Despierta...- ella respiró profundo y volteó.
-Shhh hace frío... Déjame en paz- murmuró entre sueños, cubriendo su cuerpo -Vete...Quiero dormir-
Lo apartó de ella con desgano y él la zamarreó con insistencia, en modo de juego.
-¿Qué dijiste?- preguntó irónico -¿Qué te dejara en paz?- habló en el mismo tono -Eso nunca pasará - aseguró, besándola -Vamos... Despierta, sé muy bien que no estás dormida- volvió a besarla -Tienes que desayunar e ir a trabajar- ella abrió un ojo para verlo.
-¿Por qué nací pobre?- se lamentó, cubriéndose hasta los ojos -Te voy a extrañar- mencionó nostálgica, entre las sábanas.
-Yo también, pero tienes que trabajar- respondió conmovido.
-No era para tí...- hizo una mueca para no reír -Se lo decía a la cama-
Él la empujó ofendido y se levantó.
-Ponte esto- le arrojó su camisa a la cara -Iré por el desayuno- habló más ofendido que antes -No puedo creerlo- murmuró entre dientes -Quiere más a una cama que a mí... Tendría que correrla de aquí...Está utilizandome- ella rió a carcajadas, parecía un adolescente -Lo peor de todo, que a mí me encanta que lo haga... Soy patético- salió de la habitación, murmurando.
-Está loco- negó con la cabeza, vistiéndose con la camisa -Mira, aquí estás- se estiró hacía la mesa de noche y tomó el medio flamel que había allí - Hacía mucho que no lo llevaba puesto, me preguntaba si lo había perdido- lo acarició con su pulgar -Es muy similar al que yo tenía- lo volteó para mirarlo mejor -Pero el mío, tenía grabado mi nombre en él-
Lo acarició una vez más y él ingresó a la habitación con el desayuno.
-¿Te gusta?- preguntó acercándose a la cama. Ella asintió -Póntelo- negó.
-Lo siento, no tendría que haber tocado tus cosas-
Lo tendió hacía él, que lo tomó.
-En realidad, no es mío- lo pasó sobre su cabeza y lo miró sin comprender -Pertenece a la mujer que amo-
Ella observó el flamel colgado de su cuello.
-Con menos razón puedo ponermelo- intentó sacárselo, pero él, detuvo sus manos -No es mío, Sebastián. No puedo quedarmelo- lo aferró con una de sus manos y el flamel, comenzó a brillar -¿¡Qué está pasando!?- exclamó asustada.
Tiro de él, rompiendo la cadena y lo arrojó lejos. Frente a sus ojos, el flamel volvió a materializarse por completo. Él lo levantó para dárselo de nuevo, mientras ella, observaba la escena en shock.
-Tómala- le tendió la mano y lo miró, dudosa -Tómalo, Gaia. No te hará daño- aseguró.
Lo sostuvo entre sus manos y lo analizó, meticulosamente. El flamel, había sufrido una transmutación al ser tocado por ella.
-Se transmutó- dirigió la vista hacia él -¿Por qué?- murmuró -No lo entiendo...-
-Porque tú eres la mujer que amo- Le acarició el rostro. Estaba aturdida por sus palabras - Lee esto-
Volteó el flamel y del lado inverso, apareció escrita una palabra en lenguaje alquímico, que antes no estaba.
-Gaia- susurró al comprender el lenguaje -Este flamel es mío, ¿Por qué lo tienes tú?- cuestionó tratando de comprender -Lo perdí en Keisalhima hace cinco años-
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El Regreso de la Magia y la Alquimia
FantasyCinco años después de su último viaje a Keisalhima. La vida de Dea Fleming y Gaia Curtis, cambió mucho desde entonces. Pero el comienzo de una nueva historia, será el inicio de un nuevo final. #Libro 3 de la trilogia: Sol y Luna