Grandes verdades

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Todo era un caos en su mente, su hermana había ingresado a urgencias y nadie sabía nada de ella. Estaba como ausente, no quería pensar. Se encontraba con su cabeza sobre el regazo de su madre, que no dejaba de llorar. Ver a Dea en ese estado, la había devastado.

-Sig, tiene que salir de esta. Eyra la necesita, todos la necesitamos-

Limpiaba sus ojos con un pañuelo, apoyada en el hombro de su fuerte esposo.

-Estará bien, Izumi. Ella es fuerte- la abrazó con fuerza por los hombros -Vamos afuera a que tomes un poco de aire. Te hará bien-

La mujer asintió y apartó con cuidado, a una shockeada Gaia de su regazo. La besó en la sien y salió abrazada de allí con su esposo, hacia el jardín del hospital. Una persona se hincó frente a ella, que seguía en la misma posición de hace unos instantes. No lloraba, no había llorado en lo absoluto, tan sólo, miraba hacía la nada como alejada del mundo.

-Gaia...- susurró Sebastián, apartandole unos cabellos del rostro -Vuelve, bonita- le limpió una pequeña lágrima que escapó de su ojo -Yo estoy aquí, contigo... Vuelve-

Ella inspiró profundo, dispuesta a hablar, dispuesta a entender el porque ocurrían esas cosas en su vida.

-Sebastián - mencionó entrecerrando sus ojos -¿Soy una mala persona?- eso lo desconcertó.

-Por supuesto que no. Eres la persona mas buena que conozco- le limpió otra lágrima.

-¿Y Dea? ¿Ella también es una buena persona?-

Cuestionó. Parecía una niña perdida haciendo preguntas sin sentido.

-Tu hermana, aunque tiene un temperamento más fuerte que tú, también es una buena persona, ¿Por qué lo preguntas? No comprendo-

-Porque... Si fuera una mala persona, me merecería todas las desgracias que ocurren en mi vida- cubrío sus ojos con sus manos -Pero no me las merezco-

Rompió en llanto, desconsoladamente. Estaba cansada, ella y su hermana estaban cansadas de sufrir tanto. Él la abrazo con fuerza, era cierto, había sufrido demasiado y era entendible que estuviera asustada por Dea.

Mientras era consolada por el hombre frente a ella, Lai ingresaba apresurado a la sala de espera, mirando en todas direcciones.

-¿¡Dónde está!?- preguntó preso del pánico al verlos -¡Gaia!- se arrodilló junto ella -¡Dime que está bien, por favor!- ella se sentó secando sus ojos.

-No sabemos nada- respondió seria, mirándolo -¿Quieres saber como termino aquí?- dijo sarcástica -Los testigos del accidente dijeron, que una mujer pelirroja y embarazada la aventó contra el auto- sus ojos, expresaban furia -¿Tienes idea de quién puede ser?- preguntó en el mismo tono anterior.

-Irene- respondió en shock.

-¡Bingo!- ironizó -¿Dime dónde esta? Juro que la mataré y no me importa, si tú quieres detenerme-exigió saber, apuntándolo.

Estaba ciega por la furia, iba a darle caza a esa maldita hechicera que lastimó a su hermana.

-No sé donde está. No la he visto desde ayer en la noche, que me largué de la posada cuando rompí nuestro compromiso-

Analizó sus palabras y bajó la guardia. Suspiró.

-Lo siento, Lai. Tú no tienes la culpa de esto- se disculpó con él. Tenía sus nervios de punta.

-No te preocupes, yo estoy igual que tú. También voy matarla después de lo que me dijiste y lo haré, cuando salga de aquí- aseguró -¿Cómo pudo hacerle una cosa así? El problema es conmigo, tu hermana no tiene nada que ver en esto- se sentó junto a ella -Cuando nuestro hijo nazca, me quedaré con él. Una persona con su juicio, puede lastimar a cualquiera, sin importarle nada-

El Regreso de la Magia y la AlquimiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora