11 de marzo

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Era jueves, la hora del almuerzo había llegado a la escuela secundaria de Dublith. Todos los profesores se encontraban en su sala designada, exceptuando, una persona que siempre llegaba tarde a todos lados.

-Ven, Sebastián. Siéntate con nosotros-

Ofreció Phedra. Él no quería sentarse con ellos y mucho menos, compartir el almuerzo. Esas personas no le agradaban, pero tampoco era un mal educado.

-Buenas tardes-

Saludó serio a los presentes, tomando asiento. Ellos respondieron igual. Por otro lado, una risueña muchacha, ingresaba a la sala con su amigo Marcus. Tan sólo, fue por un vaso de agua, se despidió de él y salió de allí, otra vez.

-Esa alquimista, siempre hace lo mismo- el hombre recién llegado, la miró molesto -Es tan ermitaña y poco sociable- comentó, despectiva.

-Su nombre es Gaia y no le gusta que la llamen alquimista. Ella no tiene porque almorzar aquí, con nosotros, si no quiere-

-Es que, ni siquiera almuerza o al menos, no la he visto hacerlo. Se pasa la mayor parte del día en ese laboratorio. Es muy extraña-

Él se puso de pie, agradeció a los presentes y se fue con su almuerzo hacía otro lugar. No quería saber nada con ellos. Ingresó al laboratorio y allí estaba, comiendo una manzana.

-¿Sólo comerás eso?-

Ella se asustó y cayó de la butaca donde estaba sentada con la manzana en su boca. Él la levantó por los hombros y la ubicó de nuevo en su sitio.

-¡No me asustes así, Sebastián!- reclamó, golpeándolo en el brazo -No te escuché entrar, ¿Eres cazador o algo?- preguntó, mordiendo su manzana.

-No contestaste a mi pregunta- dijo serio, mirándola fijamente -¿Comerás solamente eso?- ella asintió -Eso no está bien, deberías alimentarte mejor- levantó sus hombros, indiferente -¡No hagas eso! ¡Estoy hablándote muy en serio!- siguió mirando por la ventana, sonriendo burlona e ignorando lo que dijo -¡Aaahhh! ¿¡Te estás burlando de mi!? ¡Ahora verás!- se acercó a ella y le quitó su manzana.

-¡Oye! ¡Es mi almuerzo!- exclamó divertida, intentando alcanzarla -¡Dámela!-

-¡Me la voy a comer toda! ¡Y no te dejaré nada!- dijo, dándole un mordisco.

-¡Maldito! ¡Nadie toca mi comida!-

Por impulso o instinto, saltó sobre él y subió a su espalda. El pseudoprofesor de deportes, sacó la manzana de su boca y la levantó con su mano en alto, para que ella no la alcanzará.

-¡Que lástima! ¡Creo que perdiste esta vez!-

Mencionó burlón, mirándola de reojo de manera arrogante. Eso la puso furiosa, pero le divertía a la vez. No iba a rendirse, esa manzana sería suya.

-¡Gaia Curtís nunca pierde!- estiró su brazo aún más, todavía sobre su espalda -¡Es mi manzana! ¡Devuélvemela!- gritó riendo y él también -¡Dámela! ¡Keilot!-

Ambos quedaron estáticos, lo había llamado como a su esposo. Al darse cuenta de su error, escondió su frente en la espalda de él y lo abrazó con fuerza. Estaba a punto de llorar, otra vez, pero no iba a hacerlo, ya no más. Él comprendió la situación y la sentó sobre una de las mesadas que había allí.

-¿Estás bien?-

Preguntó, mirándola a los ojos, los cuales estaban vacíos.

-¿Por qué?- murmuró, mirando hacía la nada -¿Por qué ahora vienen tantos recuerdos a mi mente?- mencionó en el mismo tono -No lo entiendo. Pensé que ya lo había superado-

El Regreso de la Magia y la AlquimiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora