capítulo 15 - esperanza perdida-

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  - domingo : día 6 de la apuesta.

Eran aproximadamente las cinco y media de la tarde, Mika se digno a bañarse y hací empezar a prepararse con sumo cuidado para la cita que tendría hoy con el chico perteneciente de sus ojos. No tardo mucho en aquel baño de agua tibia, saliendo de la ducha, su celular sonó, Mikaela contesto en un bufo.

— hola — fue el primero en hablar.

— ¿ya has preparado todo? — habló una voz masculina desde el otro lado de la línea.

— no quiero irme — dijo en un tono algo triste.

— debes hacerlo, es tu obligación Mikaela y es la promesa que le hice a tu madre. — se le escuchaba fría y cortante.

— pero...

— pero nada — interrumpió. — hoy irá uno chico que te ayudara a empacar todo, mañana mismo te vas. — ordeno la voz femenina para luego cortar.

  Mikaela miro con rabia a su celular, y como era lo único que tenia en mano lo lanzo con toda su furia contra la cama, quería golpear algo para desquitarse, pero, algo le impedía hacerlo. Pasó una media hora luego de aquella frustrante llamada, el cielo comenzaba a nublarse, tal parecía que llovería toda la noche.

  El timbre de la puerta hizo que el rubio "pusiera los pies en la tierra" como quién dice, fue a abrir la puerta y se encontró con un chico de aproximadamente 20 años, algo robusto.

— buenas tardes, vengo en nombre de la señorita Krul — hablo con cordialidad — ¿es usted Mikaela Hyakuya?

— sí — respondió desganado.

— tengo entendido que debo ayudarle a empacar algunas cosas ¿me permite pasar?

  El rubio suspiro y se hizo a un lado, dando a entender al chico que puede pasar, estaba devastado con esta situación que lo consumía en vida. Su celular sonó nuevamente, contestó.

— ¿ahora qué? — preguntó serio.

— ¿ya llegó el muchacho?

— si — respondio e hizo una pausa — tía... Aún puedes cambiar de opinión con respecto a que me vaya — hablo por lo bajo, tratando de tocar algún punto de su lastima.

— no — dijo directa —, no lo hago por mí, lo hago por ti, por la memoria de tu madre — Sonaba seria y convencida de cada palabra.

— ya soy bastante grande para tomar mis decisiones — respondió en el mismo tono que su tía.

— aún eres menor de edad, no puedes estar viviendo sólo.

— estuve ya cuatro años en soledad ¿ahora vienes a preocuparte por mí? —contraatacó algo molesto.

— tú eras el que nunca contestaba mis llamadas, quién hechaba a cada niñera que mandaba, quién no le habría la puerta a las personas que mandaban para que te trajeran aquí, quién no respondía las cartas que mandaba — reprochaba entre gritos — no vengas a decir que nunca me preocupe por ti o te olvide. — gritaba molesta — así que ahora me haces caso y vienes para aquí, o yo misma voy hasta allí y te traigo aunque a cuestas — grito por último y corto sin darle oportunidad a Mika de responder.

   Otra vez su celular estrello contra la cama, esta vez el chico si estaba realmente molesto, golpeaba lo primero que veía para desatar su furia. Luego de una hora, el cuarto del zafiro era un desastre, el vidrio de una cajonera estaba roto, los muebles estaban tirados por donde sea, la puerta tenia más de un hoyo por los golpes que el rubio daba, su mano sangraba por el simple hecho de romper el espejo en solo un golpe, además de los golpes a la pared, puerta y muebles. Ya calmado, escuchó que golpeaban la puerta, tomó aire y se decidió a abrirla.

— que suerte que ya esta más calmado — dijo aliviado el chico que le ayudaba a guardar sus pertenencias. — joven, no se sienta mal por dejar todo — continuo tomándolo de la mano y sentándose ambos en el piso, el chico llevaba en la otra mano un botiquín. — es por su bien que la señorita Krul lo hace — prosiguió mientras curaba la herida del rubio. — sólo miré las posibilidades que tendrá al irse del país, conseguirá solo enfocarse en el estudio, no tendrá porqué preocuparse del papeleo de su empresa, podrá conseguir nuevas amistades, tal vez conseguirá el amor verdadero — hablaba con amabilidad mientras envolvía con una venda la mano de Mikaela.

— yo conseguí a mi amor verdadero — habló por lo bajo — quería tener una vida con él, pero, las cosas no siempre surgen como uno quiere. Me estoy yendo por la memoria de mi madre, su última voluntad fue que siempre este cerca de la familia — explicaba mientras veía como era curado — siempre le decía a mi tía qué si algo le llegase a pasar ella me cuidara — sonrió — me siento idiota al contarle esto a un extraño.

— solo necesitas desahogarte — le sonrió — listo — dijo al terminar de curarlo.

— gracias — susurro — por cierto, no sé cual es tu nombre.

— Maik, soy maik — respondió mientras se paraba y se dirigía a la puerta, saliendo de escena.

  Mikaela se quedo mirando el techo, pensando en todo lo que ocurrió en esta semana, sonrió al recordar todo lo que paso con su yuu-chan, se quedo tan sumergido entre pensamientos que el sueño se apodero de él hasta quedarse dormido en el frío suelo.

  Ya eran aproximadamente las 6:30 p.m, Yuu se puso los zapatos miro la carta y le dio un nuevo beso, miro que el día estaba nublado, no llevó algún Paraguas, ya qué creía que las nubes grises se lo llevaría el viento. Llego al lugar indicado para su cita a las 7:02, se sintió algo mal por dejarlo a Mika esperándolo dos minutos, miró para todos lados pero no estaba.

  Pasaron veinticinco minutos, no había rastro del rubio y el parque donde se citaron ya era despejado por la gente que estaba ahí, ya que el frío era sofocante, unas pequeñas gotas comenzaron a caer, pero Yūichirou siquiera se movía del lugar. Sacó su celular y llamo a Mikaela; no contestó. Nuevamente, lo propio. Y asi unas cinco veces más.

— ya vendrá — se susurraba mientras se abrazaba, cómo si eso fuese a calentarlo. La lluvia ya era más fuerte, pero éste ni se movía del lugar citado — ya vendrá — se volvió a repetir.

  Miraba para todos lados, con esperanzas de que el rubio venga, pero ya paso una hora y no venia, la noche se apoderaba del cielo y la lluvia no cesaba. La carta que Yuu tenia la protegía de la lluvia como si su vida dependiese de ello, hoy le diría a Mikaela lo que sentía, le diría que lo amaba.

  Paso una hora más, ya eran las nueve de la noche, no había rastro del rubio.

— no pierdas las esperanzas — se susurraba mientras sus lágrimas eran mezcladas con el agua que goteaba de su cabellera negra. — él vendrá, no te dejaría plantado, él no es así — seguía hablándose para él. — seguramente, algo le paso, o se le hizo tarde — aún mantenía esperanzas — él vendrá.

  Se hicieron las diez y media de la noche, la lluvia aún no paraba. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, bueno, entonces Yuu perdió todo. Aquella esperanza que tenia por que viniera el rubio de orbes zafiros se esfumaron cuando el reloj toco las once en punto. estuvo cuatro horas y media esperando a quien creía que amaba.

  Las esperanzas se perdieron, el amor se fue sin siquiera surgir, nadie hizo nada para impedirlo.

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Hiii

Nada que decir.

Nos vemos el próximo viernes donde sera el ultimo capitulo.

No olvides dejar tu estrellita/comentario.

Bye...

La apuesta de cinco reglas (mikayuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora