Estuve un par de días dándole vueltas a lo que Neymar me dijo. Es posible que tuviese razón, no siempre es bueno estar sola.
Mis padres volvieron al día siguiente y ya no me sentía tan "sola". No había visto a mi hermano después de que Marc me pidiese matrimonio, y tampoco quería verlo, a no ser que fuese para partirle la cara, y hoy había quedado con Ane para contarle la noticia.
Fuimos a la ciudad deportiva ya que Ane tenía que darle unas cosas a Isaac así que decidimos ir a tomar un café.
-¿Has aceptado?
-No podía decirle que no.- le expliqué.- Llevo cuatro años saliendo con él.
-Eso da lo mismo Gab.- Ane dejó la taza de café sobre el plato.- Casarse es algo muy serio. Y tu eres muy joven aún.
-Lo sé, pero ¿que hago?
-¿No has pensado en hablar con Marc? Me refiero a decirle que no estás preparada.
-La verdad es que no.- contesté.
-Lo que no me explico es como tu hermano ha hecho eso.
-Ni me lo menciones.- corté bruscamente.- Como me lo encuentre te juro que se acordará de mi el resto de su vida. Le odio Ane, le odio con todas mis fuerzas.
Después de contarle lo ocurrido a Ane me sentí mucho mejor. No solucionó el problema, como era de esperar, pero me ayudó mucho o por lo menos lo intentó.
Tras café fuimos hasta la puerta principal donde estuvimos esperando a que Isaac llegase.
Este no tardó en llegar y Ane le dio una bolsa llena de ropa.
-Nosotros nos vamos Gab.- pero no le presté atención. De lejos vi a mi hermano bajar las escaleras hacia el parking.
-Gab.- me giré hacia Ane.- ¿Te llevamos?
-No. No, gracias.
Me despedí de ellos y fui corriendo hasta las escaleras del parking. Quería que Cristian me pillara de sorpresa pero se dio la vuelta al escuchar mis pasos.
-Gabriella.
-¿Cómo puedes ser tan...- le di un empujón.- ¡Te odio!, ¡Te odio!- mis ojos se llenaron de lágrimas.
Cogió mis brazos con fuerza y los detuvo.
-¿Por qué me odias? ¿Por arreglar tu futuro?- preguntó gritándome.- ¡Deberías darme las gracias!
-¡No! ¡Suéltame!- solté varios manotazos que nunca llegaron a su destino.- ¡Es mi futuro! ¡Y yo decido lo que debo hacer!
Empecé a llorar de la impotencia y Cristian volvió agarrarme las manos para que no volviese a golpearle.
-¡Suéltame!- grité.- ¡Te odio! ¡Eres un idiota! ¡TE ODIO!
Mis manos se escabulleron de las manos de mi hermano y le di un manotazo en la cara. Le pilló desprevenido y se tambaleó apoyándose en el coche.
Fui a darle otro pero una mano agarró mi cintura tirando de mi. Alguien me cogió en peso y solté patadas al aire.
-¡Te odio!
-¡Para! ¡Gabriella!- reconocí perfectamente la voz de Neymar.- Gabriella.
Cristian nos miró a los dos. Le hizo un gesto a Neymar y este tiró de mi hacia atrás para alejarme de mi hermano. Este entró en el coche y se marchó.
-¡Sueltame!- grité.
-No, espera.
-¡Que me sueltes!- tiré del brazo que agarraba mi cintura y me solté.