Capítulo 32.
La alarma del móvil me despertó. Giré la cabeza y lo cogí para apagarla.
Era el primer día de clase de mi tercer año en la Universidad.
Ya queda menos, pensé.
Me levanté de la cama mientras se me escapaba un pequeño bostezo. Bajé hasta la cocina y me bebí un vaso de zumo. Me vestí y recogí todas mis cosas, libros, una carpeta y un pequeño estuche con lo necesario.
Quedé con Ane para ir a la Universidad juntas, me recogió y en menos de quince minutos ya estábamos allí. No sacamos el tema de Neymar ni yo tampoco quise preguntar por Isaac, no quería remover el pasado y tampoco era el momento de hablar de aquello.
Bajamos del coche y directamente entramos en el salón principal donde sería la presentación. Encontramos a Carlota y nos sentamos con ella. La mañana se avenizaba larga, horarios, nuevas clases y nuevos profesores, pero al menos iba a estar bien acompañada.
****
-¿Qué os parece si vamos a comer por ahí?- dijo Ane, mientras se colocaba bien el bolso.
-Sí.- Carlota sacó su móvil y tecleó algo.
-¿Vamos al...?
De pronto mi móvil comenzó a sonar. Lo cogí y sin mirar quién era descolgé.
-¿Si?
-Gabriella.- no supe reconocer aquella voz hasta que...- ¿Puedes venir a comer a casa, por favor?
Era mi madre. Y por el tono de voz que utilizó sabía el porqué de la invitación.
Me giré hacia Carlota y Ane que me miraban con curiosidad.
-Tengo planes, mamá.
Escuché un suspiro largo.
-Gabriella, no me apetece discutir. ¿Me haces el favor de venir a comer?
-Está bien.- dije mientras rodaba los ojos.- Voy para alla.
Colgué el teléfono mientras las preguntas de Ane me invadian.
-¿Ocurre algo? ¿Te vas?
-Es mi madre.- guardé el móvil en el bolsillo.- No es nada grave, luego os cuento, ¿vale?
Me disculpé por dejarlas sin plan y me marché para coger el autobús.
Mi madre se había enterado de lo de Marc. Y apostaría cualquier cosa a que fue el mismo quien se lo contó, aunque no le culpo, Marc no es una persona rencorosa y sabía que si se lo había contado él había sido por obligación, (mi madre era demasiado pesada con el tema). Pensé en todo lo que venía encima, en todo lo que me dijo Neymar y hubiese preferido que en este momento estuviese conmigo.
Me bajé del autobús y vi el coche de mi padre aparcado en la puerta de mi casa.
Por lo menos estará él, pensé.
Toqué al timbre y fue este quien abrió la puerta. Me dio un abrazo y me dejó pasar.
La mesa estaba puesta en el salón y mi madre se encontraba revoloteando por la cocina, hasta que escuchó el timbre y rápidamente salió de allí.
Dejé el bolso en el sofá y crucé los brazos.
Estaba preparada.
-¿Y bien?
-Vamos a comer.- contestó mi madre señalando la silla para que me fuese a sentar.
-Mamá. No soy idiota. Desde que vivo en casa de Cristian no me has invitado a comer...- en ese momento mi padre agarró mis hombros con gesto cariñoso.- ...¿qué ocurre?
-Eso mismo quiero saber yo.- dijo ella desafiante.- Me he tenido que enterar por Marc que no va haber boda. ¿No pensabas contarmelo?
-¿Para qué?- pregunté.- No ibas a estar de acuerdo.
-¡Obviamente no estoy de acuerdo! ¿A que ha venido esto?
Mi paciencia tenía un límite, y mi madre estaba apunto de sobrapasarlo.
Mi padre apretó mi hombro para tranquilizarme pero esta vez no lo logró. Di un paso al frente y tragué saliva.
-¿A que ha venido esto? ¿A que viene que te metas en mi vida? Eh, mamá.- mi padre iba agarrarme el brazo pero lo esquivé y me coloqué a su lado.- ¡No quiero casarme con Marc! ¡No pienso casarme con él! ¡Y mucho menos sabiendo que fuiste tu y mi hermano los que planearon todo!
-Es tu novio...- dijo molesta por mis gritos.
-¿Sabes por qué es mi novio? ¿Lo sabes? ¡Porque tú y Cristian lo decidisteis así! ¡Yo ESTUVE enamorada de él! ¡ESTUVE! Y luego tu y mi hermano os empeñasteis en que estuviesemos juntos siempre y no, mamá. Yo no quería estar con él.
-Cielo...- mi padre acarició mi cabeza.
-No papá. Estoy harta, ¡harta! Marc por allí, Marc por aquí, que si Marc ha hecho esto. ¡NO QUIERO A MARC! Sois vosotros los que le queréis. ¡Nunca me habéis tenido en cuenta!
Mi madre dio un paso hacia mí.
-Es lo que queremos para tí.- la miré y pude notar como intentaba controlarse.-Es por tu bien y debe estar contigo.
-¿Por qué? ¿Por el dinero? ¿Por qué es famoso?- fruncí el ceño y volví a cruzar los brazos.- Esa es la vida que tu querías mamá, tener dinero y fama, pero no la mía.
Había tocado fondo.
La mano de mi madre encontró mi mejilla, retrocedí ante el golpe y mi padre amortiguó el movimiento con sus brazos.
Me llevé la mano a la parte dolorida y me giré para mirarla mientras mi pelo escondía mis ojos. Sonreí ante su mirada. Había dado en el clavo.
-Me da muchísima pena que seas así mamá.- cogí el bolso y lo coloqué sobre mi hombro.- Por eso no quiero volver a verte nunca.- Me incliné y besé la mejilla de mi padre.- Buena suerte.
Me dirigí hacia la puerta, la abrí y salí de la casa.
Adiós.
Me alejé de allí sin pensar en nada. Solamente caminaba.
Mis pies me guiaban. Los miraba mientras seguía las lineas del asfalto.
Las lágrimas no iban a tardar en inundar mis ojos, practicamente iba a tener que limpiarmelos porque me nublaban la vista.
Escuché los ruidos de la calle. Gente caminando a mi alrededor, murmullos, el aire, las ruedas en las carreteras...una bocina, todo pasó muy rápido, y lo último que escuché fue mi cuerpo impactando contra lo que podía ser un coche.
Caí rodando al suelo y miles de gritos retumbaban en mi cabeza.
Noté un hilo de sangre recogiendo mi mejilla y dolor, mucho dolor.
Me costaba respirar y tener los ojos abiertos. Tenía las piernas inmovilizadas y sentía dolores en lugares de mi cuerpo que no sabía ni que existían.
Intentaba mantener una respiración continua.
Pronto, alguien acudió en mi ayuda.
Miré hacia arriba y vi un hombre mirando a su alrededor con un móvil en su mano. Se llevaba las manos a la cabeza mientras escuchaba las sirenas de la ambulancia.
Era consciente de todo aquello hasta que escuché.
-Está perdiendo mucha sangre.
Sentí un pequeño pinchazo y por segunda vez en mi vida, todo se volvió negro.