Capítulo 6.

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Capítulo 6.

Me desperté cuando los primeros rallos de sol entraron en mi habitación. Era sábado y hacía un día esplendido. Me levanté de la cama y me asomé a la ventana.
Tomé aire y respiré profundamente, me sentía bien, me sentía nueva.
La noche anterior había sido diferente. Jamás pensé que Neymar se comportaría así conmigo y mucho menos que yo lo dejara comportarse así conmigo.

Bajé las escaleras y escuché a mi padre en la cocina.

-Buenos días.- me acerqué a él y le di un beso en la mejilla.

-Buenos días.- saludó.- ¿Quieres desayunar?

Asentí sonriente y me senté en el taburete. Hacía mucho tiempo que mi padre no me preparaba el desayuno. Es más, hacía mucho que no pasábamos un rato juntos.
Después de esperar unos minutos mi padre puso sobre la mesa un plato lleno de tortitas y café.

-Gracias.

Desayunamos juntos y hablamos sobre mis estudios del curso que llegaba.
Mi padre era el único que sabía lo que tenía planeado sobre mi futuro; irme a Londres a vivir y trabajar allí.
Algunos de mis tíos vivían en Londres y él estaba dispuesto a mandarme allí por un par de meses para acostumbrarme a aquella ciudad. Pero por un motivo o por otro nunca conseguí que me llevase.
Él era diferente respecto a mi hermano y mi madre. Era cierto que siempre había querido sobre-protegerme, pero se mantenía al margen respecto a mi relación con Marc a diferencia de mi hermano.

-Papá.

-¿Mm?

-Había pensado en que podíamos ir un día de estos al Parque Guell, hace tiempo que no vamos.

Levantó la vista del periódico y me miró fijamente.

-¿No crees que eres un poco mayor para ir con tu padre a visitar un parque?- preguntó sonriendo.

-No.- me levanté del taburete y me acerqué a el.- Sigo siendo tu niña, ¿verdad?

-Verdad.- besó mi frente y cerró el periódico.- Mañana si no tienes nada que hacer vamos al parque.

Salió de la cocina y yo me quedé para recoger los platos y las tazas del desayuno.
Mi madre no estaba en casa y tampoco me importaba donde estaba.
Me dirigí a mi cuarto y me di una ducha.
No tenía planes para hoy, no sabía nada de nadie excepto de Neymar que era la última persona que había visto.
Neymar, pensé. ¿Por qué no salía de mi cabeza?
Sentía en mi estómago un cosquilleo cada vez que pronunciaba o escuchaba su nombre.

-¡Gabriella!- mi padre me llamó desde la planta de abajo.

-¡Voy!

Bajé hasta el comedor y mi padre sostenía el teléfono en su mano.

-Ane.

Cogí el teléfono y salí del comedor para no molestar a mi padre que se encontraba viendo la televisión.

-¡Ane!- saludé.- ¿Qué pasa?

-Nada, solo me quedé preocupada por ayer.- respondió a través del teléfono.- ¿A donde fuiste?

-Me trajo Neymar.

-¿Qué?- se hizo un silencio.- ¿Neymar? Que fuerte. Pero si lo odias...

-Sí, bueno...- recordé lo sucedido el dia anterior.- Es una larga historia.- escuché la puerta de mi casa.- Oye Ane tengo que colgar. Hablamos luego.

-Está bien. Adiós.

Colgué el teléfono y salí al comedor. Lorena estaba allí con mi sobrina Carlota en su cochecito de color rosa. Me acerqué a ellas feliz de ver a mi sobrina y saludé a Lorena con un abrazo.

-¿Cómo estás?- me preguntó sacando a Carlota del cochecito.

-Bien.- respondí mientras cogía la manita de mi sobrina.

-Tengo que decirte algo.- me susurró y seguidamente miró a mi padre.- Voy a calentarle el biberón a Carlota.

-Te acompaño.

Las dos nos levantamos y nos dirigimos a la cocina, dejando a mi padre en el comedor jugando con su nieta.
Lorena se apoyó en la encimera y se aseguró que mi padre estaba lo bastante ocupado para no escuchar nada.

-Toma.- sacó el móvil de su bolsillo.

-¿Qué pasa?- deslicé mi dedo por la pantalla y vi un número que desconocía.- ¿Quién es?

-Tú sabrás con quién estuviste anoche.- respondió alzando las cejas.- No me voy a meter, pero no quiero saber nada de esto.

Asentí con la cabeza sabiendo que Lorena no iba a meterse en nada, aunque si era cierto que no quería que me metiese en líos y sabiendo esto era probable que estuviese metiéndome en uno bastante gordo.
Subí al dormitorio y cogí mi móvil. Rápidamente guardé el número en los contactos y seguidamente llamé.

-Oi?- sonreí inconscientemente al escuchar su voz.

-¿Neymar? Soy Gabriella.- respondí.

-Oh... Brielle, espero no haber metido la pata.

Ambos sabíamos porqué lo decía. No era propio que pidiera mi teléfono a nadie, y como a mi hermano no se lo podía pedir...

-No, tranquilo.- se hizo un silencio.- Bueno, ¿querías algo?

-Tú número, pero eso ya lo tengo... - rodé los ojos. Siempre tan orgulloso.- ¿Nos vemos en el parque que hay detrás de tu casa?

-¿Cómo sabes que hay un parque?

-Después de todas las vueltas que dimos ayer, como para no acordarme.- contestó riéndose.

-Está bien, ¿después de comer?- pregunté.- ¿A las 4?

-Quatro.- afirmó.- Allí nos vemos. Adiós.

Colgué el teléfono y solté un suspiro. Miré el reloj, las once y media.

Bajé de nuevo las escaleras y le devolví el móvil a Lorena sin que mi padre se diese cuenta.  Esta no quiso saber del tema por lo tanto yo tampoco quise involucrarla ni contarle nada de lo que había sucedido.
Estuve jugando con Carlota durante toda la mañana hasta que Lorena decidió que era hora de irse.
Mi padre pidió unas pizzas pero yo no tenía mucha hambre, aún así comí un par de trozos y esperé a que fuese las cuatro.

-Papá voy a darme una vuelta con Ane.- le expliqué mientras buscaba en mi bolso el móvil.

-Muy bien.- respondió sin apartar la vista de la televisión.- Ten cuidado.

-Sí.

Antes de salir de casa besé la mejilla de mi padre y le dí un pequeño abrazo. El parque en el que había quedado con Neymar estaba justo en la calle de abajo así que veinte segundos más o menos fue lo que tardé en llegar.
Pero sin esperarlo escuché una voz conocida detrás de mi.

-¡Gabriella!- la voz era de mi madre.

Cerré los ojos y tuve esperanza de que fuese un sueño, o más bien una pesadilla.

-¿A donde vas?- preguntó justo detrás de mi.

Me giré y abrí los ojos.

-He quedado con Ane.- respondí.- Nos vemos luego.

Pero su mano agarró mi brazo y me detuve en seco.

-Lo siento pero necesito hablar contigo.

-Hablamos luego entonces.- volvió a tirar de mi antes de que pudiese darme la vuelta.

-Ahora.

Sin soltarme nos dimos media vuelta.
Mi madre abrió la puerta de la casa y me dejó pasar. En ese momento pensé en coger el móvil y llamar a Neymar pero mi madre volvió agarrar mi brazo y tiró de mi hasta sentarme en el sofá.

-¿Qué ocurre mamá?- pregunté resoplando.

-Me ha dicho Marc que mañana quiere cenar con nosotros.- me explicó.- ¿Te parece si vamos a comprar algún vestido para la ocasión? Oh, y también podías cocinar para él.

No podía creerme que mi madre me hubiese reunido para eso. Claro que yo ya sabía el porqué de la cena, y mis padres no. A mi me parecía una tontería pero a ella le resultaba magnífico.
En cambio yo había quedado con Neymar y no pude avisarle porque mi madre no se separó de mi en toda la tarde. Cogió varias revistas de moda donde salían modelos y me enseñó un par de vestidos para que me comprase alguno para la ocasión.
También me enseñó un libro de recetas para que me aprendiese una para que hiciese yo la cena.
Mi padre desde su sillón me miraba incrédulo al ver a mi madre comportarse así.
En resumen, estuve toda la tarde preparando la maldita cena.

-¿Cenamos y ahora seguimos?- se dio cuenta de la hora que era.

-No me apetece cenar.- contesté secamente.- Me voy a la cama.

Antes de escuchar a mi madre quejarse por mi comportamiento salí corriendo hacia mi habitación y saqué el móvil del bolso.

Solo esperaba que Neymar cogiese el teléfono.

Comienza el Juego. ™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora