Capítulo 3.

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Capítulo 3.

La canción acabó y solté la mano de Neymar.

Este me miraba sorprendido. Pero no lo culpo, incluso yo estaba sorprendida.

-Gabriella.- la voz de mi hermano sonó por toda la azotea. La gente que había a nuestro alrededor se giró hacia él.

Su mano impactó con mi antebrazo, tiró de mi y me sacó de la azotea sin poder reaccionar.

-¿¡Que estabas haciendo?!- comenzó a gritarme en medio del pasillo.

-Nada, solo bailaba.- contesté. No quería gritar ni montar ninguna escena, al contrario que él.- ¿Acaso no puedo?

-¿¡Acaso Neymar es tu novio?!

-¡No!- eso si que no, antes me tiro desde la azotea que ser la novia de semejante idiota.- Fue él quien me sacó a bailar.

-Para que le vas a decir que no. Menos mal que Marc está abajo, ¿que hubiese pensado si te viese bailando con otro?- cada vez gritaba más fuerte.- Bueno, bailando. O restregándote...

Eso si que no. No iba a permitir que me faltara al respeto. Abrí la palma de mi mano e hice que impactara en su cara con las pocas fuerzas que me quedaban.

Este llevo su mano a la parte dolorida y me miró incrédulo.

-Vuelve hacer eso y...

-¿¡Y QUÉ?! ¿ME VAS A PEGAR? ¿ME VAS A ENCERRAR? ¿QUE VAS HACERME?- sin quererlo comencé a llorar.- ¡ESTOY HARTA DE QUE CONTROLES MI VIDA! ¡DÉJAME EN PAZ!

Antes de que Cristian reaccionase me di la vuelta y salí corriendo. No quería saber nada de él, de él ni de nadie. Se suponía que iba a ser una cena tranquila, diversión y joder a mi hermano, pero parece que al final había sido al revés.

Salí del edificio y me paré en seco. No quería volver a mi casa. De hecho no podía llegar a mi casa llorando o se montaría un drama.

Así que caminé hasta el paseo marítimo para encontrar un poco de tranquilidad.

No había nadie, las farolas alumbraban el paseo y el sonido de las olas se escuchaba de fondo.

Me senté en el primer banco que encontré y me quité los tacones.

Saqué el móvil y marqué el número de Ane. Pero como era de esperar no me lo cogió.

Por un lado quería estar sola, pero por otro me hubiese gustado tener un hombro en el que llorar.

Me tumbé en el banco pensando en todo lo ocurrido.

Durante toda mi vida había sido manipulada por mis padres, y yo había cambiado mucho desde entonces.

Era una chica independiente e inteligente, lo tenía todo. Una familia con dinero, un hermano famoso, un novio futbolista y una amiga que más que amiga era mi cómplice.

¿Pero de que servía tener todo eso si yo no soy feliz?

                                                                        ****

La mañana siguiente me desperté un poco desorientada, con dolor de cabeza y con aún más sueño del que tenía. Me levanté a las una de la tarde sin ganas de nada. Seguía sin querer ver a nadie ni hablar con nadie, pero no podía tirarme el día en la cama.

Cuando bajé las escaleras y llegué al comedor no vi a nadie.

Que raro.

Fui hasta la cocina y encontré una nota en la encimera.

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