Capítulo 10.
Abrí los ojos lentamente y con cuidado, los parpados me pesaban una barbaridad. La cabeza me dolía como si me hubiesen dado un martillazo. Mis piernas temblaban y sentía un nudo en el estómago.
Noté que alguien sostenía mi mano y con un dedo la acariciaba.
-Gabriella.- mi nombre se escuchó en susurro.
Lorena estaba a mi lado, sentada en una silla e inclinada sobre mí. Me miraba con lástima y a la vez con alegría al verme despertar.
-¿Cómo te encuentras?
Dibujé una sonrisa con mis labios en forma de respuesta.
-Bien.
Intenté moverme sobre la cama y me incorporé.
La mente estaba confusa, lo único que recordaba era a alguien nombrándome y una mano aferrada a mi con fuerza.
-¿Qué ha pasado?- me costaba hablar.
-Estábamos en la fiesta y de pronto te desmayaste.- se explicó Lorena.- Llamamos a una ambulancia y has pasado aquí la noche.
-¿Y mis padres?
No solo pensaba en mis padres, también pensaba en mi hermano, Ane, César incluso Neymar al que había perdido de vista en cuanto me sentí mal.
-Tu madre pasó aquí la noche con Cristian.- dijo Lorena.- Ane ha ido a despedir a César a la estación y ahora vendrá a pasar aquí lo que queda de día contigo.
Me quedaba bastante tranquila sabiendo que Ane iba a venir, aunque la presencia de Lorena también me calmaba. Lo único que no quería era ver a mi madre ni a mi hermano aquí.
Lorena me explicó que César se había quedado muy preocupado pero no tenía más remedio que volver a Londres y que Marc había llamado un par de veces para saber de mi.
La puerta de la habitación se abrió y dos enfermeras entraron.
-Hola Gabriella, ¿cómo te encuentras?- pero solo presté atención a la enfermera que llevaba en la mano un ramo de flores. La primera se dio cuenta de que no le hacía caso.- Ah mira. Te la han traído esta mañana. Lleva una tarjeta.
-¿Cuando podrá irse?
-Ah, sí.- La otra enfermera dejó el ramo de flores en la mesita justo a mi lado y debajo de su brazo cogió una tabla.- Esta tarde podrás marcharte. Necesito que firmes el alta.
No tenía que venir mi madre a firmar nada, puesto que yo ya era mayor de edad. Firmé la hoja y esperé a que las dos enfermeras se marchasen.
Miré a Lorena con una sonrisa y ella me entendió a la perfección. Se levantó de la silla y fue hasta el ramo, cogió la tarjeta y la abrió.
-Esperemos que te recuperes muy pronto. De parte de tu plantilla favorita. Besos.
Reí al imaginarme a Pedro, Isaac, Sergio y a los demás pensando en que escribirme. No se comieron mucho la cabeza pero el gesto era de agradecer. Lorena me dejó la tarjeta para que la viese y volvió a tomar asiento.
La tarde estuvo más entretenida que la mañana. Ane trajo un par de revistas y estuvimos viéndolas hasta que la enfermera llegó y me dijo que podía marcharme.
Ane llamó a mi padre y en escasos minutos se plantó allí para recogernos.
Durante el trayecto a la casa comencé a sentirme mal.
Las enfermeras y el médico nos habían dicho que había sido una bajada de azúcar y un simple desmayo, pero yo me encontraba peor que todo eso.
-Bueno, yo ya me voy.- Ane me dio un beso en la mejilla.- Cualquier cosa me llamas.