Ángeles Caídos C1.1 Pasado

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El verano había pasado rápidamente. El último mes, tres amigos inseparables estuvieron juntos en la madriguera, donde Hermione tuvo que ayudarles a acabar los deberes.

—¡Siempre igual! —gritaba por el jardín—. ¿Cuándo demonios vais a empezar a hacer las cosas como se tienen que hacer?

—Vamos Hermione, no es para tanto… —se disculpaba Ron.

—Eso, además, si tú nos ayudaras, seguro que sacábamos mejor nota.

—Seréis.… —al final se dio por vencida y les ayudó a terminar los trabajos antes de tiempo.

Los últimos días, Ron y Harry aprovecharon para entrenar a Quiddich, y Hermione, como no, para estudiar, aquel era su mundo, se sentía refugiada, alguien esencial… Un mundo maravilloso que le mostraba cosas que nadie podría mostrarle, pero fuera de ellos también había cosas, cosas que los libros jamás podrían llegar a hacerla sentir, vivir…

—Hermione, ven a jugar un rato anda, deja de estudiar que solo queda una semana para empezar el curso —pedía Ginny en tono suplicante.

—Sí, sí, en un rato voy… —contestó Hermione distraídamente.

Todos habían cambiado mucho aquel último verano, pero como siempre, a las mujeres se les notaba mucho más, Hermione cada mañana al despertar, se echaba distintas pociones en el pelo para que estuviese liso y sedoso, había crecido mucho en aquellos tres meses, pues pronto alcanzaría su fina cintura. Su cuerpo se había moldeado, se había desarrollado por completo, unas curvas de impresión, y un semblante seductor.

A primera vista, Ron y Harry casi no la reconocieron, se quedaron atónitos, a lo que su amiga sonrió con timidez, estaba orgullosa de haberse vuelto “un poco más hermosa”.

Ron se había vuelto más alto que Harry, sus músculos también se habían formado. Las pecas de su rostro habían disminuido y su sonrisa ladeada se había vuelto una poderosa arma para atraer a las jóvenes con las hormonas alborotadas.

Harry era el que menos había cambiado, su mirada noble permanecía igual, solo que mucho más profunda y atrayente, también había crecido unos centímetros, pero no tanto como Ron. Seguía siendo algo delgado, pero gracias a las cientos de horas que pasaba entrenando a Quiddich, sus músculos tomaban forma y fuerza.

Los últimos días pasaron con rapidez, ya tenían todo el material y el equipaje hecho, sólo quedaba embarcarse en el expreso y coger rumbo a Howarts.

—Rápido niños, que perdéis el tren —decía la señoraWeasley delante de toda su tropa de hijos, Harry y Hermione.

—Sí —contestaban todos yendo más rápido.

Cruzaron la barrera hacia su andén, subieron el equipaje al vagón de carga y fueron a buscar un buen compartimiento para pasar las próximas horas de viaje juntos.

—¡Neville! —dijo Hermione— ¿Qué tal?

—Hola Hermione, muy bien. He pasado el verano en Rusia visitando a unos parientes —dijo orgulloso el torpe muchacho.

—¡Qué bien! Yo he viajado a Grecia, y el último mes lo pasé en la madriguera con Harry y Ron.

Neville miraba aún impresionado a su compañera, si no se hubiese fijado bien, no la habría reconocido como Hermione Granger.

El viaje se hacía largo, al final, los prefectos fueron llamados, entre ellos Ron y Hermione, Harry les esperaría en el compartimento junto con Ginny y Neville. Por el camino se encontraron con Pansy, que recelosa, se quedó mirando a Hermione con un profundo odio.

Ángeles Caídos [Dramione-Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora