Ángeles Caídos C5

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Capítulo 5 El baile de Navidad

Primera parte.

El viernes amaneció despejado, aquel día sería el baile de navidad.

Hermione estaba en su cuarto nerviosa, con el estomago revuelto, no quiso bajar a desayunar... pronto llegaría la profesora Mcgonagall con los trajes y las mascaras. La mañana se le hacia eterna, estaba tan nerviosa que ni siquiera pudo abrir uno de sus gruesos libros, recordaba el baile de cuarto año, en el que fue pareja de Victor Krum, una extraña relación... pero era un buen muchacho aunque con difícil temperamento.

—¿Herm no baja a desayunar? —preguntó Ginny sentándose junto a su hermano.

—No, dice que no tiene hambre... —contestó Harry peleándose con el bacon.

—Cielos —rió Ginny—. Lo que pasa es que tiene los nervios a flor de piel. Es… ¿cómo decirlo? como un libro abierto —explicó divertida.

Todas las chicas andaban como locas esperando su traje para poder comenzar a elegir su peinado y el maquillaje. La sala común de Griffindor, al igual que las demás, era un autentico gallinero.

—¡Herm! —llamó Ginny al otro lado de la puerta.

—¿Qué pasa? —preguntó crispada por la espera.

—Ha llegado McGonaggall.

La puerta se abrió de golpe, Hermione bajó rápidamente mientras Ginny reía a carcajadas por su reacción, ¡menudo temperamento tenía su amiga!

—Bien, creo que ya estamos todos, a continuación os daré los trajes, bajaréis de uno en uno para que nadie sepa quién es quién, y yo me encargaré de vigilar, ¿entendido? por orden, yo diré quién va primero, si nos quedamos aquí, le veremos bajar, así que iremos a un cuarto e iré diciendo los nombres para que podáis ir a vestiros, mientras, ir preparandoos, que las chicas nos conocemos —terminó tiernaménte con una sonrisa de complicidad.

De aquella manera pasaron la tarde, los chicos, miraban aburridos a las chicas, que no hacían mas que dar vueltas por todos lados preguntando si su peinado estaba bien. McGongall no se preocupó porque se reconocieran por los peinados, se lo estaban cambiando tantas veces que en ese mismo momento ninguno sabía ya quién era quién.

Por suerte para Hermione, al ser premio anual, tenía su cuarto solo para ella. Se peinaba con tranquilidad, pero incluso hasta allí llegaban los gritos histéricos de sus compañeras que la arrancaban una hermosa sonrisa.

Un par de horas después, alguien tocó su puerta y pasó con una sonrisa dibujada en sus finos labios, era la profesora McGonagall, que le traía su tan ansiado y esperado traje, lo dejó sobre la cama con sumo cuidado.

—Váyase preparando con tranquilidad señorita Granger, cuando sea su momento, vendré a avisárla para que baje.

—Sí profesora —dijo esperando que se fuese para poder ver su traje.

Abrió la cremallera con sumo cuidado y lo sacó con delicadeza... ¡sí que era hermoso!

Totalmente negro, como todos los demás y adornado con pedrería dorada. Casi resultaba extraño el parecido que guardaba con el de su sueño... ¿aquello querría decir algo?

La parte superior se componía de un corsé totalmente pegado a su piel, con un profundo escote que dejaría ver el comienzo de sus senos, y de falda larga con volantes, también tenía las mangas largas y anchas hacia el puño. Se lo probó sin pensárselo ni un segundo. Le quedaba como un guante, no se reconocía ni a sí misma, ahora se daba cuenta de cómo había cambiado tanto ella, como su cuerpo al completo.

Las ocho eran ya más o menos, Hermione esperaba ansiosa, poco quedaría ya, pero se dio cuenta de que no había visto la máscara. La sacó de su funda, era aterciopelada, de plumas negras y brillantes dorados que deslumbraban, se quedó anonada ¿todas serian tan hermosas? Se la puso, justo en aquel momento la puerta se abrió y dio paso a una estupefacta McGonagall que la mirada asombrada.

—Señorita Granger... está... está usted más que espectacular.

—Gracias profesora —se ruborizó mientras sonreía.

Hermione salió de la sala común, nerviosa pero sonriente. Por el camino se encontró con algún que otro alumno que también se dirigía hacia el Gran comedor, no podía saber ni quién era ni a qué casa pertenecía, las chicas que había visto hasta ahora, no llevaban unos trajes tan hermosos como el suyo, sus sospechas eran ciertas, McGonagall lo había escogido especialmente y a conciencia para su alumna favorita, aquello hizo que su estima hacia la dura profesora aumentase más aún.

Cuando ya estaba frente a las gigantescas puertas del Gran comedor, cogió aire, cerró los ojos y las abrió con delicadeza, era una de las últimas en llegar, pues dentro vio que el salón ya estaba repleto de gente. Varias miradas se posaron en ella.

Qué hermosa era. Como un verdadero ángel.

Ángeles Caídos [Dramione-Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora