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—¿ya viste la hora, Abbygail?

La voz de Carlos hizo eco en el piso principal de la casa al tiempo que cerré la puerta asegurándome de que no fuera audible. Un enorme fallo. Lo vi saliendo de la cocina acercándose a mi con una expresión de molestia incomparable.

—te dimos una orden y te la pasaste por el arco del triunfo

Lo había resumido, bien.

—tengo vida social, ¿sabes?— contesté intentando marcharme, ganándome únicamente su agarre sujetando con rabia sobre mi muñeca—. Me estás lastimando— tiré sin éxito alguno

—escúchame bien, mocosa de mierda— con tan solo llamarme así súpe que estaba cabreado—. Te metiste en nuestras vidas y ahora solo la estas cagando

—¿disculpa?

Si que me estaba haciendo enojar. Decirme eso a la cara mientras me lastimaba la mano. En verdad era de un cobarde.

—cierra la boca de una vez— ordenó con dientes apretados

Me levantó la mano amenazando con meterme una ostia si seguía con mi habladuría. Y si, tuve miedo, no por él ni por lo que pudiera pasar, sino porque nadie jamás me había golpeado, siempre había crecido creyendo que un hombre era incapaz de golpear a una mujer por temas de respeto, pero no Carlos. Amaba a Bianca y a ella no le tocaba ni un cabello, aunque en lo que refería a mi era una historia inversa. Me aborrecía, quería verme muerta y eso lo sabía por la manera en la que sus ojos se consumían en ira cada vez que me miraba.

—te dimos una orden, solo una— me levantó el índice para que pudiera verlo señalándome con furia—. Dime, ¿vas a follarte a los de tu escuela? ¿Por eso llegaste tan tarde?

—¡no!— exclamé ofendida

Quedé completamente aturdida al recibir el primer golpe seco sobre mi mejilla. Un ardor se extendió por mi cara tornándose en un calor extremo que me quemaba la piel, los oídos se me habían tapado y la respiración pareció detenerse un segundo antes de que pudiera volver a escuchar algo.

—no me grites, niña. Si lo que quieres es disciplina entonces te disciplino

Volvió a golpearme esta vez despertando el ardor y las lágrimas que me aguaron los ojos. No quería ni imaginar cómo se vería la marca en la mañana ni el terrible dolor que sentiría al recostarme sobre mi almohada. Lloriqueé forcejeando con su agarre recibiendo otro que más allá de ser una bofetada se volvió un puñetazo que fue directamente a mi pómulo izquierdo, logrando que perdiera por completo mi punto de balance casi yéndome de bruces contra el suelo. Las lágrimas caían por mis mejillas como nunca lo habían hecho, por primera vez me sentía sometida y maltratada, me dolía la cara a horrores y él no me soltaba.

Pareció haberse cansado porque dejó ir mi mano consiente de mi mareo, así que como lo había supuesto me fui de culo contra el suelo dándome un buen golpe que dejaría un enorme moretón. Se fue en silencio dejándome ahí con las manos en la cara llorando casi a gritos ahogados.

esoteric ✧ lrh (daddy kink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora