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Me removí con un poco de calor sintiendo sus piernas entrelazadas con las mías debajo de los cobertores. Al abrir los ojos creí encontrarme en una escena de mis sueños, mirando directamente a la cara del protagonista. Estaba perdidamente dormido mientras sus manos se aferraban a mi cuerpo con ahínco. Tracé su mentón con suavidad sin despertarlo, sintiendo su vello facial en los dígitos, se veía maravilloso con todos esos rizos mañaneros en la cara, aunque después de la noche que tuvimos era imposible no terminar hechos polvo. La cobija solo nos cubría de la cintura para abajo, lo que resultaba más fresco y menos incómodo dado a las circunstancias.

Podía quedarme recostada en sus brazos con la cabeza puesta sobre la almohada  por eternidades, encontrándome su rostro dormitando frente a mi. Su aroma, sus labios y sus largas pestañas. Definitivamente la mejor vista de todas.

Sonrió con debilidad al sentir mi índice pasarle en línea sobre los labios, entreabriendole el inferior en un vago intento de obligarlo a darme un beso que me sacudiera el cansancio.

—buenos días, mi cielo— hizo énfasis en las últimas dos palabras y un montón de mariposas me invadieron el estómago

Entreabrió los ojos deleitándome una vez más con ese azul tan magnifico que tenía, más aún con ese brillo matinal que le hacía lucir como un hombre totalmente de ensueño, casi inalcanzable e imposible de tener. Se inclinó rozando su nariz con la mía atrapando mis labios con somnolencia que le correspondieron desde el primer instante sin importar lo que les preocuparía a muchos; el aliento por las mañanas. Sonreí en medio del beso enredando uno de sus rizos en mi dedos, observando atentamente ese color dorado brillar a contra luz, suspiré al sentir sus manos viajando desde mi cuello hasta mis brazos únicamente con las puntas de los dedos, tratándome como lo más delicado que hubiera tocado. Regresé al beso con languidez, moviendo nuestros labios en perfecta sincronía sin llevarlo más allá de lo requerido.

Me dió un par de besos castos antes de reincorporarse y ver el reloj que yacía en la mesa de noche junto a él. Se frotó los lagrimales limpiándose todo tipo de cosa que tuviera en los ojos, aunque el aroma nos delataba a los dos. Entonces comprendí que el sexo si tenía un olor, uno muy desagradable a sudor y fluidos corporales.

—¿tomamos un baño, papi?— inquirí levantándome usando mi antebrazo

—justamente estaba pensando en eso, linda. No puedo llevarte a casa luciendo así— pellizcó mi nariz agachándose de su lado de la cama buscando su ropa interior

—¿como luzco?— ladeé con diversión

—para mi, deliciosa— mencionó tomándome del mentón plantándome un beso corto sobre los labios

Se levantó paseándose con fingida elegancia hacia el cuarto de baño, tiempo perfecto para dejarme caer sobre su almohada fantaseando con ese adictivo aroma que tenía. Ese hombre estaba envenenándome. Se escuchaba el agua corriendo por el eco de la habitación durante minutos hasta que la voz de Luke me indicó que estaba lista y que podría ir con la sábana enrollada. Corrí como una de esas actrices que despiertan de una noche loca arrastrando un trozo de la sabana a sus espaldas. Cerró la puerta de cristal templado quitándome las manos de donde tenía sujeta a puños mi única cobertura, cayendo a mis pies una amasijo de tela blanca. Él entró primero sin soltarme la mano, permitiéndome sentarme en la tina frente a él, acomodando mis piernas sobre las suyas—exageradamente largas por cierto—, tiró de mis manos pegándome más a él con una risilla burlona que le consiguió que lo salpicara con el agua.

—¿a quien le perteneces, mi amor?— pasó un dedo húmedo sobre mis labios

—a ti, papi

—mía

—y tu eres mío— sonrió con un asentimiento de cabeza

Y me besó, no porque se lo hubiera pedido, pero si porque me quería.

Y eso me bastaba.

esoteric ✧ lrh (daddy kink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora