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Es mucho más fácil sentir que pensar, porque es inevitable hacerlo; es mucho más fácil sentir que decir, porque a veces nos sentimos obligados a callar lo que sentimos; más fácil decir que hacer, porque nos da pereza dar. Somos seres sin sentido alguno, pero con millones de razones detrás. Somos lo que decimos pero, muchas veces más, somos lo que callamos. Somos aquello que se guarda en el cajón de los recuerdos que nunca queremos olvidar. Pero también somos lo que se esconde bajo las heridas de la piel, y no tan de la piel. Somos maquinas imperfectas esperando a que algo nos haga sentir no tan rotos. Por eso es mas fácil sentir que hacer. Estás ahí, pensando que la vida no puede sorprenderte, sintiendo que no deberías dar un poquito más pero, ¿y si solo falta ese poquito más? Somos conformistas de nacimiento, o nos enseñan a serlo. Nos dicen que no obtendremos tal o cual, pero nadie sabe más de tus capacidades que tú mismo.

Si estoy diciendo todo esto porque hay veces que necesitas escucharlo. Parece que nos cuesta mucho decir las cosas buenas, pero a nadie le cuesta nada juzgar las malas. Incluso, a veces, olvidamos decir que nos queremos, ¿qué tiene de malo querer? O, incluso, ¿qué tiene de malo decir te quiero? Creo que deberíamos decir te quiero al menos una vez al día, que deberíamos sonreír a los desconocidos que nos encontremos por la calle y recordar a los demás lo que tanto nos gusta de ellos en vez de decir una y otra vez lo que no.

Solo quiero que sepas, tú, que cualquier cosa que quieras conseguir es posible. Levántate y hazlo. ¿A caso han conseguido más que tú aquellas personas que dicen que no puedes hacerlo? No, siempre es no. Tú eres el único que puede cambiar tu destino, por muy redicho que suene. Tú eliges si levantarte mañana y, en vez de lamentarte por lo que no, sonreír por lo que esta vez sí.

Alguien una vez me dijo eso a mi, y aquí estas tú, leyendo todo lo que vengo a contarte.

Nunca se me ha dado bien empezar las historias, así que permite que empiece con un:

Erase una vez un chico realmente increíble. Un chico rubio, de ojos marrones y quizás no lo suficiente alto como para alcanzar a la balda de arriba de cualquier supermercado si no es de puntillas. Podría decirte que tenía una vida de mierda, para darle más intriga a todo esto, pero no era realmente así.

La realidad es que era un chico bastante atractivo, con una sonrisa encantadora. Tenía mal carácter, pero solamente con las personas con las que tenía la suficiente confianza como para saber que aunque la cagase seguirían ahí. Era impulsivo, y nunca pensaba antes de hablar. Tenía una buena familia. Sus padres se querían, mucho, y él se llevaba bastante bien con su hermano mayor. Aunque creo que todos nos llevamos relativamente bien con nuestras hermanas y hermanos ¿no? Son aquella parte de ti por la que incluso darías la vida, aquel ser (aunque a veces lo compares con la mascota o le digas que es adoptado) que por muchas peleas que tengáis siempre querrás, incondicionalmente. Y eso exactamente le pasaba a Raoul con su hermano mayor. Lo admiraba. Lo veía con alabanza y sabía que siempre estaría ahí para él; siempre decía que nunca podría haber "encontrado" un mejor hermano mayor. Álvaro era futbolista; un chico moreno, con los ojos de un azul grisáceo bastante claro y barbita. Los hermanos apenas se parecía físicamente, ya que Álvaro además era más alto que él, pero ambos eran bastante guapos.

Raoul siempre vivió a la sombra de su hermano, siempre fue el hermano de Álvaro, y a veces se molestaba por ello. Al principio, se sentía orgulloso de que lo llamaran así pero, a la octogésima vez que lo escuchó le dio rabia, él sentía y sabía que era mucho más que el hermano de.

La verdad es que adoraba la música, pero nunca se había aprovechado de su hermano para triunfar ya que tenía claro que si alguna vez lo hacía sería por mérito propio. El talento de Raoul era indiscutible; tenía una voz cálida y potente que juraría que la primera vez que la escuché sentí como si me atravesara, hasta llegar a mi alma y, dentro de ella, me acariciara como si quisiera que flotara al ritmo de su voz. Siempre que cantaba se emocionaba, y también se le hinchaban todas las venas del cuello, cosa que siempre vi como algo muy sexi.

Creo que nunca pensó que lo hiciera realmente bien, que todos los que le había aplaudido algún día fue por Álvaro y no por él, yo realmente dudo de eso.

Podría decirte algo malo de él, quizás era demasiado reservado, incluso con quien no debía, pero conmigo no lo era. Podría decirte que le sentaba mal cualquier broma que le hicieras, pero conmigo no era así. Siempre me mostró la mejor versión de él mismo. Siempre me dijo que su mejor versión la conocía poca gente, yo siempre pensé que la realidad es que nunca supieron verla. Quizás era demasiado despistado en ocasiones, y no le gustara mostrar su cariño en público, pero todos los días me decía que me quería, y siempre sonreía a las personas desconocidas por la calle, y siempre me repetía varías veces todo lo que le gustaba de mi. Él mismo fue el que me enseñó tantas cosas como al principio dije, porque era muy listo el cabrón, o porque siempre tenía frases para todo, que sé yo.

La cuestión es que era él mismo siempre, y a mi siempre me hizo sentir en paz, como si la marea se calmase de repente y el silencio se apoderara de mi cabeza haciendo que una calma profunda y relajante recorriese toda mi espina dorsal cada vez que estábamos juntos. Cosas muy distintas sentía cuando nos besábamos, cuando lo hacía era calor, fuego y electricidad. Podría decirte fácilmente que él solo se complementaba maravillosamente y que era la personificación del ying y el yang, aunque ahora me cuestiono si es que yo era alguien antes de que me llenase por completo.

Si hubiera dicho esto en voz alta quizá me hubiera abofeteado cientos de veces, y quizás él me hubiera dicho que se sentía orgulloso de que al fin tuviera en cuenta que es mejor decir lo bueno que lo malo, que ingenuo, no tendría nada malo para rellenar.

Yo.

Podría hacer esto menos cursi y ñoño hablando de mi, sí, sería una buena opción, pero nunca he sido de tomar buenas decisiones y si lo hiciera por una vez en mi vida quien sabe que podría llegar a ocurrir. Así que obviaré, me obviaré, y pasaré a contarte como empezó todo.

Hoy hablemos de nosotros- RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora