11.

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Acababa de terminar el primer trimestre. Llegué a mi casa y comencé a hacer la maleta, a la mañana siguiente Raoul y yo iríamos a Madrid y luego, al día siguiente, volaríamos rumbo Argentina a pasar allí cinco días. No podía estar más nervioso y feliz a la vez. No había vuelto a hablar con Nerea de Raoul, seguramente porque ella estaba esperando a que yo sacase el tema cuando estuviera preparado. Se suponía que yo me iba solo, para desconectar  un poco y que Raoul se iba a ver a una amiga que tenía en Ibiza a pasar unos días con ella. No me gustaba mentir y cuando se lo decía a Raoul me daba un beso y me decía que cuando estuviéramos allí se me pasaría. No dudaba ni un momento de que fuera así, cuando estaba con Raoul cualquier cosa se me olvidaba, incluso yo.

A las seis y media de la tarde Raoul llegó a mi casa. Dejó la maleta en el salón, junto a la mía, y después nos sentamos en el sofá a ver una película. No la vimos, estaba claro. Raoul comenzó a darme besos por el cuello y a decirme una y otra vez las ganas que tenía de conocer Argentina conmigo. De vez en cuando me rozaba la entrepierna y me mordía el labio inferior.

-Raoul vamos a tener cinco días para no parar de hacerlo las veces que quieras- le besé-. Para ahora que dentro de media hora tenemos que irnos.

-Venga Ago, tú siempre llegas tarde- volvió a besarme los labios varias veces.

-Pero tú no- siguió dándome besos, metió su mano dentro de mi pantalón y yo solté un pequeño gemido al sentir como su mano rozaba contra mi piel.

-Siempre hay una primera vez para todo- metió la mano dentro de mis calzoncillos y agarró mi miembro- para enamorarse de un tío- comenzó a moverla, me mordió el labio-, para hacerlo con el chico más sexi del mundo entero por primera vez- gemí excitado, me besó en los labios, le agarré por la nuca e intensifiqué nuestro beso. Mi lengua entró en su boca y la exploró a su antojo. Cada hueco de Raoul me sabía aun más rico que el anterior. Nos separamos, Raoul seguía masturbándome lentamente y, excitado, comenzó a hacerlo más rápido- y también siempre hay una primera vez para llegar tarde.

-Cállate de una vez Raoul- sonrió sobre mis labios y me volvió a besar. Susurro algo como que fuésemos para la habitación y así lo hicimos. Nos desnudamos rápidamente y volvimos a besarnos. Nuestras erecciones se rozaban y Raoul gemía dentro de mi boca lo muy excitado que estaba. Agarré nuestros penes con mi mano y comencé a masturbarnos a la vez. Echó la cabeza hacía atrás y yo no pude evitar morderle el mentón, besarle el cuello y mover mi mano lo más rápido que podía.

Enamorarse de un tío fue la frase que se me vino a la cabeza cuando Raoul y yo nos corrimos a la vez y nos tumbamos en mi cama. Siguió besándome los labios pero yo de repente no quería más, él se dio cuenta.

-Ei- me dijo cariñosamente-, ¿no te ha gustado?- se tumbó a mi lado tapándose con las mantas de la cama hasta la cintura, yo hice lo mismo.

-No, no es eso- el me miró poniéndose de perfil, sabía que quería que siguiera hablando-. Es solo que antes has dicho algo y bueno se me ha venido ahora a la cabeza- comenzó a acariciar mi torso, yo me relajé.

-¿Qué he dicho?- lo miré a los ojos, daría cualquier cosa para gritarle que yo también, que yo también me había enamorado de él.

-Que siempre hay una primera vez para enamorarse de un tío- a él pareció no afectarle tanto como a mí.

-¿Y por qué te ha molestado?- seguía acariciándome y yo empecé a tener sueño.

-No me ha molestado- bostecé-, solo que no sé como tomármelo- Raoul se rio y me dio un corto beso en los labios.

-Pues como que te quiero mucho, anda, vamos a vestirnos que vamos a llegar tarde- se levantó de la cama y cogió su ropa. Se metió en la ducha y cuando salió con el pelo mojado y solamente unos calzoncillos quise hacerle el amor ahí mismo-. Deja de mirarme y metete a ducharte ya- yo le hice caso.

Llegamos diez minutos tarde, en el mismo coche y Raoul llevaba una camiseta mía, pero a él pareció darle igual. Nos sentamos con ellas y pedimos algo para beber.

-¿Cómo se siente estar al fin de vacaciones?- me preguntó Mimi, yo reí, esa chica era todo un torbellino. Nerea no paraba de mirar a Raoul, eso me ponía levemente nervioso.

-Deseando que llegue mañana para desconectar- Raoul puso su mano en mi rodilla y apretó con cariño, yo también lo quería mucho.

-¿Y esa camiseta?- preguntó Nerea, sabía que esto iba a pasar.

-Es de Ago, pero a mi me queda mejor- me guiñó un ojo y yo tuve que contar hasta diez para tranquilizarme.

-¿Y cómo que la tienes tú?- Raoul me miró y se mordió el labio nervioso.

-Deberíamos contárselo a ellas, yo creo que ya lo saben- me susurró en el oído, a mi eso me encantó, no solo el susurro sino que quisiera hablar de nosotros, yo asentí-. Es obvio ¿no?- si, si que lo era.

-¿Estáis juntos?- preguntó Nerea, todos miramos a Raoul, yo también me lo preguntaba.

-Si, si que estamos juntos- sonrió avergonzado, le hubiera comido a besos allí mismo-. Por favor no digáis nada, necesito tiempo. Pero estoy segurísimo de lo que quiero- me cogió la mano por debajo de la mesa y yo se la apreté con cariño, estaba ahí para él. Pero, ¿cuándo me agarraría la mano por encima?

Aquella noche, cuando llegamos a casa, nos hicimos el amor entregándonos en cuerpo y alma. Raoul siempre decía lo que sentía cuando se sentía preparado y a mi eso me encantaba. Yo, sin embargo, no era capaz de hacerlo. Me entregaba a él y seguía su ritmo, como él necesitase. Pero, ¿qué necesitaba yo?

Raoul y yo nos mirábamos tumbados uno enfrente del otro, nos mirábamos como si quisiéramos descubrir mucho más de lo que veíamos. En estas semanas había descubierto muchas más cosas de Raoul, me gustaba que confiase en mi y se abriera a contarme lo que le molestaba y lo que adoraba. Era transparente y sincero. Yo no era capaz de decirle mucho más de lo que todos sabían, él parecía saber que no estaba preparado y no me presionaba, otra de las cosas que adoraba de él. Quizá me hubiera gustado ser mas sincero, decirle que necesitaba un poco más de velocidad, pero no me veía capaz de hacerlo, no me veía capaz de hacerlo por si eso significaba perderlo.

-¿En qué piensas?- comenzó a acariciar mi brazo, siempre conseguía tranquilizarme con su tacto.

-Me ha gustado que se lo hayas dicho a Nerea y a Mimi, no me gusta mentir a Nerea porque se me da fatal hacerlo- Raoul se puso colorado, me encantaba cuando lo hacía.

-Te dije que iríamos avanzando poco a poco- yo asentí. Si, iríamos a su ritmo-. Pero Ago, quiero que sepas que si en algún momento necesitas más, dilo, por favor- me acerqué a él y le di un beso en los labios. Debía mirar por los dos, no solo por él, en eso se basa una relación.

-Si, tienes razón, cuando volvamos vendrá mi hermana y quiero que te conozca- su sonrisa se ensanchó y, pegándose a mi quedando muy cerca de mis labios volvió a hablar.

-Y quieres decirle que soy tu novio- yo me mordí el labio para no sonreír más de la cuenta, claro que quería decirle que era mi novio.

-Si, me gustaría- él asintió y me dio un pequeño beso en los labios.

-Vale, ya lo iremos viendo.

Esa noche volvimos a dormir en la misma posición de todas las noches. Su brazo alrededor de mi cintura, su cabeza apoyada en mi espalda y mis ganas de avanzar cada vez más expuestas.

Hoy hablemos de nosotros- RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora