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-Encantadísima de conocerte- me dio un abrazo, como si me conociera de toda la vida, y luego, dos besos.

-Igualmente.

Mimi era muy efusiva, se podía notar desde lejos. Era rubia y tenía un cuerpo de escándalo. Era muy sencilla en su aspecto físico pero aún así cualquiera podría notar que era eufórica y espectacular, y también terriblemente guapa. Tenía cara de niña, pero también de mujer. Sinceramente no sé cómo describir a alguien con el aspecto que tenía ella, porque parecía muy transparente, y a las personas así es imposible clasificarlas con algunos aburridos y sencillos adjetivos. Cualquiera que viera a Mimi por la calle se le caería la mandíbula al suelo, a mi me pasó, quizá porque nada más que al verla andar te hacía sentir pequeño, como si nada de lo que tú pudieras hacer llegase a igualarla.

-Raoul me ha hablado mucho de ti, y me alegro que al fin haya dado el paso de...

-Mimi cállate ya- Raoul, sentado entre los dos, la miró serio. Entonces también supe que la chica seguramente diría las cosas sin pesar, cosa que la hacía aún más efusiva y a mi ya me había conquistado el corazón con su espontaneidad. Mimi puso los ojos en blanco y después volvió a hablar.

-Raoul me ha dicho que eres de Canarias, ¿cómo que ahora vives aquí?- me dio un pinchazo en el pecho, estuve unos segundos en silencio, como si me hubiese transportado a otro lugar, a otro tiempo ya pasado, allí con ella.

-No hace falta que contestes si no te ves preparado- puso su mano en mi rodilla, salí del trance en el que me había sumergido y lo miré, Raoul brillaba sin duda y yo cada vez tenía más seguridad en aquello.

-Quería llegar mucho más lejos que ser profesor de colegio, pero por ahora no ha podido ser- me encogí de hombros, intentando mostrar la indiferencia que en realidad no existía por ninguna parte, y seguramente lo notasen, pero fue un alivio que no dijeran nada más.

-Agoney canta genial, espero que nos dé un concierto privado algún dia- su mano seguía en mi rodilla, pero no me sentía incómodo, es más, quería que la dejara allí siempre.

-Claro, pero solo si cantas conmigo- se puso colorado y Mimi soltó una carcajada, yo solo pude pensar en lo mucho que me gustaba verle de esa manera, avergonzado, como un niño pequeño.

-Sois tan monos...- ahora los dos estábamos rojos, Raoul porque lo veía y yo porque me ardía la cara.

La pantalla de mi móvil se iluminó encima de la mesa y todos miramos para él. Aunque después de leer el mensaje de Nerea recé para que solamente yo lo hubiese hecho.

Ago que no se te olvide mañana por la tarde venir a mi casa, estoy deseando que me cuentes lo del rubito.

Apagué la pantalla.

-¿Quién es?- me pregunté a mi mismo porque Mimi decía lo que todos podríamos pensar en el momento exacto, quizá porque era muy real eso de que la chica era completamente transparente o porque a lo mejor era un tanto chismosa también.

-Mi única y mejor amiga aqui- reí casi irónicamente y pensé en lo mucho que quería a Nerea y en todo lo que había hecho siempre por mi desde que llegué aquí completamente solo. Desde que la conocí dejé de sentirme tan solo. Encontré en ella el refugio que necesitaba. Siempre estuvo para mi cuando estaba de bajón, me compraba mi helado favorito y se sentaba a mi lado para escucharme. Creo que ella me la envió para que me salvase, y sin duda, Nerea era el mejor salvavidas que pude encontrar.

-¿Y quién es el rubito del que le tienes que hablar?- está vez lo dijo como si todos supiéramos de quien se trataba, quizá sí. Raoul se puso rojo, yo no supe cómo tomarme eso pero intenté obviarlo. Si yo hubiera sido tan espontáneo como lo era ella le hubiera dicho que dejase de preguntarme cosas que sabía perfectamente que me daba vergüenza responder, pero todos sabemos que no lo pensaba hacer. Aunque también sabía que si intentaba disimular seguramente la liaría el doble, y aunque lo sabía, tomar buenas decisiones nunca fue algo que se me diera especialmente bien.

-Un chico que conozco bastante guapo y el cual me gustaría conocer mucho más- ahora era yo el que se ponía rojo, cosa que salvó mi moreno natural, debería optar por el silencio en casos como ese y no decir lo primero que se me pase por la cabeza. Miré la mano de Raoul que seguía en mi rodilla y cometí otro grave error, pensar en lo bien que me sentaría que empezase a subirla y lo mucho que me gustaría que lo hiciera en la cama de mi habitación estando los dos solos.

-Vaya, vaya, ¿y quién es el afortunado si se puede saber?- Raoul la miró intentando que dijese algo para cambiar de tema o que directamente se callase, ambas los dos sabíamos que no iban a pasar. Yo lo miraba a él intentado descifrar que opinaba de todo aquello, ¿acaso no pensaba decir nada? Estaba claro que no.

Comencé a reírme, no sé si porque estaba nervioso o porque me hacía gracia la situación que estábamos viviendo. Lo primero que hice bien desde que llegamos al bar ya que pareció que olvidásemos de lo que estábamos hablando.

-¿Que tal si llamas a tu amiga Nerea y nos vamos a algún lado?- Raoul siempre diciendo las palabras correctas en el momento indicado. Me entraron ganas de comerle la boca por lo que acababa de decir, aunque siendo sinceros también tenía ganas de hacerlo cuando estaba callado. Quitó su mano de mi rodilla, casi grito desesperado para que la volviese a poner o para que me obligase a cumplir lo que me acababa de entrar tantas ganas de hacer, ambas me volvían loco. Me reí solo al pensar que si fuese Mimi seguramente lo haría, o al menos se lo pediría. Todos me miraron, porque parecía un auténtico loco riéndome solo, pero comenzaron a reírse conmigo, o de mi.

Salimos del bar mientras le escribía a Nerea para que se fuese preparando porque iríamos a por ella a su casa. Nos montamos en el coche de Raoul y, después de recoger a Nerea y presentarle a todos nos fuimos a una discoteca de la que ni siquiera recuerdo el nombre.

-Tenías razón, es muy guapo- susurró casi gritando en mi oído Nerea, la música estaba muy alta por lo que dudo que alguien más lo hubiera oído. Yo no le respondí, ella sabía perfectamente lo que pensaba.

Miré a Raoul, que bailaba con Mimi justo al lado nuestra. Lo miré de arriba a abajo y me mordí inconscientemente el labio. No solamente era guapo sino que además tenía un culo increíble y una espalda ancha, marcada, fuerte. Seguramente tendría los pectorales ligeramente marcados. Su cuello era grueso. Volví a morderme el labio por no salir en busca de él. Seguramente notó que lo estaba mirando, porque también me miró a mi. Se rió, yo maldije hacía mis adentros que tuviera una risa tan bonita incluso sin poder oírla con la música tan alta y después dejé de mirarle. Un rato me sentí observado, pero intenté no pensar mucho en ello y me concentré en pasarlo bien.

-No sabía que bailases tan bien- dijo Raoul, los cuatro estábamos en una especie de corro. Mimi comenzó a reírse y Nerea lo hizo con ella.

-Te sorprenderías de todo lo que se hacer bien- no podía ver bien su cara pero, por lo poco que lo llegaba a conocer, sabía que estaba completamente rojo.

Hoy hablemos de nosotros- RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora